Juan de Battisti: La soledad del escenario se transforma, con arte, en risa

Juan de Battisti: La soledad del escenario se transforma, con arte, en risa

El comediante cordobés llega esta noche para ofrecer sus monólogos junto a Gabriel Carreras, Pablo Latapie y Julieta González.

EN ESCENA. El oficio de hacer que la gracia fluya a través de la palabra.  EN ESCENA. El oficio de hacer que la gracia fluya a través de la palabra.
12 Agosto 2017

HOY

• A las 23.30 en El árbol de Galeano (Virgen de la Merced 435).


No está parado, micrófono en mano, en medio del escenario, sino al teléfono, en Córdoba y para la entrevista. Sin embargo Juan de Battisti, sin que él se lo proponga, lleva a la risa con sencillez y sutileza. El comediante nacido en Hernando será parte esta noche de un show del ciclo Sacate la Careta, junto a Gabriel Carreras y Pablo Latapie, con la conducción de Julieta González, en El árbol de Galeano.

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De Battisti integró el primer grupo que arrancó con el stand up en Córdoba, allá por 2010. “Se llamaba ‘De parado’ (traducción de stand up). La verdad es que yo me acerqué por casualidad. Para mí era un trabajo más como actor. Después me fui metiendo en el género y hoy es mi actividad principal”, comenta.

- ¿Desde entonces qué pasó en tu expresión?

- Cuando empecé no sabía cómo desarrollar una estructura; es lo que trato de volcar en los talleres. No sabía hacer un análisis del trabajo del comediante, y lo fui aprendiendo con el oficio, como me pasó con el teatro también. Ahora ya sé medianamente, si bien es incontrolable, cómo va a funcionar un material con un público determinado. Te podés equivocar, pero uno a esta altura ya sabe qué cosas funcionan con qué público, y conoce su público. Uno ya tiene un discurso, una línea ideológica.

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- ¿Cuando salís de Córdoba cambia tu discurso?

- Primero hay que adaptar cuestiones de lenguaje y referencias, desde geográficas hasta gastronómicas, que estén dentro del universo de referencias culturales de la gente del lugar. Acá hablaría del choripán y del lomito; en Tucumán, del panchuque y del sándwich de milanesa. El porteño llega al interior creyendo que todo el país habla como él: los que allá llaman trapitos en Córdoba son los naranjitas (porque usaban chalecos naranjas).

- En cada show establecés una relación muy cercana con el público y eso puede dar miedo.

- En el stand up, como en el teatro, no hay cuarta pared; necesitás del público para hacer tu rutina. Es como cuando ves un video: es muy difícil apreciar lo que está sucediendo realmente en escena.

- ¿Hay un tiempo máximo de monólogo? ¿De qué depende?

- Del contexto de la función. No es lo mismo un show en un teatro, donde el público está sentado y no tiene ningún otro elemento de distracción: podés actuar una hora y media. En un bar hay otros elementos: podés hacer una hora, una hora diez; si la gente está medio borracha, una hora y media. No es lo mismo tampoco en eventos privados. A un casamiento, yo voy, siempre y cuando los invitados ya hayan comido y no hayan bailado. Antes de la comida me van a comer crudo y van a odiar a todos, hasta a los novios, porque la gente va a los casamientos a comer. La gente no come durante una semana antes de la fiesta. Y nada en el mundo puede competir con la comida. Si largás el baile tampoco... Es como cuando sube un niño a un escenario: no podés competir con él porque siempre él va a ser más gracioso.

- ¿Qué temas abordás y qué los dispara?

- Tengo un par de rutinas: una es sobre los viajes en avión; otra sobre extraterrestres, sobre fantasmas, sobre zombies; otra sobre superhéroes. Mi mecanismo tiene que ver principalmente con que soy de un pueblo, donde el universo que se me proponía desde los medios de comunicación no tenía nada que ver con la realidad que me rodeaba. Una vez, a mis amigos y a mí nos llevó la Policía. Teníamos 13 años; habíamos tirado una piedra a un auto. El agente se bajó de una bici de mujer con manubrio como cuernos de carnero (y la tele te mostraba patrulleros impresionantes, uniformes impecables). Estos eran el flaco Viva y el gordo Martinatto (que nunca se movió de atrás de la máquina de escribir). En los talleres trato de transmitir que no dejemos perder las preguntas que se hace un niño, la visión de un niño que todos tenemos en algún rincón. Uno de adulto va naturalizando las cosas así como son. Pero podrían ser de otra forma.


Taller intensivo de stand up
En 2008 participó del Festival Víctor García en La Sodería. Ha dictado talleres de stand up en Córdoba y en varias provincias, así como en Medellín (Colombia) y en Lima (Perú). En 2013 dictó un taller de stand up en La Gloriosa, y desde ayer está dictando un intensivo en El árbol de Galeano, de 14 a 17, que cerrará mañana a las 21 con público
Taller intensivo de stand up
En 2008 participó del Festival Víctor García en La Sodería. Ha dictado talleres de stand up en Córdoba y en varias provincias, así como en Medellín (Colombia) y en Lima (Perú). En 2013 dictó un taller de stand up en La Gloriosa, y desde ayer está dictando un intensivo en El árbol de Galeano, de 14 a 17, que cerrará mañana a las 21 con público

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