La Primera Confitería aguarda su restauración

La Primera Confitería aguarda su restauración

Dejar solo algo o a alguien alejándose de ello o dejando de cuidarlo. Dejar un lugar, apartarse de él. Caer de ánimo, rendirse en las adversidades y contratiempos. Abandonar es uno de los verbos que caracteriza en algunos aspectos la idiosincrasia tucumana. Ello sucede, por ejemplo, con el patrimonio arquitectónico. Inmuebles valiosos se convierten en víctimas de la indolencia, del desamor y mueren lentamente. Ir a la Primera Confitería, enclavada en el cerro San Javier, era el paseo obligado de las familias décadas atrás.

En nuestra edición del lunes, un lector lamentó el estado de destrucción del inmueble, que se halla en ruinas. Recordó que era una zona donde se respiraba paz y naturaleza, pero que ahora muestra la cara del descuido. Le reclamó al Gobierno que invierta para recuperarla.

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Hace más de dos décadas que el emblemático edificio se debate en el olvido. Hubo algunas iniciativas que proponían su refacción. El año pasado, el responsable del Ente Tucumán Turismo dijo que el inmueble debería ser desafectado de la ley de patrimonio N° 7.535. El funcionario sostuvo que cada vez que aparece un inversor, termina desistiendo porque se le prohíbe que voltee las paredes. “Lo que queda en pie no sirve”, aseguró. La titular de la Dirección de Patrimonio contestó entonces que no era necesario desafectar el inmueble de la norma para ponerlo en valor. La profesional dijo que la confitería es representativa de la arquitectura que se desarrolló en Tucumán entre las décadas del 30 y 40. Se trata de una versión del estilo arquitectónico californiano, que se refleja en las tejas, los muros blancos, carpinterías de maderas y los porches, que formaban parte de esa corriente. El chalet original debería ser restaurado; el techo de tejas está derribado y los pisos de cerámico colorado requieren un reemplazo total, según se indica en un documento, en cuya elaboración trabajaron representantes de tres universidades y de la Comisión Nacional de Museos y Lugares Históricos.

En 1938 se inauguró el primer tramo asfaltado de la ruta a San Javier, que llegaba hasta la Primera Confitería, inaugurada el 22 de mayo de ese año, con el nombre de Parque Aconquija; fue clausurada en 1990. Tampoco se concretó un proyecto que podría haberle dado vida, además de potenciar turísticamente a San Javier. En noviembre de 1995, ingresó a la Legislatura un ambicioso proyecto de montar una aerosilla en la ladera del cerro que uniera la Primera Confitería y el campamento de Vialidad, en las cercanías de la hostería. El Ente de Turismo anunció en noviembre de 2006 que en 2007 se concretaría el antiguo proyecto de la aerosilla porque la propuesta formaba parte del programa de Obras Prioritarias que contaba con el financiamiento del BID. Se dijo en la ocasión que la ejecución de los trabajos demandaría 24 meses y que se contactaría a empresarios de medios de elevación de Mendoza y Bariloche. Nada se supo luego del asunto.

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Cuesta entender cómo en otros lugares (Rosario, Córdoba, Mendoza, Salta), en los que el turismo constituye una fuente de ingresos importante, todo pareciera posible, mientras que en Tucumán, pese a que hay manifiesto interés, muchos proyectos que pueden contribuir a nuestro desarrollo no pasan de su formulación. ¿Falta de visión de futuro, ineptitud? Da la impresión de que nuestros gobernantes no han logrado entender que la rentabilidad no está reñida con el patrimonio cultural; justamente ambos pueden ir de la mano.

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