La resistencia de las bacterias a los antibióticos nos está dejando sin cura para enfermedades graves

La resistencia de las bacterias a los antibióticos nos está dejando sin cura para enfermedades graves

Desde hace años la OMS alerta sobre el problema, que no obstante se está agravando. Una experta tucumana explica los motivos y los riesgos

21 Noviembre 2017

Un nuevo peligro acecha a la humanidad y la OMS ha declarado la emergencia mundial. Ese nuevo peligro se llama resistencia a los antimicrobianos (RAM). Dicho en pocas palabras: la humanidad corre serio riesgo de que los anitbióticos dejen de curar las enfermedades bacterianas, porque las bacterias se están defendiendo de nosotros.

“Hoy se registran 700.000 muertes por año por RAM en el mundo. Pero según la OMS, si el proceso continúa con este ritmo, para 2050 serán 10 millones por año, y la RAM será la primera causa, superando el cáncer”, informa, alarmante, la doctora María Cecilia Rodríguez, del laboratorio de Genética y Biología Molecular del Cerela (Conicet).

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Adaptarse para vivir

Para no morirse, todos los seres vivos producen cambios de adaptación. Los humanos, por ejemplo, creamos herramientas que nos permiten sobrevivir; entre ellas, los antibióticos, y fueron una revolución: hasta hace 150 años la gente se moría de enfermedades que pasaron a tratarse sencillamente.

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Las bacterias (y recordemos que muchas de ellas son beneficiosas para la salud) también cambian para adaptarse y en tanto tiempo expuestas a los antibióticos aprendieron la lección: su herramienta es mutar.

“La resistencia antimicrobiana es un fenómeno evolutivo natural en las bacterias, que les otorga ventajas adaptativas”, explica Rodríguez. Es en sí mismo un proceso normal, pero ha dejado de serlo a causa del uso indebido de antibacterianos en humanos, en animales y hasta en vegetales, y ha dado lugar a la aparición de superbacterias o bacterias multirresistentes (resisten a más de tres familias distintas de antibióticos).

Ese uso indebido está relacionado, por un lado, con conductas individuales (lamentablemente) muy frecuentes entre nosotros, como la automedicación y, más lamentable aún, las indicaciones médicas incorrectas.

“Por otro lado, en nuestro país faltan políticas apropiadas de utilización de antibióticos, por un lado, y son deficientes prácticas de control de infecciones. En la Argentina, la tasa de hospitales con pacientes infectados por superbacterias casi duplica la de España, y es 18 veces mayor que la de Suecia”, lamenta Rodríguez.

Según un informe de la OMS de febrero de este año, el grupo de prioridad crítica incluye bacterias que han adquirido resistencia a un elevado número de antibióticos y pueden provocar enfermedades como gonorrea, gastroenteritis, infecciones en la piel, infecciones de la corriente sanguínea, neumonía, úlceras o meningitis neonatal. Existe alto riesgo de contagio en hospitales, residencias de ancianos y entre pacientes inmunodeficientes o que necesitan ser atendidos con dispositivos como ventiladores y catéteres intravenosos.

¿Cómo se producen?

“Como modo de adaptación, las bacterias tienen capacidad para adquirir material genético, y ese material es el que les otorga la resistencia”, explica Rodríguez.

La cosa es así: toda la información genética esencial para la vida de la bacteria está contenida en una única molécula de ADN que es el cromosoma (información genética de la especie) bacteriano. Pero muchas bacterias poseen además ADN extracromosómico, que tiene información sobre funciones que no son esenciales para su vida, pero les da “habilidades”, entre ellas, la de mutar y resistir. “Además, estas estructuras genéticas tienen capacidad para ‘moverse’ entre una bacteria y otra, no necesariamente de la misma especie, lo que favorece la diseminación de la resistencia”, explica Rodríguez.

“Y esa resistencia crece día a día en todo el mundo. Hace algunas décadas la gran mayoría de los antimicrobianos funcionaba bien tanto para las infecciones comunitarias como para las hospitalarias; pero debido al uso irracional de los antibióticos, entre otras causas, estamos actualmente en una situación sumamente dramática”, resalta.

