Los que anhelan regresar le pondrán color A 2019

Los que anhelan regresar le pondrán color A 2019

Los que anhelan regresar le pondrán color A 2019

El décimo noveno año del siglo 21 traerá consigo viejas certezas políticas: querrán seguir los que están, regresar los que estuvieron e insistir los que perdieron. La sorpresa no pasará tanto por las intenciones de los primeros o de los últimos, sino por la reaparición de algunos entre los segundos; como la de los senadores Cristina Fernández y José Alperovich. La ex jefa de Estado asoma con mucha fuerza gracias a la insistente campaña en pos de la polarización que impulsa Cambiemos, convencido de que batallar contra Cristina es un camino que conduce directo a la victoria. La estrategia le rindió frutos en 2015 al polarizar con el kirchnerismo, que postulaba a Daniel Scioli; ahora Macri puede tener realmente de contrincante a su antecesora: la misma que no le quiso dar el bastón de mando, y que podría animarse a disputárselo, aún con todos los procesos judiciales encima. El operativo clamor “K” está en marcha con un eje: comparar cómo se estaba con Cristina y cómo se vive con Macri.

El macrismo asume un riesgo, y el costo puede resultarle caro. Claro, eso será así siempre y cuando Cristina decida ser parte de la contienda. De seguro mantendrá su indefinición, por sí o por no, hasta el último momento en el que haya que presentar las listas. Pero si su intención es ganarle a Macri, cualquier pacto es posible entre peronistas. A no descartar nada.

Alperovich también quiere volver, desea seguir en los primeros planos; no se resigna a ser parte del pasado. Aseguró que va a ser candidato, ya sea por nostalgia, por abstinencia de poder, o para hacer lo que no hizo en 12 años de mandato, según reconoció.

La pretensión del senador -como la incertidumbre con la que juega y en la que se siente cómoda la ex jefa de Estado- viene a ponerle color a la lid electoral, porque amenaza con romper la tradicional polarización entre peronistas y coaliciones opositoras encabezadas por el radicalismo o bien porque puede dañar al oficialismo -al punto de provocarle una derrota-, aún peleando por un tercer o un cuarto puesto.

Si es un político que se mueve según lo que le revelan las encuestas, la pregunta que surgirá a fines de febrero es si Alperovich se animará a postularse si los muestreos no lo favorecen. Dependerá de sus compromisos. Es la persona a observar, porque de su crecimiento dependerá su suerte.

Por el lado del Gobierno, las cosas están más que claras: la fórmula del oficialismo viene caminando hace rato, y en sintonía. Juan Manzur-Osvaldo Jaldo son uno en dos. El gobernador festeja los logros de gestión (180 días de clases, pago de sueldos en término y la baja de la desocupación), mientras que el presidente nato de la Legislatura se hace cargo del armado territorial. En ese sentido, el tranqueño es más peligroso para Alperovich que el ex ministro de Salud de la Nación. Jaldo va a fondo, quiere aislar por completo al senador y hacerle sentir todo el peso del aparato estatal-partidario que, para el peronismo, es una herramienta vital en la contienda electoral. Es así como se viene imponiendo en las últimas cinco elecciones de nivel provincial.

La oposición, de repente, por la aspiración de regresar de Alperovich, se enfrenta con la inmejorable posición de alcanzar la gobernación, lo que no logró nunca desde el regreso de la democracia, por lo menos teniendo como eje convocante a la UCR. Sólo Fuerza Republicana, con Antonio Bussi, pudo imponerse al PJ en 1995. Desde Cambiemos saben que un aspecto central en el camino por hacerse del poder en la provincia pasa por presentar una buena oferta electoral, con candidatos que impliquen la mejor síntesis  como coalición, y por aprovechar la fisura que significa el senador en el oficialismo. El poco o mucho daño que le pueda hacer al Gobierno puede servirle a los opositores, siempre y cuando se consoliden tras un mensaje de unidad y Alperovich no los termine desplazando. Tienen candidatos, hombres y mujeres, que pueden ir en la fórmula del Ejecutivo.

Si no se equivocan en la estrategia y en los nombres y si aciertan en aportar desde afuera al quiebre Manzur-Alperovich, el 2019 puede ser el año en el que la UCR, como eje de una alianza, acceda al poder. Sería la sorpresa.

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