Crismanich visitó Tucumán y dejó sus enseñanzas

Crismanich visitó Tucumán y dejó sus enseñanzas

El taekwondista, una siembra olímpica.

ENSEÑANDO. Crismanich (de frente, a la izquierda) imparte instrucciones durante el campus en el club Tucumán de Gimnasia. la gaceta / foto de josé nuno ENSEÑANDO. Crismanich (de frente, a la izquierda) imparte instrucciones durante el campus en el club Tucumán de Gimnasia. la gaceta / foto de josé nuno
26 Noviembre 2017

Que Sebastián Crismanich tenga metas cargadas de grandeza es lo normal. A los ocho años, a mediados de los 90, le avisó a su mamá que quería ganar una medalla de oro olímpica en taekwondo. En 2012 cumplió: se colgó la presea dorada en los Juegos de Londres en la categoría hasta 80 kilos. Desde hace tres días, el correntino visita Tucumán contando su experiencia dorada. Aunque ahora está concentrado en la meta que acompaña su presente, en condición de atleta retirado. Un objetivo que, según él, le permitió reinventarse y salir del “pozo”. “Quiero que se vayan pensando en ser campeones olímpicos”, fue contundente al explicar su deseo. El medallista olímpico tiene absoluto convencimiento que esa meta que él se planteó puede ser realizable nuevamente y él quiere ayudar a eso en cada visita, charla, entrenamiento o, incluso, entrevista que concede, tal como lo hizo con LG Deportiva.


- ¿Qué significa Tucumán para vos?

- Con todas las provincias del interior, sobre todo las que están en el norte, siento una responsabilidad: hacer una entrega que los del interior no estamos acostumbrados a recibir. Siento la necesidad de cambiar realidades. Tucumán es una provincia que tiene muchos atletas que ganan en los Nacionales. No es poca cosa porque no tiene todas las herramientas, entonces da una pauta… ¡Imaginate si ponés un sistema con las herramientas y la capacitación necesaria hasta dónde podrían llegar!

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- ¿Se puede evitar el desarraigo del taekwondista del interior?

- Lucho para que no se tenga que ir de su provincia, pero hay que ser consciente de algo: hoy las herramientas no están dadas al 100 por ciento para que el atleta pueda quedarse en el interior.

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- En muchos deportes, emigrar hacia Buenos Aires es inevitable. Ahora podés llevar el sello correntino, con la apertura de academias, hacia tierras bonaerenses.

- Soy consciente que en este momento soy una marca. Hay cuestiones que las voy utilizando como tal, como modelos de negocio. Implementar nuestra marca en Buenos Aires es fundamental porque tenemos muchos pedidos. Con mi hermano (N. de la R.: Mauro es el único argentino campeón mundial de taekwondo) nos resistimos durante mucho tiempo porque queremos trabajar en el interior, pero por una cuestión comercial, sabíamos que necesitábamos hacerlo.

- ¿Qué buscás en cada visita que realizás?

- Hay algunos que vienen para ver a su ídolo, a su referente, a aprender algo que les pueda enseñar; pero lo más importante es que cuando se termine el campus todos tengan las ganas de ser campeones olímpicos. Ese es el máximo objetivo, más allá de lo técnico y lo táctico. Cuando uno se vuelve con ese sentimiento, te cambia la vida. A mí me la cambió. Se produce un clic y de ahí en más cada uno de ellos tiene que empezar a avanzar.

- ¿Te sentís capacitado como para identificar al taekwondista que posee lo necesario para ser campeón olímpico?

- Sí. Tengo experiencia en eso. Puedo decir: ‘mirá, ponele fichas a tu hijo porque puede andar muy bien’. Obvio, después depende de él, de la voluntad que tenga. No porque sea talentoso o tenga cualidades físicas y técnicas va a llegar. Debe tener también un contexto de valores. Voy evaluando a los atletas. Tengo mi planilla donde voy anotando.

- ¿Les avisás a quienes asisten a sus clínicas sobre esa mirada?

- No, porque muchos de ellos se van a autopresionar. Los chicos están en una edad en la que yo no estoy buscando resultados, ni que le ganen al otro. Ese no es el sentido. Lo que trato de encontrar es el biotipo correcto. Después hablar con los profesores y que se desarrollen naturalmente.

- Este tipo de trabajo ¿cómo influye en el país?

- Es un proceso. Y aquí pongo en la mesa al Enard (N. de la R.: Ente Nacional que se vería afectado si la nueva reforma tributaria se aplicara). Al deporte argentino le dio una evolución impresionante porque ahora tenemos fogueo internacional en diferentes categorías, ya desde Cadetes, y en todos los deportes. Se está atacando la falta más grande que teníamos. El Enard empezó a ampliar la mirada hacia la utilización de todas las herramientas que se puedan implementar. Los países que no cuenten con esa posibilidad siempre van a estar un paso atrás. Sabemos que los recursos son limitados. Sabemos que hay un dinero que se acaba y que es ponerlo acá o allá. Poco a poco se irá acomodando y la gente que dirige el Comité Olímpico, el Enard y la Secretaría de Deportes irán aprendiendo a medida que se vaya desarrollando el deporte.

- Una lesión te obligó al retiro. ¿Cómo vivís esta nueva realidad?

- Un atleta nunca se quiere retirar y este retiro inducido u obligado me chocó fuerte de entrada y por algún tiempo. Pero soy una persona que se reinventa o busca hacerlo de la manera más rápida posible. Todo esto que digo, de mis nuevos objetivos, son tal vez para salir del mismo pozo que genera un retiro. Decir: ‘voy por algo grande porque encontré mi nueva faceta’. Eso me ayuda y voy a buscarlo.

- Calificar al retiro como “pozo” es fuerte

- Es hasta depresivo. Pensar que estuve 23 años viviendo de una manera y de repente eso ya no está… No te queda nada para adelante, tenés que crear algo, una visión para que en tu presente puedas seguir llevando una vida digna.

- ¿Se puede evitar una sensación como la que describís?

- No. Es un proceso que hay que atravesarlo. Lo que pasa es que hay gente que lo esquiva y alarga la agonía que puede tener el retiro. A mí me gusta enfrentar la situación apenas aparece y luego ir para adelante.

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