Para colmo, no se puede revertir y todos (hayamos consumido muchos antibióticos o no) estamos expuestos a las superbacterias, resalta Rodríguez, y agrega: “lo que se busca es que el ritmo de evolución de la resistencia sea más lento, y el urgente desarrollo de nuevas drogas, pero por ahora las opciones terapéuticas son muy limitadas”.

> Hospitales porteños logran bajar el uso de antimicrobianos

En la Ciudad de Buenos Aires las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no han caído en saco roto. Un proyecto piloto implementado en 17 hospitales porteños desde 2016 permitió en un año reducir el uso de antibióticos un 10%, sin aumentar la mortalidad de los pacientes.

El plan para racionalizar el uso de estos tratamientos fue elaborado por la Comisión Asesora para el Uso Optimizado de los Antibióticos del Ministerio de Salud porteño.

Según informó La Nación, las medidas tomadas para lograrlo incluyen la actualización del conocimiento de los profesionales, la redacción de guías en cada centro -de acuerdo con las mejores prácticas recomendadas-, el monitoreo de su cumplimiento y el uso de formularios para prescribir ciertos antibióticos cuando no está interviniendo el servicio de infectología, entre otras. En definitiva, controlar la administración de los antibacterianos.

“Si se indica un antibiótico para tratar una neumonía, por ejemplo, ese primer uso sin resultados de laboratorio debería ratificarse o rectificarse a las 48 horas, cuando los cultivos indiquen qué está causando la infección”, explicó Daniel Pryluka, integrante de la comisión.

“Estamos ante un problema de salud pública poco conocido por nuestra población, que tiene que ver con el mal uso de los antibióticos, incluidas las indicaciones médicas incorrectas o la automedicación”, alertó Ana Bou Pérez, titular de la cartera sanitaria porteña.

“Mientras no se legisle para que sea tan difícil comprar en una farmacia un antibiótico como un psicofármaco la amenaza se mantendrá”, resaltó Pryluka.


Cinco creencias no solo erróneas sino también muy peligrosas
- SIRVEN PARA CURAR CUALQUIER AFECCIÓN: sólo curan patologías causadas por bacterias, pero no un resfrío común ni una enfermedad de origen viral.
- NO TIENEN EFECTOS SECUNDARIOS: sí los tienen; en algunos casos pueden pasar inadvertidos; en otros, causar diarreas, náuseas y reacciones alérgicas.
- LOS CAROS SON LOS MEJORES: los tradicionales y baratos, como la penicilina, todavía tienen mucha utilidad para combatir infecciones bacterianas.
- LOS QUE ELIMINAN MÁS BACTERIAS SON LOS MEJORES: no; el cuerpo humano tiene un montón de bacterias beneficiosas, y si el antibiótico las elimina, genera un impacto negativo en nuestra salud.
- SE PUEDEN USAR LOS QUE SOBRARON DE OTRAS OCASIONES: ni las personas ni las bacterias son iguales. En todos los casos el tratamiento debe ser indicado por el médico, quien establecerá el tipo de antibiótico, la dosis y durante cuánto tiempo debe ser administrado.
 
un ciclo de uso indebido que puede ser mortal
 
Uso intensivo de antibióticos de amplio espectro a nivel clínico.- En nuestro país es alta la prescripción de antibióticos de amplio espectro, que deberían estar reservados para el tratamiento de infecciones graves. Ello actúa como presión de selección hospitalaria de las superbacterias.
 Uso indiscriminado de antibióticos en el sector agropecuario.- No sólo para la profilaxis y el tratamiento de enfermedades en animales sino también, a dosis subterapéuticas, como promotores del crecimiento de animales de consumo. Ello ha favorecido la aparición y diseminación de las resistencias antibióticas a través de los productos alimentarios derivados de ellos.
 
Para no ser parte del problema... 
- Nunca te automediques. 
- Tomá el antibiótico recetado todo el tiempo que indique el médico, aunque te sientas mejor.
- Lavate correcta y frecuentemente las manos; eso evita considerablemente la transmisión de bacterias con resistencia.


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