
El fútbol de Luka Modric e Ivan Rakitic contra la euforia de los anfitriones. Croacia, uno de los aspirantes “tapados” al título, buscará hoy volver a las semifinales de un Mundial, echando del torneo a la sorprendente “Sbornaya” rusa. Los balcánicos llegan como favoritos al duelo con Rusia, aunque tendrán en frente al poderío de la hinchada local y a unos dueños de casa que sueñan en grande tras mandar a casa en octavos nada menos que a España.
Con un triunfo en los cuartos de final, el equipo formado en torno a Modric, el talentoso centrocampista del Real Madrid, igualaría el mayor logro mundialista de su país, las semifinales de Francia 1998 a las que avanzó Croacia, liderada por Davor Suker. Desde entonces, los balcánicos nunca superaron la primera ronda de un Mundial. “Tenemos la oportunidad de volver a hacer algo así”, consideró el central Dejan Lovren en alusión a 1998.

Pero pese a mostrar un buen fútbol, el equipo que venció 3-0 a Argentina no goza de la mejor imagen en el Mundial. Un video que circuló tras ese partido volvió a poner en la mira a Croacia, un país de pasado político convulso. En la grabación difundida por Lovren se ve a varios jugadores en los vestuarios entonando el “Bojna Cavoglave”, un cántico de una banda de ultraderecha que suele hacer apología del régimen fascista croata de la Ustacha, de los años de la Segunda Guerra Mundial.
No es la primera vez que Croacia genera críticas de ese tipo. En 2015 jugó un partido de las eliminatorias para la Eurocopa sin público debido a un castigo a los insultos racistas de sus aficionados.

Las chances rusas pasan por volver a armar un muro en torno al arquero Igor Akinfeev y confiar en una contra veloz de Alexander Golovin o Denis Cheryshev. O, llegado el caso, otra vez en Akinfeev, héroe nacional tras atajarle dos penales a los españoles Koke y Aspas en los octavos.
“Espero que los partidos más importantes estén todavía por venir, respondió Cherchesov a una pregunta sobre si este es el partido más trascendental para su equipo. Luego comparó a Croacia con España. “El nivel de los dos equipos es muy alto, son parecidos. Conocemos a sus jugadores porque juegan en las mejores ligas y en lo mejores clubes”, resaltó . Para impulsar el sueño de las semifinales, la federación rusa movilizó en trenes a miles de aficionados desde Moscú o San Petersburgo hacia Sochi, el balneario emblema de la nueva Rusia de Vladimir Putin.
Una derrota en el templo deportivo erigido para los Juegos Olímpicos de invierno de 2014 tendría por otro lado un simbolismo amargo. Sochi representa, como pocos lugares, las acusaciones de doping sistemático que pesan desde hace años sobre el deporte ruso. El poder del fútbol, sin embargo, puede cambiar ahora todo.
Con un triunfo, la sorprendente “Sbornaya” igualaría también el mayor logro ruso en los Mundiales de fútbol, las semifinales de 1966 a las que llegó la entonces Unión Soviética -el Estado predecesor de Rusia- liderada también por un portero: el mítico Lev Yashin, la “araña negra” rusa.