En el nombre del padre

En el nombre del padre

Carlos Pastoriza Ferro correrá por primera vez en la arena como tributo a su fallecido papá.

DURO ENTRENAMIENTO. Pastoriza Ferro llegó a la costa bonaerense hace más de 20 días para ambientarse al tránsito en las cambiantes arenas del circuito. FOTO  gentileza de  CARLOS PASTORIZA FERRO DURO ENTRENAMIENTO. Pastoriza Ferro llegó a la costa bonaerense hace más de 20 días para ambientarse al tránsito en las cambiantes arenas del circuito. FOTO gentileza de CARLOS PASTORIZA FERRO

“Siento dolores en todos lados. Pero me da gusto. Estoy aprendiendo mucho”. La costa atlántica bonaerense se abre inconmensurable y Carlos Pastoriza Ferro es, por estos días, un morador más de sus arenas. En realidad, lo es desde hace tres semanas, cuando se instaló en la zona de Villa Gesell con su familia, para “armar” unas vacaciones peculiares. Es que fue con el plan no sólo de pasar jornadas al lado del mar, sino también de correr, por primera vez en su vida, en el mítico “Enduro de Verano”. Para él, será una forma de rendir tributo a su papá, ya fallecido, que siempre soñó con ver a su hijo tomando parte de esa competencia, con fecha de inicio para la edición 2019 para el viernes.

“Siento que estoy transitando por un terreno al que nosotros, los norteños, no estamos acostumbrados. Y aunque el enduro es mi pasión y participo de carreras desde hace un tiempo, al acelerar en esta arena es como si estuviera practicando otro deporte” dice Carlos, un “aprendiz” que avanza a pura voluntad.

De los prestigios de esta prueba conocen no sólo los enduristas del país y del mundo, sino también un público (se dice que el año pasado hubo unos 130.000) ávido por ver cómo más de 1.000 máquinas se lanzan a dominar un circuito danzante, que cambia a cada rato. “Correr aquí representante una especialidad totalmente distinta. Se trata de un circuito muy ancho, en el que se hacen muchísimas líneas diferentes y también olas de arena que te ‘liquidan’ el físico”, asegura Pastoriza Ferro.

Cambia, todo cambia

Si el paso de las motos en entrenamiento cambian el escenario día a día, qué decir de la influencia del viento, que hace de las suyas en el blando terreno: los médanos cambian de posición y de forma en cuestión de horas. Y a eso hay que sumarle el trabajo de reacondicionamiento del trazado que la organización dispone para mantener el estado del piso. “Por eso digo que la táctica que uno emplee en carrera será fundamental para poder llegar al final”, admitió el yerbabuenense.

Los sueños están para ser cumplidos y Carlos fue esta vez a concretar uno propio y de su papá, Manuel. “Por una causa u otro no se me daba de poder estar. Mi ‘viejo’ soñó con que pueda correr esta prueba. Él no hacía enduro, pero cuando empecé hace siete años se enganchó con el deporte y me seguía a todos lados. Pero falleció sin que se pudiera materializar la idea de ir juntos al Enduro de Verano. A veces fue por la falta de una moto adecuada; otras, de un presupuesto acorde. Pero el año pasado tanto desear hacer esta carrera hizo que empezaran a alinearse los planetas. Yo hice mi parte, y un amigo me facilitó un crédito por una moto de cross, que es fundamental para enfrentar este reto. Y aquí estoy”.

- ¿Por qué es tan distinto correr esta prueba con respecto a otras?

- Digo que es practicar otro deporte por las condiciones que impone el terreno. Pero también porque hay que disponer de otra regulación de la moto y de la suspensión; los neumáticos y la transmisión son diferentes. El manubrio se pone en una posición distinta. La verdad es que se trata de una experiencia única.

Temas Villa Gesell
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios