¡Sí, el psicoanálisis cura!

¡Sí, el psicoanálisis cura!

Es uno de los más destacados psicoanalistas a nivel mundial. Trabajó con Lacan, fue profesor en la Sorbonne y tiene más de 50 años de experiencia volcadas en una treintena de libros y cientos de conferencias. Mientras preparaba su regreso a su Argentina natal, desde París, compartió algunas de sus ideas. “Uno está curado cuando llega a ser más tolerante consigo mismo y con su entorno”, sostiene

06 Agosto 2017

PERFIL

Juan David Nasio nació en Rosario y está radicado en París desde hace mas de 40 años. ciudad en la que ejerce su práctica como psicoanalista. Escribió 33 libros traducidos a 13 idiomas. Ha enseñado en la Universidad de París VII (Sorbonne) y en los Seminarios Psicoanalíticos de París. Fue nombrado en Francia “Caballero de la Legión de Honor” y “Oficial de la Orden nacional del Mérito”. A pedido de Jacques Lacan, realizó la versión corregida de Los Escritos al español, e intervino en su Seminario. Fue designado doctor honoris causa de las universidades nacionales de Tucumán, Rosario, Córdoba y la UBA, como también de universidades de Estados Unidos y de México.

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ENTREVISTA A JUAN DAVID NASIO

Por Alfredo Ygel

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

Contactar a Juan David Nasio es fuente de renovado placer intelectual y una oportunidad para realizar un intercambio fecundo acerca del psicoanálisis con uno de los psicoanalistas de mayor producción y prestigio del mundo. Visitó nuestra provincia en Diciembre de 2012, cuando fue designado doctor honoris causa de la Universidad Nacional de Tucumán por iniciativa de la Facultad de Psicología, y se declara enamorado de la belleza de sus cerros y valles, y ferviente admirador de su entrañable amiga Mercedes Sosa Antes de la presentación en Argentina de su último libro traducido al español, acepta una entrevista telefónica en el París que lo adoptó hace más de 40 años. Es domingo, día que no dedica a atender a los innumerables pacientes que demandan su asistencia pero que, dada su infatigable pasión por el psicoanálisis, emplea en preparar sus seminarios, conferencias y textos para publicar. Nos atiende con su natural cordialidad y su leve acento francés de argentino radicado en Francia hace tantos años.

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- “¡Sí, el psicoanálisis cura!” es una afirmación fuerte, sin ambigüedades, acuñada por usted y que da título a su último libro ¿Cómo la justifica en una época en donde el psicoanálisis es cuestionado por propuestas terapéuticas para las modificaciones de las conductas de supuesta efectividad y mayor rapidez?

- Habitualmente, “estar curado” significa haber superado una enfermedad. La mayor parte de nuestros pacientes no están enfermos en el sentido médico del término sino que sufren por estar en conflicto consigo mismos y con los demás. Justamente, es ese conflicto interior y relacional que el psicoanálisis intenta hacer desaparecer. En suma, y desde el punto de vista psicoanalítico, uno está curado cuando consigue amarse tal cual es, cuando llega a ser más tolerante consigo mismo y, por lo tanto, más tolerante con el entorno cercano. Me he dado cuenta de que los pacientes que manifestaban su gratitud luego de haber concluido su tratamiento, eran cada vez más numerosos. Deseo aclarar que ningún paciente se cura completamente. Siempre quedará una parte de sufrimiento, un sufrimiento irreductible, inherente a la vida, necesario a la vida. Vivir sin sufrimiento no es vivir.

- En su libro uno de los conceptos nuevos que propone es la doble empatía en la escucha del analista, que constituiría uno de los agentes de la curación. ¿Qué quiere decir con este concepto?

- La doble empatía significa que el psicoanalista siente no solo la emoción que siente el paciente en el momento en que le habla sino, y sobre todo, la emoción traumática que el paciente vivió y reprimió cuando era niño o adolescente. Un ejemplo: Estoy sentado delante de una mujer deprimida. Ella está triste y me dice que su vida ya no tiene sentido. Llora y la emoción palpable que invade el tiempo y el espacio de nuestro encuentro, es la tristeza. Yo siento su tristeza sin ponerme triste yo mismo. Si la paciente se siente angustiada, yo siento su angustia sin angustiarme yo mismo. Un psicoanalista tiene la facultad de sentir no solo lo que siente el otro, sino también lo que el otro vivió y hoy ya no siente. Siento la tristeza de la paciente deprimida que me está hablando, pero siento también detrás de esa tristeza, un odio ciego provocado por una vieja decepción infantil vivida como una injusticia. He logrado identificarme a la vez con la mujer triste de hoy y con la niña desengañada y rabiosa de ayer. Al respecto del odio que está detrás de la tristeza recuerdo mis años de joven residente en psiquiatría cuando mi Jefe de Servicio, el Profesor Mauricio Goldenberg, me dijo: “Nasio, de ahora en más, usted se ocupará de las pacientes ancianas que sufren una depresión involutiva.” Me veo en el Hospital Lanús, con mi guardapolvos blanco, atravesando la sala de espera a las ocho de la mañana, sala ya repleta de viejitas encogidas y tristes. Al estar deprimidas, se despertaban muy temprano, a las cinco, con una sola idea en la cabeza, ir a la cita con su médico. Recuerdo muy bien el pequeño consultorio donde recibía a esas mujeres sufrientes, una tras otra, durante toda la mañana. Al escucharlas, me impresionaba ver que muchas de ellas tenían un temperamento bilioso. Es verdad, estaban deprimidas y tristes, pero su tristeza era rencorosa. En aquella época, ese rencor no me llamaba particularmente la atención. Solo muchos años más tarde comprendí que detrás de la tristeza se escondía el odio, y que para tratar la depresión, siempre había que llevar al paciente a reconocer su odio contra aquel ser cercano que, en el pasado, lo había herido injustamente; odio que el paciente terminó por dirigirlo contra sí mismo y deprimirse. Odio al otro y odio a sí mismo.

- Usted propone que el psicoanalista debe contar con una condición primordial para que un paciente se cure ¿A qué se refiere?

- El analista debe ante todo querer entrar en el mundo interno y silencioso del paciente, tener la voluntad de conocerlo desde dentro tal como él se conoce interiormente y tal como él se ignora. Debe sentirse llevado por el ferviente deseo de deslizarse en el mundo interno del hombre, de la mujer, del joven o del niño que nos habla. Si el psicoanalista no se siente aguijoneado por la voluntad de ir hacia el otro, de penetrar en su universo íntimo y de sentir lo que él siente, entonces no pasará nada.

- ¿Cómo acompaña un psicoanalista a su paciente hacia la cura?

- Un psicoanalista receptivo es capaz de captar con su propio inconsciente, el inconsciente enfermo de su paciente. Cuando el inconsciente del psicoanalista entra en resonancia con el inconsciente del paciente, el analista percibe dentro de sí una escena fantasmática. Convencido de que su paciente debe tomar consciencia de dicha escena fantasmática para curarse, el analista decide entonces revelársela en el momento oportuno. El inconsciente del psicoanalista es un potente agente de curación.

- El psicoanálisis ha puesto especial énfasis en la escucha de la palabra del analizante en la sesión como modo de descubrir la verdad oculta y reprimida. ¿Qué otras manifestaciones considera usted que ayudan a analista y analizante en el camino de la cura?

- Una buena escucha comienza por una fina observación. Desde que voy a buscar el paciente a la sala de espera toda mi sensibilidad está alerta. Sea visual, auditiva, olfativa o hasta táctil. Por ejemplo, al saludarlo, siento su mano fría, floja o húmeda. Asimismo, presto una particular atención a los bolsos o paquetes que a veces el paciente trae consigo a la consulta. Es verdad que si un paciente viene con un bolso y lo deja abierto, yo miro lo que contiene, con discreción por supuesto, pero miro. A veces, se me ocurre preguntarle “¿Qué lleva usted ahí?” También percibo los olores. En el mismo sentido, cuando se trata de un niño, observo su manera de sentarse en la mesita de juego, de utilizar sus manos o de mover sus pies. Y, si es un adulto que recibo frente a frente, presto atención a las expresiones distraídas de su cara y a los mensajes sutiles de sus ojos.

- ¿Cuándo podemos decir que un paciente ha sido librado de su neurosis?

- El paciente curado reconoce sus defectos y valora sus cualidades. Se vuelve más tolerante consigo mismo, con las personas que lo rodean, y en sus relaciones sociales. Ha comprendido que lo que lo hace sufrir no es el acontecimiento que debe afrontar, sino la manera neurótica de interpretar y de vivir el acontecimiento. El paciente curado sabe adaptarse a lo inesperado, y logra también recuperar su capacidad de amar y de actuar. Ha comprendido que perder a su amado, perder su salud, su dignidad, o inclusive sus bienes, es decir, perder lo más precioso que él tiene, nunca será perder todo, y que, cuando pierde, solo pierde una parte de sí mismo. Estar curado, es vivir sin vergüenza de sentirse dependiente de aquellos a quienes amamos. Podemos obedecer sin, por lo tanto, creernos sometidos. Estar curado, es amar al niño que fuimos y que sigue viviendo en nosotros. Ser adulto, es permitirnos jugar como un niño sin sentirnos ridículos. Cuando, al final de su análisis, el paciente desciende al interior de sí mismo, se da cuenta que posee lo esencial de lo que deseaba: la fuerza de vivir.

- Podemos afirmar que la cura de un sujeto que acudió hacia nosotros con un sufrimiento y que luego de un prolongado tiempo de trabajo recibió los beneficios que usted enumeraba sigue siendo un enigma ¿Que podríamos decir de lo que sucedió para llegar a ese final?

- Pienso que el mejor aforismo que un psicoanalista puede decirse a sí mismo, se inspira en el célebre adagio de Ambroise Paré “Yo lo asistí, Dios lo curó”. Quisiera proponerles la máxima que me guía siempre: “Yo escucho a mi paciente con toda la fuerza de mi inconsciente de psicoanalista, pero es lo Desconocido lo que lo cura.” Completo esto diciéndole que estoy convencido de que un psicoanalista cura a su analizante gracias, no solo a lo que sabe, a lo que dice o a lo que hace, sino, sobre todo, gracias a lo que es y, agrego, a lo que es inconscientemente.

- ¿Qué actividades tienen previsto para la Jornada “Nasio en Buenos Aires” a realizarse el próximo Agosto? ¿Qué espera de este encuentro con Psicoanalistas, profesionales del ámbito psi y estudiantes?

- Dictare dos conferencias: “¿Cómo actuar con un paciente depresivo?” y “¿Cuál neurótico somos: Fóbico, obsesivo o histérico?” También habrá una mesa redonda con la presentación de mi libro Si; el Psicoanálisis cura, y una mesa panel sobre “Los conceptos de Nasio”. Espero y deseo un encuentro con colegas en las que podamos realizar un intercambio acerca de un psicoanálisis vivo.

© LA GACETA


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