Amanece… y son las 2 de la mañana

Amanece… y son las 2 de la mañana

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Al Pacino protagoniza “Insomnia”. La película está ambientada en Alaska, adonde llega un policía decidido a cazar al asesino serial que interpreta Robin Williams. La película no es muy buena, pero nos ocupa el ambiente en el que se desarrolla. Las noches son blancas, no existe la oscuridad, lo que enloquece al policía. No puede dormir -por más que tape la ventana de la habitación-, pierde la noción de las horas, lo atrapa el cansancio, anda desorientado. Así, como Al Pacino en “Insomnia”, transitan muchos en Moscú.

El fenómeno se replica en las cercanías de los polos y en esta época es habitual en Rusia. Pronto llegaremos a San Petersburgo, donde directamente no anochece. Pero falta todavía para esa parada en el itinerario, representada por el partido Argentina-Nigeria. En Moscú las noches no son totalmente blancas, pero se parecen. El sol se esconde alrededor de las 21 y pocas horas después, alrededor de las 2, empieza a clarear.

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Para los relojes biológicos, de por sí baqueteados a causa del jet lag, es un golpe que cuesta asimilar. Ya es un tema el de la diferencia horaria. Por costumbre, y con distracciones de por medio, resulta natural llamar a casa a media mañana. Del otro lado, una voz soñolienta pregunta “¿qué pasa?” Claro, son las 4 de la madrugada en Tucumán mientras en Moscú ya es momento de ir pensando en el almuerzo. Si a eso se agrega la cuestión de las noches blancas…

Hay una enfermedad causada por el efecto contrario, el de las noches polares. Porque así como en junio los días son eternos, en diciembre el que jamás se muestra por estas latitudes es el sol. Esas noches de 24 horas provocan trastorno afectivo estacional (TAE), una forma de depresión que se trata empleando reflectores o lámparas potentes. Para paliar las noches blancas serían necesarios conos de sombras. O dormir en ambientes totalmente aislados, en los que no se filtre ni un rayito de luz por alguna rendija. Como un sótano, por ejemplo, lo que resulta definitivamente insalubre.

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El resultado es que, casi a la fuerza, se produce un cambio de hábitos: reducción de las horas de sueño, desayuno más temprano, alargamiento del día. Da la sensación de que las horas transcurren más despacio y de que la noche nunca llegará. Por eso aconsejan que la cena sea frugal, porque en poco tiempo se retoma la rutina y es clave mantenerse liviano. ¿Alcohol? Poco recomendable, pero con el clima mundialista y la manera en la que corren el vodka y la cerveza…

Esperemos que las cosas no lleguen al extremo de “Insomnia”. Pasaron 16 años desde el estreno, así que nadie se enojará por los spoilers. Al Pacino está a punto de atrapar al asesino, pero en medio de la niebla se confunde, dispara y termina matando a un compañero. Si el tormento provocado por ese episodio fuera poco, se agrega la locura generada por las noches blancas que debe soportar. Para peor, el asesino lo llama repetidamente, recordándole el hecho y poniéndolo a prueba. Que no se subestime entonces el poder de las noches blancas, cuando a las 3 de la mañana el día se instala con naturalidad y dormir se convierte en una aventura capaz de ponerle los nervios de punta a cualquiera.

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