Una velada en 1855

Una velada en 1855

Agasajo al capitán Thomas Page en Tucumán.

EMILIA LÓPEZ DE ZAVALÍA. Esposa del doctor Salustiano, presentó a Page a dos de sus hijas, dotadas de talento musical. EMILIA LÓPEZ DE ZAVALÍA. Esposa del doctor Salustiano, presentó a Page a dos de sus hijas, dotadas de talento musical.

El marino norteamericano Thomas Jefferson Page visitó el país en 1854-55, y consignó sus muy interesantes impresiones en el libro “La Plata. The Argentine Confederation and Paraguay” (1859). Durante su estadía en Tucumán -a la que nos hemos referido en otras ocasiones- el ex constituyente de 1853, doctor Salustiano Zavalía, lo invitó a comer a su casa.

Cuenta Page que allí “conocí a la mayoría de la gente distinguida de la ciudad”. Quería detenerse en tal agasajo, porque a pesar de “la distancia que separa a Tucumán de todos los centro de civilización del Plata”, apreció “un ambiente tan elegante como el que pudiera encontrar en las residencias más distinguidas de cualquier nación”.

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Durante la comida, “circularon vinos de alta calidad, tanto del país como del extranjero”. El doctor Zavalía lanzó un brindis “por los tres grandes acontecimientos en la historia del país: la Independencia, la caída de Rosas y el descubrimiento de la navegabilidad del Salado”. Al brindis siguieron “otros discursos y comentarios encomiásticos”. Se mencionó a la Constitución de Estados Unidos “como el modelo sobre el cual habían fundado la de ellos; a nuestro gobierno, como de los primeros en reconocer su independencia, y a nuestras exploraciones, como las primeras en establecer que poseían una salida al Atlántico”.

El discurso de Page, “lo único notable que tenía era la mala calidad del español en que fue expresado”. Después, tras “haber fumado un cigarro y tomado café, pasamos a la sala -un fresco y amplio salón que daba al patio- donde fui presentado a la señora de Zavalía y sus dos bonitas hijas. El talento musical de éstas me sorprendió sobremanera, pues me informó la señora que habían sido educadas en Tucumán”. Su piano, que “había sido transportado unas 900 millas en carreta de bueyes, se encontraba en excelente estado”.

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