Cartas de lectores
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15 Abril 2018

Azarquiel

En la centuria 11ª de la era cristiana (1018) nace en Córdoba, España, el insigne astrónomo musulmán Albuisaac Ibrahim Zarcali, más conocido como Azarquiel. Fue el autor, entre otros valiosísimos trabajos, del “Tratado de la Azafea (astrolabio) y de las Láminas de los planetas”, donde se presenta como el matemático que ha estudiado y superado ampliamente las reglas proyectivas dadas por Ptolomeo. Recién en el siglo XIII, sus escritos fueron transcriptos del árabe al castellano por Rabí Zag de Toledo, astrónomo de la corte del rey Alfonso X, El sabio. En los escritos de Azarquiel hay un descubrimiento de capital importancia que pone en tela de juicio una creencia muy veneradamente sostenida por los siglos: que la órbita de los planetas es circular. Pero en vista de los resultados que obtenía, y decidido a oponer la verdad al error, trazó su propio planisferio celeste en donde resultó que la verdadera órbita de los planetas, empezando por Mercurio, no era circular, sino ovalada y próximamente elíptica. Laplace dijo, al efecto, que sin estos trascendentes estudios, las bellas leyes de Kepler tal vez no hubieran existido. En el año 1626 Kepler, auxiliado por su gran ilustración matemática, publicó las memorables “Tablas rudolfinas” y sus leyes fundadas precisamente en los trabajos de Azarquiel. La labor de este sabio del medioevo fue extraordinariamente fecunda. Sánchez Pérez lo considera como “el más insigne astrónomo árabe, comparable con los mayores de la antigüedad por su práctica y exactitud en las observaciones directas”. Recuérdese, en efecto, el valor de 23° 24’ para la máxima declinación del sol, resultado admirable, dada la imperfección de los instrumentos de que disponía, y el hecho de haber realizado más de 400 observaciones para determinar el apogeo del sol. “Estos datos bastarían para asignarle un puesto preeminente en la historia de la ciencia hispanomusulmana si por tantos conceptos no lo tuviera en la de la astronomía universal”.

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Arturo Garvich

Las Heras 632, San Miguel de Tucumán


Fundamentalismos  

El ministro de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva de la Argentina, Lino Barañao, en su disertación ante el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, realizado en esta provincia (LA GACETA 10/4) tuvo la desafortunada y/o insolente afirmación de comparar a los ecologistas con los borrachos y llamó a que se les declare una batalla por acusarlos de entorpecer el desarrollo de actividades productivas, especialmente agrícolas y mineras. Mencionó que mueren en el país más personas por accidentes de tránsito que las que mueren intoxicadas con agroquímicos. Alabó las riquezas que produce el cultivo de la soja. No mencionó las cuantiosas pérdidas materiales y humanas que produjo y produce el cultivo de esta planta por realizarse en suelos marginales, hechos que se traducen en la erosión de los suelos por la escorrentía de las aguas pluviales que generan a su vez catastróficas inundaciones con daños irreparables. Alabó también a la minería, mencionando que produjo un crecimiento económico, ocultando que el mismo se produjo de la mano de un deterioro ambiental también irreparable. Sabido es que las grandes corporaciones se empeñaron siempre en politizar las Instituciones que administran los recursos naturales, entre otros, y volverlos dependientes de las áreas de los poderes ejecutivos, siempre dispuestos a favor de aquellos, tema del que se ocupó nuestro Papa Francisco en su Carta Encíclica Laudato-Si (apartado 182/ 188), que concluye: “Al poder político lo está monopolizando el poder el poder económico, y al poder económico no le interesa el problema ambiental”. Innumerables informes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, entre otros, dan cuenta del impresionante deterioro de nuestros suelos, nuestras aguas, nuestros bosques. Los ecologistas borrachos perciben el deterioro ambiental, el que es inocultable, la ciencia argentina debe declararles la batalla no a ellos sino a los verdaderos responsables de las catástrofes ambientales, los políticos que incumplen todas las leyes ambientales, según el propio presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti.

