La preservación de la capa de ozono

La preservación de la capa de ozono

15 Septiembre 2018

Con pequeñas señales, nos advierte que no solo la estamos molestando, sino también dañando, pero cuando su paciencia se agota, su reacción puede ser impredecible y devastadora. La naturaleza es el conjunto de todo lo que existe y está determinado y armonizado en sus propias leyes. “Ni la sociedad, ni el hombre, ni ninguna otra cosa deben sobrepasar para ser buenos los límites establecidos por la naturaleza”, sostenía el médico griego Hipócrates. Una delgada capa ubicaba entre 15 y 50 kilómetros de la Tierra nos protege de las radiaciones solares; sin ella, la vida no sería posible.

El 16 de septiembre de 1987 se firmó el Protocolo de Montreal referido a las sustancias que dañan la capa de ozono. En recordación de ese hecho, la Asamblea General de la ONU proclamó que desde 1995 cada 16 de septiembre se conmemore Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Se trata de una franja frágil de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, y contribuye a preservar la vida en el planeta. Sin embargo, la utilización durante años de ciertos productos químicos la dañaron, poniendo en peligro nuestra propia existencia y la del resto de seres vivos.

Desde hace ya unos años, hay una preocupación de los científicos porque la capa se está deteriorando por la liberación de la contaminación que contienen los productos químicos cloro y bromo. Esto permite que grandes cantidades de rayos B ultravioleta llegan la Tierra provoquen cáncer de piel y cataratas en humanos y también perjudicar a los animales.

Según un informe de National Geographic, los clorofluorocarbonos (CFC), que son sustancias químicas, se hallan principalmente en los aerosoles muy utilizados en los países industrializados, que son los principales responsables del deterioro de la capa de ozono. Cuando los CFC alcanzan la parte superior de la atmósfera, se exponen a los rayos ultravioleta lo que causa que se descompongan en sustancias que incluyen cloro. El cloro hace reacción con los átomos de oxígeno en el ozono y destroza la molécula de ozono.

La Agencia para la Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos sostiene que un átomo de cloro puede destruir más de cien mil moléculas de ozono. En la Antártida, la capa ha sufrido un impacto considerable desde mediados de los años 80. Las bajas temperaturas de esta zona aceleran la conversión de los CFC en cloro. En la primavera y el verano del sur, cuando brilla el sol durante largos periodos del día, el cloro reacciona con los rayos ultravioleta destruyendo el ozono masivamente, hasta el 65%. Esto es lo que algunas personas denominan erróneamente “agujero de ozono”; se trata de un adelgazamiento. En otras zonas, la capa de ozono se ha deteriorado un 20%.

Si bien los países industrializados son los mayores contaminantes de la atmósfera, no significa que las otras naciones no deban tomar medidas para preservar no solo la capa, sino también el medio ambiente, evitando la tala indiscriminada de los bosques, la polución de los ríos producida por los desechos industriales o biológicos. Tucumán no está exento de estos males: por ejemplo, el desmonte es una de las causas de las inundaciones que ha padecido el sur de la provincia en los últimos lustros; las urbanizaciones sin planificación que agreden la naturaleza. Si no se diseña una política ambiental coherente y sostenible en el tiempo, que incluya la educación se pondrá en riesgo la vida de las futuras generaciones de tucumanos. La naturaleza y atmósfera nos dan señales de su malestar, pero el género humano parece mirar para otro lado.

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