“Peque” Schwartzman tiene un corazón enorme

“Peque” Schwartzman tiene un corazón enorme

Una lesión no le impidió derrotar a Pouille

FESTEJO MEDIDO. El argentino aguantó el dolor, pero no se sabe si podrá jugar mañana. reuters FESTEJO MEDIDO. El argentino aguantó el dolor, pero no se sabe si podrá jugar mañana. reuters
04 Septiembre 2017

Tiene el corazón más grande que el talle. Por eso, fundamentalmente por eso, se puede entender algo tan difícil de creer. Diego Schwartzman venció al francés Lucas Pouille por 7-6, 7-5, 2-6 y 6-2 y está en los cuartos de final del Abierto de los Estados Unidos, instancia en la que enfrentará al español Pablo Carreño Busta, que eliminó al jugador de momento Denis Shapovalov por 7-6, 7-6 y 7-6). La letra fría de los hechos nos obliga a preguntarnos si “El Peque” podrá jugar el martes. La duda surge desde el dolor en el aductor de la pierna derecha que condicionó el desarrollo del partido, a tal punto que puso en jaque la ventaja de dos sets que había construido en base a confianza absoluta para jugar los momentos clave. El tiebreak del primer set y el apretado cierre del segundo son muestras profundas, inequívocas, de que vive el mejor momento de su carrera. Ya no sufre la tensión. La disfruta. Puntos, games, cierres pesados, de esos que dan luz u oscuridad, a una carrera deportiva. El caudal de adrenalina que a tantos traiciona, para Diego es un polvorín de energía positiva.

“Peque” se plantó con autoridad. Incluso cuando el panorama se cubrió de sombras tras perder el tercer set y el quiebre en contra al inicio del cuarto. Desde entonces, Pouille sacaba 2-1, ganó 5 games seguidos y firmó el triunfo más importante de su vida. ¿El festejo? Difícil festejar cuando uno está lesionado…

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Petiso al extremo, su cuerpo contradice la tendencia del biotipo físico actual y se acomoda de manera absolutamente natural a algunas de las bases conceptuales del tenis moderno. La primera de ellas, la devolución. Cualquier búsqueda de estadísticas recibiendo servicio en los últimos 12 meses ubica en los primeros lugares.

La segunda, la velocidad. Sus piernas pueden llevarlo a lugares a los que pocos llegan para defender. Y le permiten estar casi antes que la pelota en el lugar del pique. Además, lee el juego y anticipa las jugadas. Es casi imposible desbordarlo.

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La tercera y última, su capacidad competitiva. Dicho miles de veces, vale escribirlo una más: al tenis profesional no se juega, se compite. Saber competir es un concepto tan amplio que incluye convivir y superar dolores físicos. En este rubro, más que cualquier estadística vale el rumor de los pasillos. Y en zona de vestuarios, ya todos saben que Diego es de esos que jamás se rendirán.

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