Para lo que guste mandar

Para lo que guste mandar

El gobernador de la provincia tomó una decisión trascendental. Determinó quién sería el vocal de la Corte que reemplazará a Antonio Gandur. En la definición pesó el poder del vicegobernador. Los comicios que se vienen.

Manzur ha dicho.

El gobernador Juan Manzur ha dado un paso muy importante en su gestión. Durante sus primeros años ha tratado de diferenciarse mirando hacia atrás, pero esta vez, esta semana, ha tomado una decisión. Ha decidido para adelante. Como si hubiera concluido una obra.

Juan Manzur ha dicho que Daniel Leiva será vocal de la Corte Suprema de Justicia hasta que la muerte le quite el sillón. Es una obra política que lo sucederá a Manzur.

Hasta aquí, el mandatario provincial había venido subrayando lo que para él serían hechos de trascendencia. Es decir, que quedarían para la historia. Le gustó ser un tucumano que llegó a ministro de la Nación. Sonrió más que nunca por ser el gobernador del Bicentenario. Siempre se comprometió a hacer crecer a los mejores para que su gestión sea como aquella del Centenario, que aún 100 años después se la recuerda por su potencia, por sus obras, por su creatividad, por sus pensamientos y por su historia.

Esta semana Manzur ha dicho. Ha dicho que él considera que entre esas personas estaba su fiscal de Estado y eso les deja a los tucumanos.

Por eso, tal vez cuando el titular del Poder Ejecutivo justificó la decisión se encargó de explicar que se trataba de un hombre que había hecho cosas por Tucumán. Aclaró también que se trataba de alguien que había hecho un excelente trabajo en la Fiscalía de Estado. Indudablemente esas características bastan para el gobernador. No le hicieron falta otras. Ni siquiera pergaminos académicos, algo en lo que no se fija Manzur a la hora de hacer designaciones en el Poder Judicial. Los aplazos que cosechó Daniel Leiva en su carrera son parte del olvido o en todo caso sirven para morigerar las “bochadas” que tuvo el ministro de la Defensa Washington Navarro Dávila, la otra trascedente designación del mandatario.

Manzur, más de una vez cuando le tocó nominar jueces, reconoció cierta ignorancia al respecto. Por eso se escudó en las ternas y en las decisiones que el Consejo Asesor de la Magistratura había hecho. En ellas se apoyó. Y en este caso que no hubo pronunciamiento del CAM, ¿a quién escuchó?

A Osvaldo Jaldo. El vicegobernador no podía ocultar que el fiscal de Estado era una invención suya. Había sido su abogado y había actuado a su lado más de una vez, política y judicialmente. El vicemandatario no se cansó de repetir lo buena persona que era Leiva y destacó especialmente que había estado mucho tiempo a su lado. No lo ayudó mucho en cuanto a la independencia que tanto se le reclama a este Poder Judicial tucumano, tan enviciado con la política de turno. Ni Jaldo ni Manzur recordaron aquel incidente que protagonizó el flamante vocal de Corte cuando era secretario de Grandes Comunas del ministro del Interior -bajo las órdenes del ahora vicegobernador-. En cambio, un abogado que suele frecuentar los pasillos de la Justicia Federal tenía muy fresco un video donde Leiva aparece tapando la cámara con su antebrazo, para que no se filmen los incidentes que ocurrían en la plaza Independencia. En aquella oportunidad volaron sillas e insultos. Leiva dijo que sólo había tratado de separar y que en ningún momento arremetió ni intervino ante un grupo de auto convocados que estaban en la Carpa de la Dignidad.

Cuando volvió de vacaciones, Manzur tenía varios nombres sobre la mesa. Pero en su cabeza entraba sólo una cuestión: consultarlo con su vicegobernador. Con él tomaría la decisión. Parece que fue más allá. Fue él quien habría tomado la decisión y el gobernador acató. Es difícil creerle al vice que no haya sugerido el nombre de Leiva al titular del Poder Ejecutivo y mucho menos que se haya mantenido prescindente.

Manzur ha dicho. El gobernador ha dicho “sí mi vicegobernador” y ha designado a Leiva como vocal de la Corte Suprema de Justicia.

Indudablemente, su nombre no ha caído mal en ningún lado. El Colegio de Abogados no se ha pronunciado ni a favor ni en contra. Sus responsables han callado su opinión y lo mismo ha ocurrido con la Universidad Nacional de Tucumán, donde la facultad de Derecho ni abrió la boca.