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Rolando Riera

Congreso 82, San Miguel de Tucumán


Siria I

Ya no se puede permitir los desastres mundiales; aparte del ecológico, se sigue en forma irracional matando, el crimen sigue de una manera artera y con explicaciones que se fundamentan sobre asesinatos conscientes de niños, hombres y mujeres. Me refiero a Siria, país desvastado. Creo que no hay que ser erudito para analizar el porqué de estas muertes; la economía del mundo se apoya sobre intereses, y perpetuarse para seguir demostrando grandeza, poder y otros atributos, flagelando a naciones.

Carlos Rubén Ávila

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Siria II

Leí la nota “Contar cadáveres”, firmada por Carlos Duguech (11/4) y me sorprendió que la misma estuviera contaminada ideológicamente al analizar la situación en Siria. Hace tiempo que sigo de cerca toda información sobre el conflicto, y considero una verdadera injusticia que un país, que solía tener una envidiable paz social, haya sido víctima de un permanente ataque por parte de intereses occidentales que apelaron a toda clase de subterfugios para quedarse con su territorio y sus riquezas. Conozco gente que ha visitado el país en épocas en que reinaba una saludable paz, y todos coincidieron en observar que diferentes religiones convivían sin conflictos. Sin embargo, y aunque el gobierno sirio jamás solicitó injerencia extranjera, países occidentales interesados en desintegrar la sociedad y con el objeto de aumentar su vulnerabilidad, inventaron la remanida receta de inyectarle democracia en forma compulsiva. Es sabido que a cualquier país se lo divide y se disgrega cuando se promocionan compulsivamente divisiones políticas. Hoy en día asistimos a la acusación que se hace a Siria de un ataque con gas. Creo que todo este circo responde a la archiconocida maniobra que ciertos países utilizan para justificar una intervención militar. Este tipo de estrategias son engendros denominados de “falsa bandera”, de los cuales ya tenemos sobradas muestras con lo que ha pasado con países como El Líbano, Irak, Libia etcétera. Para cumplir con sus objetivos, los países interesados en apoderarse del petróleo y del territorio de otros, inventan movimientos como el llamado “Estado Islámico”, cuyos integrantes nada tienen que ver con el Islamismo. Sus integrantes no son otra cosa que mercenarios. Mano de obra desocupada, cuyos integrantes que no saben hacer otra cosa que disparar fusiles y matar gente siguiendo las órdenes de quien les pague.

Humberto Hugo D’Andrea

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La escuela, un lugar para todos

Los obispos de Concepción, Cafayate y Tucumán, que tenemos jurisdicción en la provincia de Tucumán, en referencia a lo dicho en los medios de comunicación por algunas personas que proponen una Escuela sin enseñanza de religión, nos dirigimos al Pueblo tucumano a fin de presentar nuestra postura sobre este tema. En primer lugar se reconoce el derecho de aquellos que se sienten discriminados por la enseñanza religiosa, de presentar ante la justicia su situación. Ahora bien nos parece también conveniente manifestar que la enseñanza religiosa en las escuelas hunde sus raíces en nuestra constitución provincial. En segundo lugar que esta práctica de Educación religiosa ha dado tantísimos frutos de inclusión e integración entre diversas religiones. Incluso con aquellos padres que no quieren educación religiosa se ha logrado, muchas veces, construir una propuesta válida de enseñanza alrededor de valores. En tercer lugar los docentes de religión que trabajan en el estado tienen todos ellos la capacitación y la profesionalización acreditada ante las autoridades provinciales conforme a las normas que rigen para todo docente. En cuarto lugar insistimos que el pueblo tucumano y en general el pueblo argentino comprende a cada ser humano como un ser abierto a la trascendencia. Esta apertura a la trascendencia no es vivida solamente como una conciencia individual y privada sino ante todo como una experiencia popular. Por lo tanto una educación integral debe comprender el desarrollo de estos aspectos que hacen a nuestra cultura. Finalmente, nos parece muy importante destacar que lo que debemos debatir los tucumanos es la visión de una escuela que nos incluya a todos, por eso deseamos abrir un espacio de diálogo con las personas interesadas. Como comunidad católica estamos dispuestos a ofrecer nuestros mejores esfuerzos en pos de este ideal de convivencia de tal modo que así como no debemos imponer, tampoco debemos eliminar una propuesta que es vivida como un bien para todos.

José María Rossi, obispo de la Santísima Concepción, Demetrio Jiménez, obispo prelado de Cafayate, Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán

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