El crónico problema de los perros vagabundos

El crónico problema de los perros vagabundos

Se los ve en todas partes. A veces pasan inadvertidos; en otras ocasiones, salen del anonimato por sus peleas o ataques entre ellos o a personas, generando temor. La sociedad los ha abandonado a su suerte. Desde hace años, los perros vagabundos deambulan por las calles, especialmente por el microcentro. Su presencia es más llamativa aún en los barrios y en los basurales. También son los habitantes marginales de ciudades del interior, como Yerba Buena. Banda del Río Salí o Monteros.

Por lo general, las jaurías están integradas por entre 5 y 10 perros que circulan buscando alimento en la basura. Se echan ante la puerta de los locales donde duermen y una buena parte de ellos están enfermos con sarna. Cuando una perra entra en celo se pelean violentamente, lo cual provoca a menudo frenadas y bruscas maniobras entre los conductores. Los motociclistas y ciclistas son sus blancos preferidos; más de uno ha perdido el equilibro y se ha golpeado al intentar escapar de sus mordiscones.

El 4 de agosto pasado informamos que un vendedor ambulante que caminaba por el barrio Ibatín, de Monteros, ofreciendo su mercadería, fue víctima de una jauría enfurecida, que lo atacó con violencia y le produjo múltiples heridas. Los canes derribaron al vendedor y continuaron mordiéndolo en el piso; le propinaron dentelladas en las piernas y en la cabeza, dejándolo prácticamente inmóvil. Fue socorrido por los vecinos y fue internado.

En el mismo lugar, en octubre de 2015, un motociclista que circulaba cerca de un criadero de cerdos fue atacado por una jauría callejera que le produjo heridas de gravedad en distintas partes del cuerpo. Fue trasladado al hospital local, donde recibió las primeras asistencias, pero luego lo derivaron al Centro de Salud y finalmente murió.

Los canes callejeros habitan también las plazas como la Yrigoyen y la San Martín, y suelen ser los vecinos los que se preocupan de darles de comer. Suelen ser inofensivos, pero se tornan agresivos súbitamente y atacan a los ciclistas y motociclistas, a veces a los transeúntes.

En junio de 2017, un veterinario que trabajaba en el Programa Integral de Salud del Siprosa, señaló que en los últimos 10 años hubo quizás más gente muerta por mordeduras de perros que por dengue. “O sea que tenemos un serio problema con la población de animales; habría que identificar cuáles son las mordeduras y cuánto le cuestan al Estado, porque esto tiene una importancia económica”, manifestó. El profesional señaló que en 2009 presentó un proyecto de control de población canina, que entre otras cosas contemplaba el registro de animales mordedores, pero no logró una respuesta del Siprosa.

Esta antigua problemática refleja la falta de cultura cívica y de sensibilidad de una buena parte de la comunidad que los abandona en la vía pública. Obviamente, son los adultos los responsables de los perros, que en otros lugares son considerados los “mejores amigos del hombre”.

En caso de que estos canes vagabundos hieran o maten a una persona, ¿quién se hará cargo de ello? ¿Quién paga los gastos sanatoriales? ¿Las autoridades? ¿El vecino que los alimenta? ¿Las sociedades protectoras de animales? ¿Nadie? Es hora que se encuentre una solución definitiva a esta problemática crónica.

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