Los choferes de ómnibus, víctimas de los delincuentes

Los choferes de ómnibus, víctimas de los delincuentes

Miedo. Indignación. Impotencia. Bronca. Son algunas sensaciones que se experimentan cuando una persona es víctima de los delincuentes, principalmente en la vía pública. La inseguridad es tal que pocos ciudadanos se sienten seguros. Los motoarrebatadores, por ejemplo, son hasta ahora imparables. Los choferes de ómnibus suelen ser los blancos de los delincuentes, muchos de los cuales actúan bajo los efectos de la droga. En menos de seis días se registraron tres ataques.

El miércoles, a las 5.45, un conductor de la línea 10, de 27 años, circulaba por el barrio Crucero Belgrano, acompañado de un colega. No llevaba pasajeros, se detuvieron cuando dos jóvenes les hicieron señas. Uno de ellos sacó un cuchillo y los amenazó. Como les dijeron que no tenían nada de valor ni dinero, uno de los asaltantes lo atacó. Recibió varias puñaladas y fue internado en estado de gravedad en el hospital Padilla.

Un chofer manifestó que hace pocos días a un compañero le habían cortado la mano en el barrio Elena White, mientras que el lunes pasado, otro chofer fue atacado en San Cayetano. “Todos los ataques se produjeron a primera hora. No manejamos recaudación, en ese horario es muy raro que llevemos pasajeros y lo único que tenemos es un celular y $50 para comprar una gaseosa”, aseveró.

Un gremialista del rubro dijo que los asaltos no son constantes y van mutando de lugares. “Hasta hace un par de semanas tuvimos problemas en Villa Mariano Moreno, nos pusieron vigilancia policial y se acabó el problema. Ahora comenzaron a atacarnos en el sur de la capital... ya no hay una zona roja, son todas”, afirmó.

Sin embargo, varios choferes indicaron que los barrios más peligrosos son Aguas Corrientes, Villa Muñecas y los de Villa 9 de Julio, al norte; La Costanera, ex Aeropuerto y Mercofrut, al este; San Cayetano, los de Villa Amalia y Manantial Sur, al sur. Además de Las Talitas, Banda del Río Salí y Alderetes.

El secretario de Seguridad admitió el incremento de la violencia y la agresividad y acotó que llevan adelante una tarea sostenida respecto del narcomenudeo. Contó que en La Costanera, el barrio Alejandro Heredia y el barrio ATE los policías acompañan a los maestros y les brindan un corredor de seguridad para buscar a los chicos que faltan a la escuela.

La realidad muestra a diario que en un alto porcentaje del delito está involucrado el consumo de sustancias ilegales. Si se han intensificado las acciones para combatir el narcomenudeo, así como los patrullajes, y se han incorporado 200 agentes a la fuerza y la inseguridad es cada vez más preocupante, significa que algo no se está haciendo bien. A través de una política integral se deberían combatir las adicciones, que constituyen una de las causas, tratando al consumidor. Si se conoce cuáles son las zonas más conflictivas, se debería empezar por ellas. La tarea de salud debería complementarse con la educación y el deporte en forma coordinada. La carencia de centros de rehabilitación de los adictos es alarmante, sin embargo, nuestros gobernantes miran para otro lado desde hace 14 años, mientras despilfarran una buena parte de los tucumanos en hacer su propia política.

Sólo con más policías en la calle y patrulleros difícilmente se podrá combatir el delito con eficacia porque la inseguridad se ha convertido en una suerte de enfermedad social.

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