Adrián Arregui, el futbolista que logró saltar los excesos y llegar a Primera

Adrián Arregui, el futbolista que logró saltar los excesos y llegar a Primera

El jugador de 26 años, que hoy es titular en San Martín, se abrió con LA GACETA y le contó su vida. Pasado, presente y futuro, y un destino que no pudo evitar: llegar a Tucumán.

Tenía seis años cuando se fue por primera vez de su casa. Adrián se sentía solo y decidió quedarse a dormir en lo de su amigo, Kevin. En un principio creyó que la visita iba a ser sólo esa noche, pero la siguiente volvió, y la otra, y la otra. En esa casa conoció lo que era tener una familia, lo que era el cariño y el afecto. Es que después de que la separación de sus padres, algunas cosas no volvieron a ser iguales.

En ese hogar ubicado en Villa España (Berazategui, Buenos Aires), conoció a Viviana y a Mario, los padres de Kevin. Entre idas y venidas, Adrián vivió con ellos, hasta los 17 años. Antes de eso, antes de irse de su casa, vivía con su mamá y su padrino, quien ocupó el rol paterno tras el abandono de su padre, cuando él tenía siete. 

Si bien Viviana fue quien lo acogió la mayor parte de su infancia y adolescencia, no era la única. Dependiendo el día, Adrián elegía en la casa de qué amigo dormir. Hoy, reconoce que tuvo la suerte de cruzarse con gente que siempre le abrió las puertas y a quienes aún sigue viendo.

El jugador aprendió a hacer su vida, como pudo, pasando mucho tiempo en la calle, en la noche. “Volver a las 3 y que nadie te reciba en la puerta. La primera vez llegás bien, la segunda quizá también, pero la tercera llegás 'mamado'”, esa frase utiliza Adrián Arregui para resumir su adolescencia.

"Fue dura (la adolescencia) pero me ha hecho crecer muchísimo. No recaí en la droga pero sí la probé, fumé marihuana alguna vez".

Vivir gran parte de sus días en la casa de Viviana no lo dejó exento de los excesos. La droga y el alcohol lo rodearon durante muchos años hasta que un día dijo: ¡basta!

“Me di cuenta de que mi vida no estaba bien después de una pelea. Habíamos salido a bailar y en un momento veo que a mi amigo le estaban pegando. Sin preguntar nada me metí a repartir piñas para defenderlo. Después me enteré que todo había empezado porque él, mi amigo, había golpeado a una mujer. Tomé conciencia de que no estaba acertando en las decisiones que estaba tomando. Eso me marcó mucho”, nombra el jugador esa situación como la que lo hizo cambiar, en una entrevista con LA GACETA.     

Viviana fue su nexo con el fútbol. En ese momento ella dirigía Villa Mitre y una mañana lo llevó para que lo prueben. Jugó allí un tiempo hasta que su realidad, su situación económica y sus necesidades lo llevaron a alejarse de las canchas y comenzar a trabajar. Entonces entró en una empresa metalúrgica, en la que se mantuvo dos años.

Volvió a las canchas y, tras dos años más, debutó en Primera con la camiseta del club del que es hincha: Berazategui. "A partir de ahí todo cambió. Empezó a ser como yo quería", comenta. 

"Contar estas cosas no me duele porque son parte de mí. Si la gente solamente sabe que juego a la pelota no me hace bien. Si vas a conocer a una persona, tenés que saber lo que vivió".

Por esas cosas del destino, después de pasar por Quilmes, Berazategui, Temperley y Montreal Impact, llegó a Tucumán. Un lugar que mamó desde su infancia, ya que Viviana y Mario son oriundos de aquí. La pareja es de La Cocha y por razones personales se mudó a Buenos Aires, décadas atrás. 

EN TEMPERLEY. El club en el que estuvo Arregui antes de llegar a Tucumán. EN TEMPERLEY. El club en el que estuvo Arregui antes de llegar a Tucumán. SINMORDAZA.COM

Desde que el matrimonio conoció a Adrián, le habló de su querida ciudad. Por eso, cuando llegó a la provincia, hermanos y sobrinos de la pareja -que siguen viviendo acá-, lo llevaron a conocer: “conocí, al fin, el lugar del que tanto me hablaban cuando era chico. Es hermoso”.

Arregui tiene 26 años y un hijo de 18 meses que llegó al mundo justo cuando estaba jugando en Canadá (Montreal Impact). “Vi el nacimiento de mi hijo por Face Time y lo conocí personalmente un mes después”, confiesa.

