Una diosa pierde los estribos y rompe todo a su alrededor

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Taxistas, vecinos molestos, jefes dictatoriales, familiares egoístas, suegras, exparejas, maridos vagos… Toda esa gente que día a día te enloquece. ¿Y si pudieras mandarlos a todos al diablo? Un suceso inexplicable va a lograr que Pilar finalmente pueda hacer eso que todos soñamos, pero no nos animamos a llevar adelante. Claro que liberarse de todas esas cosas que molestan no va a ser tan sencillo. Es el argumento de una comedia imperdible, con personajes con los que va a ser imposible no identificarse, sobre un tema de indiscutible actualidad.

Esta es la síntesis que propone la producción de “Re loca”, la comedia con la que Martino Zaidelis, debuta en la dirección cinematográfica. El antecedente obligado del director es la realización de la serie de TV que creó Juan José Campanella, “El hombre de tu vida”, que lo hizo acreedor del Martín Fierro.

De vuelta

Para ello Zaidelis cuenta con Natalia Oreiro, que vuelve a la pantalla grande como protagonista, después de dos años, impulsada por el éxito de crítica y público gracias a “Gilda, no me arrepiento de este amor”. Por esa interpretación la actriz uruguaya recibió el Cóndor de Plata.

Oreiro regresa a su primer amor, la comedia, luego de protagonizar una serie de películas y tiras de corte dramático, como “Wakolda” y la mencionada “Gilda” en cine, y “Lynch” y “Entre caníbales” en televisión.

“Re loca” cuenta la historia de una mujer que tras años de acumular bronca y decepción, finalmente es empujada a liberarse y comienza a expresarse sin ataduras en diversas situaciones cotidianas.

El largometraje terminó de rodarse en marzo y el reparto cuenta con actores probadamente eficaces en el terreno de la comedia y en el cine, como Diego Torres, Fernán Miras, Gimena Accardi, Pilar Gamboa y Hugo Arana. La película es coproducida por Aeroplano Cine y Axel Kutzchevazky para Telefe.

No se puede ignorar como antecedente temático en clave dramática, “Un día de furia’ (“Falling down”) de 1993, donde su director, Joel Schumacher demuestra su mayor contención como cineasta tras el objetivo, donde el principal foco de la película es la figura de Michael Douglas en estado de gracia, alterado por los ruidos de la ciudad de Nueva York.