“Farsa del corazón” simboliza la evolución del hombre

“Farsa del corazón” simboliza la evolución del hombre

Jaime Mamaní estrena una obra de Atilio Betti que no siente el paso del tiempo, según su visión. Un joven enfermo que cambia su vida.

UN JOVEN AGOBIADO. Mimo padece una enfermedad del corazón y soporta las presiones de sus padres. prensa UN JOVEN AGOBIADO. Mimo padece una enfermedad del corazón y soporta las presiones de sus padres. prensa
01 Septiembre 2018

DEBUT

• A las 22 en El Círculo de la Prensa (Mendoza 240).

Mimo es un joven que sufre de una enfermedad cardíaca, es cuestionado por sus padres y quienes lo conocen se acercan a él para aprovecharse de su condición, ya que él accede a todo lo que le piden sin solicitar nada a cambio. Pero un día logra curarse a partir de la intercesión de dos seres místicos, y a partir de allí su vida tiene un giro dramático, que lo lleva a replantearse todo lo que hizo.

El dramaturgo argentino Atilio Betti escribió “Farsa del corazón” hace casi 50 años, la obra que esta noche se estrenará en El Círculo de la Prensa, con la puesta en escena de Jaime Mamaní y actuaciones de Nahuel García, Delia Tabera, Eduardo Quiroga, Zulema Ponce, Exequiel Legorburu, Marcela Jaime, Valentina Juárez, Juan Soria y el propio director.

Esta es la segunda vez que Mamaní monta la obra; la primera fue en 2007, pero no quedó conforme. En esta oportunidad, no sólo toma distancia de su experiencia previa sino, y especialmente, de la idea del autor, que había pensado a su texto como un cuento escénico que se desarrolla en una aldea.

“La adapto al presente, en este siglo, con una escenografía minimalista y con ropa de los jóvenes de ahora, pero respeto la problemática que plantea del autor porque es totalmente vigente y no siente el paso del tiempo, habla de muchas cosas que se están viviendo. El elemento principal que uso es la silla del protagonista, que tiene un lugar central. Es una pieza para reflexionar sobre los valores humanos, movidos siempre por las pasiones. Son temas eternos”, le explica a LA GACETA.

El director destaca especialmente el plano poético del texto: “está muy bien escrita, con muchos simbolismos y metáforas, que le permitirán al espectador encontrarse con el amor, el desamor, la vida y la muerte, que siempre nos circundan”. En su momento, Betti fue reconocido como uno de los escritores más importantes del país, consagrados con numerosos premios como los premios Nacional de Teatro, Internacional Molino de Oro (Holanda) y San Gabriel (1961), además de haber sido distinguido con el Gran Premio de Honor de Argentores.

“Especialmente los adolescentes podrán sentirse identificados con la trama, porque la madre de Mimo es muy posesiva, el padre lo desprecia y sus supuestos amigos se benefician de su enfermedad. Cuando se cura, empieza a rebelarse contra las imposiciones de la sociedad, se escapa de su casa, se pone de novio con una chica que todos rechazan”, describe.

En su sanación intervienen un trotamundos (que simboliza la vida) y un deshollinador (es la muerte), apariciones especiales que le plantean que el ser humano se deja llevar por sus sentimientos y pasiones y deja la razón a un lado.

“Mimo representa la evolución del hombre. Comienza como un adolescente que no sabe qué le está sucediendo, vive intensamente y termina llevándose el mundo por delante, sin tener límites morales. Es lo que nos está pasando en este momento, que estamos muy intolerantes en muchos aspectos, sin escuchar lo que piensa el otro, sin aceptar que se exprese aunque no esté de acuerdo con su posición, con una falta de respeto a las leyes y a las normas. La sociedad está muy convulsionada y la obra habla de todo esto. La grieta salió de lo político y está en todos lados”, resalta.


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