Boca es el líder invicto del torneo y River está golpeado en casi todos sus frentes

Uno está en el cielo y el otro a pasos del infierno. Los goles.

PARA LA FOTO. Lux vuela ante el remate de tiro libre de Cardona, cuyo destino será el ángulo izquierdo del arco “Millonario”. reuters PARA LA FOTO. Lux vuela ante el remate de tiro libre de Cardona, cuyo destino será el ángulo izquierdo del arco “Millonario”. reuters

Ya es robo en la Superliga, eso vale para Boca. Un tropezón no es caída, tres sí. Eso vale para River. El vibrante y polémico Superclásico que otra vez arrojó la foto de un “Xeneize” victorioso en el Monumental, extendió el “haber” de la visita y profundizó el “debe” del local.

Ante el primer rival muy serio en el torneo, Boca aprobó la materia carácter. Porque cuando se vio perjudicado por la expulsión de Edwin Cardona y River se le venía al humo tras el empate, salió a buscar el triunfo como lo hacen aquellos que se sienten seguros de sí mismos. El equipo de Guillermo Barros Schelotto parece a “punto caramelo” para que la Copa Libertadores 2018, su gran obsesión, empiece ya. Al lesionado Fernando Gago casi no se lo extraña. E incluso cuando su letal dupla de ataque -Cristian Pavón y Darío Benedetto- cumplen una actuación de medianía, Boca muestra recursos en el mediocampo para ganarle la pulseada a cualquiera.

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En Núñez, apareció la exquisita pegada de Juan Román Riquelme en tiros libres, reencarnada en Cardona. Una actuación -y una volea- consagratorias del uruguayo Nahitan Nández. Y la figura de un polifacético Pablo Pérez, que mete, juega y asiste.

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Boca, además, ofrece hoy las garantías en el fondo que hace casi medio año atrás -cuando cayó en La Bombonera frente a su eterno rival- eran su talón de Aquiles. Con Paolo Goltz de abanderado: no quedan dudas que el mercado de pases invernal del “Melli” estuvo plagado de aciertos, a diferencia de lo sucedido en la vereda de enfrente.

Si algo puede rescatar Marcelo Gallardo de este tercer traspié en fila es que su equipo mostró respuestas anímicas. Y si bien un empate no le hubiera quedado mal al Superclásico -más si se considera que la pelota no había salido en su totalidad en la jugada previa al gol anulado a Ignacio Scocco- este River parece una caricatura de aquel del primer semestre, firme atrás (con Gonzalo Martínez Quarta la zaga era otra cosa) y mortífero adelante (con los cada vez más echados de menos Sebastián Driussi y Lucas Alario). Ahora, River juega con un solo delantero (Scocco), a contramano de su historia. Y cada vez que le llegan al arco, sus hinchas tiemblan (entre otros temas, porque Germán Lux regala siempre su primer palo).

Por si alguien quedaba sin convencerse, el Superclásico ratificó que Ignacio Fernández no tiene peso para jugar de segundo punta (y además se hizo merecedor de una roja que le debería abrir las puertas a la titularidad a Nicolás de la Cruz).

En el “Millonario” hay necesidad de barajar y dar de nuevo. Porque de mínima necesita un arquero de real categoría y otro nueve. Y un reemplazante a futuro del único que se viene salvándose, Leonardo Ponzio.

A River le queda el premio consuelo de la Copa Argentina, aunque si no se despabila, hasta Deportivo Morón podría propinarle en Mendoza el golpe de gracia al brillante ciclo de Gallardo, que tal vez, en su fuero íntimo, ya haya deshojado la margarita y se incline por una pronta despedida.

Boca, en tanto, se encamina hacia el bicampeonato local a velocidad de Fórmula 1, y quizás, una vez entrado el 2018, hasta pueda darse el lujo de rebajar un par de cambios sin que eso ponga en riesgo sus ambiciones. Anda tan lubricado el “Xeneize”, que no queda nadie en La Ribera que suspire por el regreso (que no será así, al parecer) de Carlos Tevez.

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