Le brillan los ojos cuando habla de Gino, su bebé, tanto que parece olvidarse de los momentos duros por los que tuvo que pasar. Como buen optimista, considera que si no los hubiese transitado, no sería lo que es hoy: “siento que lo que pasé con mi papá me influye a la hora de criar a mi hijo. Es difícil hacerlo a la distancia, lo extraño muchísimo. Es duro no poder estar en esta etapa de su vida. Pero entiendo que es por trabajo y mi trabajo es así”.

Otra jugada del destino hizo que Gino nazca el mismo día que su abuelo, el padre de Adrián. El jugador se volvió a reencontrar con él luego de 10 años de perderle el rastro: "yo jugaba en Temperley en ese momento. Tenía 17 años. Estaba convencido de que lo tenía que buscar y no esperar a que se muera para volverlo a ver". 

SU HIJO. El jugador atesora una caja con recuerdos que le regaló el pequeño para su cumpleaños. SU HIJO. El jugador atesora una caja con recuerdos que le regaló el pequeño para su cumpleaños. LA GACETA/ ANA DANERI

El cinco del "Santo" se reencontró con su papá cuando volvió de Canadá. El hombre había sufrido un accidente de auto recientemente y estaba internado: "cuando lo volví a ver estaba casi muerto. Por suerte logró salir de esa situación y nos pudimos dar un abrazo. 

“Yo lo busqué, sin rencores, sin saber cómo iba a reaccionar. No le pregunté por qué se fue y no se lo voy a preguntar nunca”.

Su actual relación con Viviana y Mario

Arregui no perdió el contacto con esa pareja que lo cuidó durante gran parte de su vida. "Significan muchísimo. Ellos saben que los respeto por haberme guiado y marcado valores. Me crié en una familia muy humilde, en un barrio muy humilde. Ahí aprendí lo que es ayudar sin tener de más, sin ostentar. Hoy camino por la vida con ese pensamiento", expresa.

El pequeño Gino tenía meses cuando su papá lo llevó a conocer el barrio, la casa de su infancia y a Viviana y a Mario: "ese día fue muy importante. Tengo recuerdos de verlo saltar entre las hojas, afuera, en el patio donde yo crecí. Fue muy lindo".

Un NO prototipo de jugador

La rutina de un jugador suele ser bastante tranquila, sobre todo si vive solo, en la provincia en donde juega. Más allá de ir a entrenar a la mañana o a la tarde, no suelen tener muchas otras obligaciones.

Sin encasillar, en su tiempo libre o durante las concentraciones, los futbolistas aprovechan para distraerse y, para ello, la consola de videojuegos es la primera opción. Le siguen las cartas y las listas de reproducción de música.

En el caso de Arregui todo es diferente. El mediocampista se considera todo lo contrario al prototipo de jugador de fútbol y así lo demuestra. Le gusta leer libros y compartir tardes de mates con sus compañeros que viven en el mismo barrio que él.   

“Los libros son como mirar una película y sentirla. Hoy por hoy encuentro ahí mi momento de relajación y tranquilidad”.

Según confiesa, no le atrae mucho la noche, sí las juntadas entre amigos con guitarreada. En esas reuniones aprovecha para desenfundar su guitarra y tocar algunos temas: "lo hago por hobbie. No soy para nada bueno pero me gusta".

También le gusta cocinar, sobre todo a la parrilla, y su comida preferida es el guiso.

HOBBIE. Arregui confiesa que le encanta tocar la guitarra y cantar algunos temas, sobre todo, cuando está entre amigos. HOBBIE. Arregui confiesa que le encanta tocar la guitarra y cantar algunos temas, sobre todo, cuando está entre amigos. LA GACETA/ ANA DANERI

Vive en un barrio privado de Yerba Buena, el mismo en el que tiene su departamento Matías Kranevitter. No le gusta jugar a la “Play” y, mucho menos, ver fútbol.

Aprovecha el día para hablar con su hijo, y lo hace varias veces. En su casa atesora una caja llena de fotos y recuerdos que él le envió como regalo de su último cumpleaños.

Mi retiro, mi lugar: Berazategui

Arregui declara que quiere retirarse antes de tiempo, “no cuando el cuerpo me lo exija”. “Hay que ser inteligentes a la hora de invertir. Me focalizo en eso. Trato de ver un futuro más allá del fútbol y de poder retirarme cuando tenga ganas”, considera. 

Ese niño que encontró su hogar en la calle, hizo de Berazategui su lugar. Allí están sus familias “adoptivas”, allí tiene su negocio y es el lugar que elige para invertir y desarrollar cada vez que puede. “Es mi lugar en el mundo. Tengo mi vida pensada ahí. Me voy a retirar jugando en Berazategui", finaliza. 

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