Eso ha sido muy importante para Leiva. Nadie se ha atrevido a cuestionar su nominación, salvo algunos opositores. Hubo legisladores del oficialismo que sostuvieron algunas dudas sobre si el ex fiscal era el mejor candidato, pero está claro que muchos de los legisladores del oficialismo son esclavos del presidente de la Legislatura. Ante la consulta de por qué no expresaban sus dudas o su disconformidad -o simplemente si tenían otro nombre por qué no lo proponían-, la respuesta de estos legisladores fue “yo no puedo decir nada”. “Me van a dejar a un costado”. Estas respuestas son, sencillamente, la confirmación del deterioro institucional y de la democracia tucumana. Si una de estas es la persona que usted, lector, eligió para que la represente, esa no tiene el valor para hacerlo.

Un peso menos

En la síntesis banal que suele hacer el periodismo y que suele ver todo en un maniqueísmo bipolar, el ganador de esta designación fue Jaldo. Manzur se sacó un peso de encima y quedó bien con el hombre que le hace los deberes políticos. El que es capaz de comprar y vender jugadores.

Ahora vienen otros problemas para el gobernador. El más inesperado se llama Cristina. Alguna vez Manzur se apresuró y mandó al pasado a la ex presidenta. Como un bumerán del tiempo, Cristina regresó al presente, se proyecta al futuro y le pegó en la nuca al gobernador tucumano. Manzur nunca lo dirá, pero en el fondo siente que dio mucho más para el gobierno de la ex presidenta que lo que ella le respondió. Alguna vez esperó el apoyo en los momentos más difíciles de su gestión. Nunca llegó. En estos días el gobernador se enredó en sus dichos pidiendo la unidad del peronismo, esa que él en algún momento imaginó sin Cristina. Además, ahora se le complicó más porque su ex amigo José Alperovich no hace más que decir lo que nunca hubiera imaginado: “estoy con Cristina”. Y, lo que es peor, esos gestos se reflejan en las encuestas que le devuelven gestos incómodos a Manzur. Por eso Jaldo se ocupó de acercarle popularidad y lo sentó junto a Gladys, la cantante que supo beneficiarse de la gestión de Germán Alfaro. Ella ahora decidió afinar su garganta para hacerle el mejor jingle a su admirado Manzur.

Posición adelantada

La semana que se despide dejó dos botones de muestra de cómo a veces los dirigentes se apresuran en tomar decisiones. Y que estas muchas veces están alejadas de las preocupaciones que tiene a diario el ciudadano. Mauricio Macri se desesperó por mostrarle al mundo que quería reivindicar a Juan Guaidó. Quiso hacerlo presidente sin que éste pudiera. Es factible que la gran grieta venezolana esté necesitando un diálogo profundo para superar la incomunicación. La democracia venezolana está en juego y es responsabilidad del resto del mundo fortalecerla y no romperla. Ayudar a que los líderes reflexionen sobre su país y no sobre sus sectores. Sin embargo, Macri se apresuró. Es que lo que mejor le ha salido hasta ahora ha sido su política exterior. Evidentemente más fácil que la interior.

En Tucumán, los dirigentes -oficialistas, principalmente- se han dedicado en los últimos días a promover, anunciar y hasta confirmar que el 9 de junio se harán las elecciones tucumanas. Subidos a la prepotencia siguen subestimando a la Justicia. Aún es imposible sostener el adelanto de los comicios. Hay un artículo de la Constitución de la provincia que lo impide. Los dirigentes del Frente Renovador massista trabajan noche y día para pedirle a la Justicia que declare inconstitucional el artículo 100 que impide mover la fecha de los comicios. La Justicia requiere argumentos y justificaciones, aún cuando los jueces pudieran ser amigos y desinteresados en defender la transparencia. Manzur, en este tema, se ha mantenido prudente. Sabe que las cosas podrían llegar a la Corte Suprema de la Nación. Si ello ocurriera, la experiencia es compleja. Hace pocas horas, el máximo tribunal del país dijo tajantemente “no intervinimos en las decisiones electorales de la provincia”. Se refería a La Rioja. Así, los riojanos votarán hoy un plebiscito para ver si reforman la constitución para promover la reelección del gobernador. Hace pocos años la Corte no mantuvo esa doctrina en Santiago del Estero. Sí se metió en las decisiones judiciales santiagueñas, impidió que Gerardo Zamora fuera reelecto y en 48 horas el mandatario tuvo que poner a su esposa. ¿Tiene sentido correr todos estos riesgos? Jaldo piensa que sí, porque quiere ganarle tiempo tanto a Alperovich -que no puede armar ni un rompecabezas- y a la oposición de Cambiemos -que no puede elegir un candidato a gobernador-.

Sobre todo esto, Manzur no ha dicho nada.

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