Voceros: protagonistas en la comunicación de una verdadera crisis

Voceros: protagonistas en la comunicación de una verdadera crisis

ROL IMPERSONAL. El capital Balbi es submarinista, y eso le facilita su trabajo. TELAM ROL IMPERSONAL. El capital Balbi es submarinista, y eso le facilita su trabajo. TELAM
28 Noviembre 2017

De Dr. Luciano H. Elizalde,
Decano de la Facultad de Comunicación y profesor titular de Asuntos públicos y comunicación de crisis en la Universidad Austral.-

Algunos de los aspectos más relevantes de la gestión de la comunicación de la crisis, nos permiten aprender y recordar por qué es importante la comunicación.

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El vocero de la Armada, capitán Enrique Balbi, encontró el registro y el rapport para comunicarse con la prensa. Es difícil para un militar entrar en una comunicación directa con el periodismo actual. El vocero es submarinista. Sabe muy bien cómo funciona y cuáles son los límites de un submarino. Esto le facilita mucho el trabajo de vocero.

Esto nos ayuda a aprender cómo gestionar la información en una crisis: con alguien como vocero que realmente sepa y conozca del tema en detalle y de verdad.

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El vocero institucional cumple un papel impersonal. Nunca o casi nunca debería hablar por él mismo, si no que debe ser la voz, el contenido y el rostro de la institución. Sus palabras son las de su “jefe” o de la institución que representa. En la Argentina no estamos acostumbrados a los voceros únicos institucionales. Éste es un caso de voz institucionalizada.

Este vocero institucional no fue el único. Parecería que la comunicación desde la Armada pudo fallar cuando, con buenas intenciones, se comenzaron a dar dos canales formales y varios canales informales. El vocero de la Armada, en Buenos Aires, el vocero de la base de Mar del Plata, y el propio jefe de la fuerza de submarinos que se comunicaba con los familiares de los tripulantes para dar contención.

Único canal

Dar diferentes informaciones, o similares, pero con distintas intenciones y valoraciones personales dadas normalmente por los voceros, producen diferentes interpretaciones, que generan, a su vez, otros mensajes y texto.

En situaciones de crisis como ésta, siempre es necesario y conveniente tener y mantener un único canal de información.

Los damnificados y sus familiares tienen un lugar o un protagonismo que no lo tenían en otros momentos de la historia de la comunicación. Estamos en una sociedad que tiene una cultura democrática y una cultura de la sensibilidad. El reclamo de la gente es por la verdad. No sólo de los observadores sino también la demanda de los familiares. En las crisis se termina el debate sobre la verdad o la post-verdad. Los implicados reclaman la verdad por correspondencia: que los juicios y discursos se correspondan con los hechos, con las intenciones de los actos y con las decisiones de los protagonistas. ¿Qué aprendemos? Que debemos buscar por todos los medios no apartarnos de la verdad nunca durante la gestión de una situación de crisis. La falta de verdad será cobrada a un precio muy alto a posteriori.

La sociedad de la comunicación valora la buena comunicación, en realidad, jerarquiza la comunicación, buena o mala. Pero entonces esto nos debería llevar a saber que todo lo que hacemos, puede estar expuesto en las redes sociales y en algún momento, en el espacio público de los medios de prensa.

Sin autoridad suficiente no es posible hacer una comunicación de crisis eficaz. Uno de los problemas que más impacta en la comunicación de crisis es el cambio o transformación que ha sufrido la autoridad como relación social en nuestra civilización. La autoridad permite la confianza y la confianza genera una comunicación más simple y más eficaz.

Como argentinos deberíamos usar esta tragedia como una oportunidad para analizar y reflexionar sobre qué relación tenemos con la verdad, con la autoridad, con la confianza en nosotros y en nuestros semejantes. Ojalá que este suceso, por lo menos, sirva para esto.

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