La inseguridad está aún lejos de replegarse

La inseguridad está aún lejos de replegarse

Se ha extendido en toda la sociedad y por el momento, parece que está lejos de replegarse. Es un tema cotidiano de preocupación ciudadana y ha llegado hasta extremos en que muy pocos pueden sentirse ajenos a esta realidad. La inseguridad no respeta edades ni sexos, acomete cada vez con mayor violencia en la vía pública, hasta el punto de que el ruido de una moto con dos individuos encima pude generar una sensación de miedo. “No hay persona que no haya sido asaltada o que no haya sufrido algún episodio delictivo. No podemos salir con cartera, ni cuando está oscuro, ni dejar los portones abiertos, ponemos alambres de púas, alarmas, candados, rejas, y aun así seguimos con miedo. Ese miedo que nos acompaña en nuestros lugares de trabajo, en las paradas de los colectivos y en nuestra vida diaria. Los almacenes, panaderías o farmacias atienden tras las rejas o tienen custodia policial. Irracional, escabroso, indignante”, escribió en nuestra sección Cartas del 9 de agosto la lectora Amelia Campos.

Ante las quejas de los colectiveros por los continuos asaltos que padecen en Las Talitas, la Policía anunció que realizará un operativo para reducir la inseguridad en el sistema público de transporte. Habrá una mayor presencia policial en las paradas de ómnibus y controles a los pasajeros.

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Da la impresión de que pese a las medidas que se toman en el área de seguridad, estás siempre son insuficientes para detener la avanzada delictual. En octubre de 2014, un juez de Necochea y director de la Asociación Pensamiento Penal dijo que el aumento de la planta policial no garantiza una mayor efectividad en la lucha contra el delito. “En la provincia de Buenos Aires tenemos más de 90.000 hombres y a las pruebas me remito para opinar sobre la seguridad”, sostuvo.

En 2011, la socióloga Lucía Cid Ferreira manifestó que estudios efectuados en países avanzados mostraban que los delitos evolucionaban independientemente de las acciones de la policía o de la Justicia. “La presencia de la policía puede brindar una mayor sensación de seguridad, pero no existen evidencias de que la policía por sí misma prevenga el delito. Aunque el sentido común reclame más policías y penas más duras, los factores fundamentales que explican el aumento de los delitos están fuera del alcance de la policía y de la justicia penal”, señaló.

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La inseguridad es resultado de varias causas que tienen que ver con las adicciones, con el analfabetismo. Tres años atrás, monseñor Melitón Chávez afirmó que se debía trabajar en la prevención y el cuidado de las familias para darles a los jóvenes un rumbo distinto al que le ofrecen las drogas y el alcohol. “Esto es algo que viene ocurriendo hace mucho y que no se va a resolver de forma mágica de un día para el otro. Es un problema que se debe trabajar en conjunto desde las organizaciones intermedias, la Iglesia y el Estado”.

El Estado insiste en medidas de seguridad desde con escasos resultados positivos. Carece de una política integral para combatir este flagelo que incluya la educación, el deporte, la salud, la seguridad, la cultura, surgida del aporte de ideas de las universidades, las instituciones civiles, religiosas, barriales, y que se aplique en forma coordinada. No se entiende por qué se sigue insistiendo con el mismo liberto. Mientras no se aborde la inseguridad como un problema social, será difícil hacerla retroceder.

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