A 166 años de Caseros

A 166 años de Caseros

BATALLA DE CASEROS. Gregorio Aráoz de La Madrid tenía 57 años cuando actuó en la famosa acción del 3 de febrero de 1852. BATALLA DE CASEROS. Gregorio Aráoz de La Madrid tenía 57 años cuando actuó en la famosa acción del 3 de febrero de 1852.

Hoy se cumplen 166 años del 3 de febrero de 1852. Ese día, el “Ejército Grande Libertador”, que mandaba en jefe el general Justo José de Urquiza, derrotó al del general Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros. Fue la última acción de las “más de 130 y tantas” en las que actuó desde 1812 el tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid. Tenía 57 años, lo que era avanzada edad para esas épocas.

En los tramos finales del encuentro, La Madrid, que conducía la extrema derecha del “Ejército Grande” (compuesta por una división entrerriana y un regimiento brasileño) giró rumbo al campamento rosista de Santos Lugares, para cortar la retirada a las fuerzas enemigas. No pudo cumplir ese propósito, cosa que lo contrarió enormemente. En el parte a Urquiza, expresó que en ninguna de las batallas en que estuvo “he hecho menos, sólo por no contrariar las sabias disposiciones de V.E.” Decía que por eso su división no pudo tomar prisionero a Rosas, “pues con este exclusivo objeto me había propuesto privarle su fuga por retaguardia de Santos Lugares y presentarme de frente envolviendo toda su ala izquierda”...

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El gran desfile de los vencedores se realizó el 19 de febrero en Buenos Aires, ante enorme concurrencia. Narra Juan M. Espora que el público se alborotó al divisar la figura de La Madrid entre los oficiales que desfilaban. “Asaltado el general en medio de la columna por una multitud de gente, en el acto en que fue reconocido, se vio sobremanera embarazado para aceptar sin riesgo los homenaje de aprecio que todos le tributaban”, escribe Espora. “Durante algunos minutos, los abrazos y los cumplimiento no cesaron, y entretanto el grupo que lo rodeaba fue aumentándose, y por consecuencia la presión creciendo; hasta que, al final, el animal que cabalgaba, inquieto al verse tan extrañamente comprimido, hizo un repentino y violento salto, con el que casi lo arrojó en tierra”.

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