Atlético no pudo quebrar a Tigre, pero estuvo cerca de que la historia sea al revés

Atlético no pudo quebrar a Tigre, pero estuvo cerca de que la historia sea al revés

Sin goles y con emociones, Augusto Batalla y Julio Chiarini que posibilitaron el empate sin goles, sobre el final casi facilitan la apertura del marcador.

POCAS CHANCES. David Barbona se lleva la pelota ante la barrida de Diego Sosa y la mirada de Diego Morales. El volante tuvo un flojo partido y no logró desequilibrar en ataque . la gaceta / foto de Osvaldo Ripoll POCAS CHANCES. David Barbona se lleva la pelota ante la barrida de Diego Sosa y la mirada de Diego Morales. El volante tuvo un flojo partido y no logró desequilibrar en ataque . la gaceta / foto de Osvaldo Ripoll
25 Febrero 2018

Al fútbol se juega con los pies pero el que se vio ayer en el Monumental era para disfrutarlo mirando las manos de los protagonistas. No solo las de los arqueros Augusto Batalla y Julio Chiarini que posibilitaron el empate sin goles y que sobre el final casi facilitan la apertura del marcador. Fue interesante ver como los centrales de Atlético, sobre todo Rafael García, abría los brazos en las salidas, como si se quejara por no tener receptores para hacer lo que tan bien hizo Tigre todo el partido: salir desde el fondo por abajo.

Chiarini ubicaba a Ignacio Canuto o Alexis Niz, que siempre tenían en frente a Sebastián Prediger. Prediger miraba hacia adelante y Matías Pérez García se le mostraba como opción.

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A todo ese traslado escalonado que escrito parece tan sencillo, se tornó difícil para Gonzalo Freitas y Francisco Grahl, un improvisado doble 5. Ni uno ni el otro lograron marcar, ni mostrarse como variables en ataque.

Grahl es un jugador exquisito mentalmente: la mayoría de las jugadas que piensa son las correctas y en todas pretende hacerlo con lujo. Sin embargo, suele tener serios problemas con la ejecución de sus acciones. En uno de sus partidos más flojos, terminó fallando varios pases cortos y haciendo extrañar a Rodrigo Aliendro.

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El final de ese traslado que hacía Tigre en la primera etapa, terminaba en sus delanteros. Pérez García encontró varias veces a Denis Stracqualursi y en una de ellas, el delantero que casi llega a Atlético en el invierno pasado, marcó el pase y también el gol pero apareció otra mano digna de ver. En este caso la de Nahuel Rasullo. El árbitro que asistió al principal, Pablo Echavarría, levantó la bandera y no le convalido un gol legítimo al visitante.

Stracqualursi se había escabullido entre los centrales, que volvieron a tener un partido flojo.

Del otro lado del campo, Atlético fue de menor a mayor. Ese dominio del equipo de Cristian Ledesma coincidió con una pobre tarea en ofensiva de Atlético, salvo por un Favio Álvarez que jugó bien pero no tenía compañía. Otra dupla improvisada, a causa de la lesión de Luis Rodríguez (que también se hizo extrañar), fue la de Javier Toledo y Mauricio Affonso. Valió la pena ver las manos de los dos 9 cuando intentaban asistirse y no se encontraban. Gestos que anticipaban que no iba a ser su noche.

Incluso en el segundo tiempo, cuando Atlético mejoró su rendimiento gracias a los ingresos de Alejandro Melo (se asoció con Álvarez) y Nery Leyes, Toledo tuvo la segunda chance más clara (después de la de Melo en el palo) y la desperdició rematando por arriba

Sobre el final, la pelota se le escurrió de las manos a Augusto Batalla y la derrota estuvo cerca. Quizás por eso, el empate tuvo otro sabor. Un 0-0 entretenido, más allá de lo que hicieron con las manos.

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