No hay lugar para los hiperactivos

No hay lugar para los hiperactivos

Madres de chicos que presentan un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) cuentan su penoso peregrinar para conseguir asiento en las escuelas comunes para sus hijos. Qué hacer y adónde acudir en estos casos.

“Matías fue inquieto desde la panza. Se movía todo el tiempo. A los 10 meses se largó a caminar y no paraba. Al año y dos meses ya tenía cinco suturas en la cabeza. A los dos años y medio se cayó del primer piso y estuvo tres días en coma. Teníamos que estar las 24 horas detrás de él para evitar que se golpee, porque no tenía miedo a nada”. Sonia Torres es ahora toda una experta en Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), desde que se lo diagnosticaron a su hijo cuando tenía siete años, después de un primer grado terrorífico. Como maestra, descargó toda su artillería pedagógica sobre el pequeño Mati y logró cosas increíbles. Aclara que lo más difícil no fue manejar los síntomas del trastorno de su hijo; “lo peor fue enfrentar la barrera de la ignorancia de los que, se supone, te tienen que ayudar”, subraya.

Sonia se refería al recorrido que deben hacer las mamás con sus hijos por los consultorios médicos hasta llegar a un diagnóstico certero. Peor es la peregrinación por las escuelas y colegios para conseguir un asiento. “Apenas decís que tu hijo es hiperactivo te cierran las puertas”, coinciden las madres de la agrupación “TDAH Unidos Tucumán”. Antonia Gerez tuvo seis hijos y sabía que el comportamiento de Lauti, el más chico, no era normal. No hablaba y corría por todos lados sin parar. “Lo que pasa es que usted lo mima demasiado y lo ha hecho caprichoso”, tuvo que escuchar de boca de una pediatra. En un CAPS otra médica la desafió: “¿sabés cómo se va a curar tu hijo? Con una flor de paliza”.

María Fernanda Salvatierra, mamá de Martina, de nueve años; Florencia Castro, de Gonzalo (6); Leandro Salvatierra, de Nasseem (7) y Laura Cerrizuela, de Juan Pablo (10) cuentan que se fueron distanciando de amigos y hasta de su propia familia a causa de la incomprensión y el desconocimiento de los demás.

Desventuras

A Fernanda le costó un divorcio. “Mi ex marido no entendía de qué se trata el TDAH y me reprochaba que yo le inventaba enfermedades a mi hijo y que era demasiado permisiva”, cuenta. “Yo ya no voy a la casa de ningún pariente para no tener problemas, porque mi hijo es muy inquieto” reconoce Mariana Mai, ahora dedicada de lleno a buscar colegio para Ale, de seis años.

Mariana debió recurrir al Ministerio de Educación para lograr que la directora de un colegio parroquial le autorice el ingreso de una maestra integradora para Ale. “En ese colegio Ale era el culpable de todo. Cualquier desorden... ‘ah, es Ale’. Yo hasta ahora salgo llorando cada vez que lo voy a buscar por las cosas que me dicen. Una vez me Ale cuenta que la mamá de otro chico había entrado al aula y lo había demandado a él porque había lastimado a su hijo con una tijera de esas de cortar papeles que no tienen filo. A mí no me informaron nada. La madre entró al aula enfurecida y cuando mi hijo le quiso explicar lo que había pasado, la mujer le dijo: ¡vos te callás! Y la maestra lo miró a mi hijo y le dijo ‘mañana vos no entrás al colegio’. Por supuesto que Ale no quiso ir más. Me pasé un año pidiéndole a la directora que me autorice a traer una maestra integradora y lo hizo recién en mayo”, cuenta destrozada.

La desventura de Mariana no termina ahí. Se fue a un colegio de Yerba Buena para anotar a Ale el próximo año. “Me dijeron que sí había asiento. Le hicieron una entrevista a Ale y hasta le tomaron una prueba. Pero cuando les llevé el diagnóstico del médico me llamaron para decirme que no tenían vacantes. No sabía qué contestarle a mi hijo, que estaba feliz por ir a ese colegio, porque en el otro los chicos le hacían bullying. Cuando les reclamé me dijeron: ¿qué van a decir los otros padres si ven a la maestra integradora? Va a ser un desprestigio para la institución’, me contestaron”.

Peregrinaje

En la escuela estatal el panorama no es mejor. “Apenas mencionás la palabra hiperkinesia te ponen mil trabas. En la escuela Irigoyen me habían dicho que tenían asiento para Lauti, para primer grado. Pero cuando les informé sobre el diagnóstico cambiaron de actitud y adujeron que el chico tiene que vivir en la zona de la escuela. En la José Mármol me contestaron que el jardín tiene 35 alumnos y no reciben más. En la Presidente Roca, que no había vacantes. En la Ricardo Gutiérrez el director me recibió pero me mandó a inscribirlo en una escuela especial. ¡Pero si mi hijo no tiene discapacidad! Sólo en la Lucas Córdoba lo aceptaron a condición de que le pusiera una maestra integradora. Tuve que sacar el certificado de discapacidad para que me cubra la obra social, porque particular era imposible pagarla”, cuenta Antonia.

La agrupación TDAH Unidos agrupa a 70 madres pero ellas dicen que hay más de 300 en Tucumán que sufren este problema. Estadísticas provinciales no hay, sólo a nivel mundial, y dicen que entre el 5% y el 10% de la población infantil sufre el trastorno de déficit de la atención. “Por eso los padres pedimos que se sancione una ley específica para visibilizar este problema y lograr que nuestros niños tengan acceso a un diagnóstico médico precoz y a la educación, y para ello debe haber profesionales de la salud y docentes capacitados”, afirma Sonia Torres. Las mamás están seguras de que con un buen tratamiento integral los niños con TDAH podrán desplegar todo su potencial.

> Gabinete psicopedagógico
Cómo solicitar orientación ante el Ministerio de Educación
El Gabinete Psicopedagógico interdisciplinario (GPI) cuenta con 32 equipos técnicos territoriales y 47 trabajadores sociales pertenecientes al Servicio Social Educativo (SASE) que trabajan articulados y distribuidos en toda la provincia para realizar el acompañamiento a las instituciones que lo necesitan, explica la referente Elvira Rodríguez.
En algunas ocasiones el déficit puede estar asociado a una discapacidad, en estos casos los equipos territoriales orientan a las familias, a los 14 equipos itinerantes e interdisciplinarios de apoyo a la integración escolar y/o a las 44 escuelas de educación especial pertenecientes a la modalidad de educación especial de manera de realizar el acompañamiento necesario.
Todas las familias que se encuentren con alguna barrera en la admisión de sus hijos a las instituciones pueden dirigirse a la Dirección de Asistencia Técnica Pedagógica y/o a la Dirección de Educación Especial del Ministerio de Educación, de Santa Fe 850, altos, y a los teléfonos 4222913 o al 4311454.

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