La iniciativa de recuperar las huertas familiares

La iniciativa de recuperar las huertas familiares

Hace décadas, si se tenía fondo en una casa, era una costumbre familiar hacer una huerta, así como tener un gallinero u otros animales. De ese modo, nunca faltaban las legumbres o lo huevos, tampoco la carne. Con el avance de la urbanización y la proliferación de los edificios en altura y los cambios de hábitos, esta tradición se fue perdiendo, incluso en muchas localidades del interior de la provincia, que no han padecido la conquista del hormigón.

Los tiempos económicamente difíciles que vivimos actualmente, han impulsado a familias de Rumi Punco (departamento La Cocha), población ubicada en el límite con Catamarca, a recuperar esta costumbre doméstica de sus abuelos con el apoyo de la comuna que les aporta semillas y plantines. Pero no solo la agricultura es su única actividad, sino también hacen lámparas Led y han diseñado un calefón con energía solar. “La verdad es que desde que tenemos nuestra huerta no nos faltan verduras para cocinar. Aquí la tierra es generosa y lo que se planta da frutos. Lo bueno es que la economía familiar se alivia y consumimos verduras saludables porque son orgánicas, ya no utilizamos agroquímicos... de 10 plantas de tomates, durante el ciclo de cosecha obtengo 130 kilos de esa fruta”, contó un vecino.

La repartición estatal entregó gallinas ponedoras a unas 30 familias, en el marco de otro programa. Una de ellas recibió 75 aves que ponen 70 huevos por día; la producción la compra la comuna para la cocina comunitaria a la que concurren 170 personas escasos recursos.

Alrededor de 60 familias se han incorporado al proyecto que impulsa la comuna, y producen para su propio consumo lechugas, pimientos, tomates, cebollas, zapallitos, perejiles, albahacas. En la extensa nota que le dedicamos en nuestra edición de ayer a este emprendimiento colectivo, se cuenta que comuna cuenta con su propio campo de muestreo, donde se obtienen los plantines. El comisionado rural señala que todos los moradores tienen en el fondo de sus casas un espacio que pueden aprovechar para producir verduras que hoy representan un costo importante para los bolsillos de las familias.

En el taller tecnológico se ensamblan lámparas Led para el alumbrado público y se diseñó un calefón solar con capacidad de almacenamiento de 500 litros de agua a una temperatura de 37°: se trata de un modelo doméstico que los vecinos podrán fabricar.

Desde hace muchos años, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) cuenta con su programa Pro Huerta. Nos parece que estas experiencias son sumamente no sólo estimulan a las familias a producir sino que también les permiten tomar conciencia de la importancia de organizarse para trabajar en conjunto detrás de una causa común. En otras oportunidades, hemos señalado desde esta columna que el cooperativismo es una de las herramientas más importantes para enfrentar la desocupación. En lugar de que el Estado otorgue planes sociales de incierta efectividad, sería tal vez más provechoso que agrupara a los desocupados, los capacitara convenientemente en la agricultura -u otras actividades- y les cediera en calidad de préstamo sus vastas tierras fiscales para que las cultivaran; el producto podría destinarse para alimentarse y para su comercialización. Recrear esta costumbre dignifica a las personas, especialmente a aquellas que menos tienen.

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