La mano solidaria de los bancos de alimentos

La mano solidaria de los bancos de alimentos

07 Noviembre 2018

Son el reflejo de la desigualdad social, económica, pero también una caricia solidaria en un mundo, que ha hecho de la inequidad en la distribución de las riquezas, su sello a lo largo de los siglos, una clase dirigente más preocupada por las cuestiones financieras y la consolidación del poder económico que por la hambruna que acorrala a millones de personas. Los bancos de alimentos se han convertido en una respuesta para mitigar este flagelo que azota a la humanidad. El 16 de octubre pasado se celebró el Día Mundial de la Alimentación, fecha que evoca un nuevo aniversario de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) creada el 16 de octubre de 1945, cuyo objetivo es que el ideal de “alimentos para todos” se convirtiera en uno de los derechos humanos para las generaciones presentes y futuras. 

Los bancos de alimentos surgieron en la Argentina a partir de la crisis de 2001, son entidades sin fines de lucro que buscan reducir el hambre, malnutrición y desperdicio de alimentos en el país. Rescatan alimentos aptos para el consumo humano que, por algún problema de etiquetado, corta fecha de vencimiento, estacionalidad, entre otras causas, ya no pueden comercializarse. Alrededor de 16 millones de toneladas de alimentos son desechadas anualmente en el país; si solo se rescatara el 10% de todo lo que se desecha, se podría alimentar a 5 millones de personas. Hace pocas semanas, se aprobó la Ley Donal que establece quiénes pueden donar, qué productos, cómo debe hacerse y los derechos y obligaciones de cada parte. En un nuevo marco legal, se alienta a las empresas a donar más, evitando el desperdicio de millones de alimentos aptos para el consumo humano.

Pocos días atrás, tuvo lugar en nuestra ciudad un encuentro nacional de representantes de Bancos de Alimentos que conforman la Red Argentina Bancos de Alimentos. Según la presidenta de esta organización, en el se desperdician anualmente 16 millones de toneladas de alimentos, paradójicamente la pobreza llega a casi un 30% de la población; el 45% de la producción frutihortícola del país se pierde antes de llegar al mercado. “Gracias a las alianzas con las empresas en 2017, hemos logrado entregar 9,5 millones de kg de alimentos a través de 2.400 organizaciones sociales y se beneficiaron 330.000 personas”, afirmó. El titular del Banco de Alimentos de Tucumán señaló que este fue uno de los primeros del país; se fundó en 2002 y actualmente asiste a más de 20.300 chicos a través de 92 instituciones comunitarias. “El empresariado tucumano es muy activo, pero siempre las necesidades son mayores. Por eso invitamos a que más empresas nos apoyen, y en forma especial a la industria azucarera”, dijo en la ocasión.

 La  estadística señala que uno de cada cinco niños en la Argentina sufre algún grado de inseguridad alimentaria, realidad que está reflejando el absurdo de un país que exporta alimentos, pero que es incapaz de abastecer a toda su población. Si bien los bancos de alimentos cumplen una función invalorable, no deben ser usados por la clase dirigente para desentenderse de su gran responsabilidad. La carrera por el consumo de bienes materiales, la falta de voluntad política, la especulación desenfrenada, así como la corrupción y la insensibilidad de muchos gobiernos son algunas de las causas de las desigualdades sociales. Los representantes de un pueblo deben trabajar por cerrar las brechas sociales y no por profundizarlas. Los bancos de alimentos son una rueda de auxilio importante, pero el hambre se combate con educación, salud, trabajo e igualdad de oportunidades.

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