Amenazas edilicias para el usuario de la vía pública

Amenazas edilicias para el usuario de la vía pública

Meses atrás, el derrumbe del ex cine-teatro de calle 24 de Setiembre al 500, con saldo de víctimas fatales, demostró con trágica elocuencia que la vía pública puede ser teatro de los más imprevistos accidentes. Esto movilizó inquietudes oficiales en tal sentido como, por ejemplo, el vallado del derruido edificio municipal de San Martín al 700, y también suscitó denuncias sobre inmuebles en condiciones aparentemente peligrosas. Dentro de ese orden de ideas, nos parece que, además, sería hora de controlar seriamente la posibilidad de que algo se precipite desde la altura, súbitamente, sobre el peatón o sobre el automovilista.

Nuestra ciudad exhibe una buena cantidad de vetustos edificios de uno o dos pisos, cuyos agrietados ornamentos y cornisas pueden de pronto desprenderse y caer sobre la calle. Se ven con frecuencia, también, balcones que se asientan sobre ménsulas carcomidas por la humedad, que se encuentran en una situación de riesgo similar.

En muchos locales viejos, se ha remozado la planta baja, para usos comerciales, colocándole marquesinas de metal. Cabe preguntarse si se verifica periódicamente, el estado del amarre de esas marquesinas. Hay que recordar que, hace unos años, se precipitó a tierra una de ellas, en Muñecas al 300, felizmente sin víctimas.

Se pueden apreciar, asimismo, pesados carteles comerciales en el centro, que fueron emplazados hace ya muchas décadas. No se sabe el estado en que se encuentran los elementos que los fijan o de los cuales cuelgan de los muros, y que perfectamente podrían ceder a causa de algún fuerte vendaval, con las catastróficos secuelas que son de suponer

Existen edificios en altura cuya construcción se inició en algún momento y que, por la razón que fuere, quedó luego detenida. Resulta muy frecuente que se hayan dejado allí chapas metálicas sueltas, maderas o u otros objetos que, de pronto, podrían caer sobre la vía pública, con ocasión de fuertes tormentas.

Cualquier recorrida, por dentro y por fuera de las avenidas, pone a la vista tapias de antigua construcción, con los ladrillos corroídos, que nunca han sido reparadas. Es sabido que, en algunas ocasiones, esas paredes se han derrumbado, sobre personas que resultaron gravemente lesionadas. Ni qué decir que los árboles son un tema aparte. Nuestra ciudad tiene un largo historial de sus caídas, luego de las grandes lluvias con viento que son características de nuestro verano, pero que también ocurren en otros meses del año. Rara vez tales caídas son absolutamente imprevisibles. Una oportuna inspección, a cargo de expertos, podría determinar, con bastante certeza, la existencia o no del riesgo.

Pensamos que una medida adecuada para preservar la seguridad en la vía pública, sería que la Municipalidad, tras una atenta verificación desarrollada cuadra por cuadra, confeccionase un recuento detenido de esos elementos peligrosos, de los cuales hemos apuntado algunos cuantos ejemplos.

Esto, como paso previo a la adopción de medidas que tiendan a conjurar la amenaza que implican. De otro modo, seguirá vigente lo que, pensamos, no puede admitirse: el caso del transeúnte o del automovilista que, de pronto, resulta herido o muerto porque algo cae de pronto, sobre su persona o sobre su vehículo, desde las alturas. No es la primera vez que llamamos la atención sobre este tema, que nada tiene, por cierto, de trivial.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios