Esos eternos amores de primavera

Esos eternos amores de primavera

Mucho antes de las efemérides “importadas” que celebran el amor, el día más importante para Cupido era el 21 de septiembre. Hay quienes afirman que ello ocurre porque la primavera favorece la liberación de ciertas hormonas, como la oxitocina, la dopamina o las feromonas. En todo caso, es la química del amor.

Y TE VUELVO A ELEGIR. Se dicen Lucía y Néstor, que se conocieron en la parada del 103 el  21 de septiembre de 1992. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.-  Y TE VUELVO A ELEGIR. Se dicen Lucía y Néstor, que se conocieron en la parada del 103 el 21 de septiembre de 1992. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.-

Queríamos un amor de primavera. Para contarlo. Las respuestas llegaron con palabras como “cliché”; claro, era de esperar. Pero qué importa. Tampoco estaba previsto un descargo catártico sobre que la crisis llegó y abrió las puertas, pero no de la casa. Mucho menos creíamos que los divorcios acapararían las conversaciones en WhatsApp o en las redes. Entonces, ¿ya no se habla del amor en esta estación o es sólo tema exclusivo para el 14 de febrero? ¿El “juntos pase lo que pase” es una frase que ya no tiene vigencia?

“Tengo divorcios iniciados en primavera”, apuntó la abogada tucumana Gabriela López, como contrapunto de la consigna de “quién se ha enamorado en esta estación”. Y luego citó la reforma del Código Civil y añadió que -en realidad- en cualquier momento del año hay muchos divorcios.

“La libertad que nos da el poder de disolver en cualquier momento el vínculo matrimonial se da hoy incluso sin necesidad de invocar causa. Muchas veces es una solución fácil y una tentación, que de alguna forma disminuye el margen de tolerancia, las ganas de trabajar juntos en la relación y el ‘recontratar’ día a día para llevar a buen término la pareja y el proyecto que en algún momento anhelaron construir”, pensó la abogada.

Pero de a poco comenzaron a llegar historias. Como la de Cony y Juan Pablo, que se inició con un llamado para invitarla a salir un sábado de septiembre. O la de Cecilia y Juan, que se conocieron en una fiesta de la primavera, hace 24 años. O la de Luz del Valle Aráoz, que se enamoró el 23 de septiembre de 1978 y que duró tan poco “como el perfume de una flor”. En todas ellas había algo de lentos, abrazos, fiestas populares, largas esperas para verlo en algún punto de la ciudad, clases de gimnasia con miradas cruzadas, valentía para poder hablarle al fin...

Pero el mail de Lucía Décima decía algo más y empezaba así: “Hola. Me puse de novia un 21 de septiembre de 1992 sólo con 16 años. Él tenía 21”. El lugar del primer beso, del “¿querés ser mi novia?”, fue en el tobogán con forma de bota del parque 9 de Julio. Y la historia nació en una parada del 103 en El Colmenar, cerca de donde ella vivía. Allí conoció a Néstor Hugo Arrieta, gracias a su amiga que, en ese entonces, estaba enamorada de él.

Mensajes de papel

“Néstor vivía en la casa de su tía, porque es de Leales. Entonces, tomaba temprano el ómnibus para ir a trabajar y yo para ir a estudiar al secundario. Nos veíamos los martes como a las 7.30. En ocasiones esperaba más de 20 minutos sólo para verlo, y él no aparecía. Tomaba otro colectivo. Hasta que un día nos conocimos”, contó Lucía.

El noviazgo, de casi dos años, se dio primero a través de papelitos, porque -claro- no había celulares y la diferencia de edad dificultó la relación. Entonces, Lucía le enviaba cartas a su enamorado con su hermano, que le cobraba por cada misiva enviada. Cual cartero, se trasladaba en bicicleta de casa en casa, con respuestas escritas a mano alzada. Eran unas tres por semana. ¡Todo un presupuesto! También se encontraban en la esquina de la casa de los Décima durante unos minutos para que nadie sospechara, y mucho menos los cuatro hermanos varones y celosos de Lucía. Y en esa “locura” de hacer lo que fuera para verla, Néstor fingía ser un cliente de don Décima, que vendía placas de bronce, sólo para cruzar alguna mirada con la joven de 16 años.

Después de un año y siete meses, el papá de Lucía accedió a que los enamorados se vieran en la puerta de la casa familiar. Eran encuentros breves, que terminaban con frases como “¡a dormir, que las visitas ya se quieren ir!”. A la vista de todos no había abrazos ni besos.

Ellos sabían que ese amor que nació en primavera iba a tener un final feliz. Fueron el vivo testimonio de que eso también pasa fuera de la ficción. Se casaron en 1994. “Y llegó nuestro primer hijo también en primavera. Terminé el secundario con él en brazos y cursé la carrera de docente con los otros dos. Hoy soy maestra de una escuela de Villa Mariano Moreno. Néstor es empleado de Comercio. Estamos casados hace 24 años”, comentó Lucía.

¿Por qué contar la historia? Lucía y Néstor responden que es un pequeño homenaje al amor, porque a pesar de haber pasado muchas situaciones difíciles, siguen queriéndose como en aquel día de primavera.

> Más historias, mucho más amor

“El dulce perfume de los azahares me trae recuerdos encontrados. La belleza y la juventud y la tristeza de perderte en primavera. Sonaba el tema de Roberto Carlos, ‘Cama y mesa’, y yo viajaba en un taxi abrazada a tus prendas, a despedirme. Sería la última vez que te arreglaría el nudo de la corbata y perfumaría. Sería como el tema que decía: ‘si nos quedara poco tiempo...’. Nada es para siempre y para siempre es mucho tiempo viejo. En otro tiempo, en otra vida, volveremos a vernos y a bailar y a reír (...)”.

De María Paola Martinetti.

“Volviendo del trabajo, casi agotado, el sol cayendo para dar inicio al atardecer miro de reojo para la casa de una amiga para saludarla. Quedé perplejo y anonadado de ver tanto ángel, tanta luz. Pregunté quién era esa bella chica. ‘Mi prima’, respondió. Hoy mi amiga es ahora mi prima y su prima es la mamá de mis hermosos hijos e hijas. Abuelos ya somos. Muy felices de que nuestros caminos en el mes de septiembre se hayan cruzado (...)”.

De Juan Carlos Madrid.

“Conocí al amor de mi vida hace 24 años en una fiesta de primavera. Yo esperaba los lentos para invitarla a bailar. Tipo 5 de la mañana empezaron a sonar. Desde ese día estamos juntos y hace 2 años nos casamos. Tenemos proyectos, ideas, sueños por cumplir juntos, porque este amor nunca se va a terminar”.

De Cecilia y Juan.

“En ninguna estación me he enamorado. Aún sigo esperando. Pero como dice el dicho popular: lo último que se pierde es la esperanza”.

De Rolando Díaz.

“En septiembre fui a ver a Ulises Bueno y ahí conocí a la mujer que todavía me enamora cada mañana. Su nombre es Mercedes Guzmán. No olvido ese primer beso. Fue algo maravilloso. Y a pesar de las circunstancias de cada día. La luchamos para seguir adelante y que nada nos detenga. Hoy puedo decir que somos la pareja más enamorada que hay”.

De Alejandro Viera.

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