Bailar en las alturas, mirarlo todo desde unos 40 metros, cantar y moverse, realizar acrobacias y que la adrenalina corra a kilómetros por minuto. El espectáculo que Prix D’Ami brindó en el hipódromo durante el festival “Tucumán Late” causó una gran impresión entre los miles de espectadores. Nadie dejó de hablar de ello.
“En los ensayos, la preparación física consiste en un calentamiento grupal más ejercicios de activación del sistema músculo esquelético, planchas abdominales, estiramientos, tono muscular y energético, ejercicios de alerta, concentración, integración, velocidad, intensidad, ritmo y calidades de los movimientos, entre muchos otros. En los días de shows o funciones el ritual no es igual pero sí similar, enfocando la necesidad física puntual para esa jornada”, describe Noé Andrade, que en la sala La Gloriosa hizo el casting a los interesados.
Una enorme grúa eleva una parrilla cubierta que, cuando se desviste, deja ver a actores sostenidos por arneses y cuerdas que cumplen una coreografía.
En los primeros días de mayo Noé recibió una propuesta para integrarse al equipo de trabajo que llevó adelante este enorme show aéreo en arneses de importante impacto visual, bajo la dirección artística de Germán Cabanas, con coucheo y asistencia de Bárbara Alonso y producción para “Tucumán Late” de Gastón Caminotti. “Mis roles fueron de acróbata dancer, coordinadora asistente por Tucumán y anfitriona de sala de ensayos”, cuenta Andrade, que tiene experiencia en las alturas en diferentes shows desde hace cinco años y proyectos presentados, aunque sin respuesta todavía.
“El staff estaba integrado por 28 tucumanos y cuatro artistas de Buenos Aires. Lo más importante para este arte es contar con buena salud y estado físico. La edad de los participantes oscila entre 21 y 48 años”, informa la actriz.
Fueron ocho jornadas de cinco horas cada una y a un metro de altura, en barrio Sur, y dos jornadas intensivas en el hipódromo, con la grúa y en altura. “Adaptarse a tantos metros más arriba toma tiempo, quizá el día completo hasta para el más experimentado. Después de ello afloran placer, adrenalina, libertad y conexión con un público ávido, sorprendido, cómplice y orgulloso de sus artistas integrados en esta genial y divina locura. Tucumán vibró literalmente de emoción en este suceso histórico”, sintetiza.
Otra de las bailarinas, que lleva ya 14 años en este rubro, dijo: “ya sabía que el espectáculo iba a explotar porque se trabajó con gente muy profesional. Estaban participando los coreógrafos de Fuerza Bruta. Y así fue que impactó mucho. Recibimos numerosos elogios. Hasta ahora había trabajado a 15 metros de altura”, le confiesa a LA GACETA Lulú Torrens.
Para garantizar la integridad física de los artistas es clave el despliegue del equipo técnico y de seguridad aérea, una base fundamental que estuvo a cargo de Santiago Castello, cuidando de que cada artista tuviera los arneses, cuerdas, anillos aros y demás elementos en orden. La seguridad es el primer tema en estos espectáculos.
Sensación de morir
“Nunca el teatro me hizo sentir tan de cerca la sensación de morir, pero no es lo mismo imaginar las lesiones a siete metros del suelo que a 35 y sólo pensar que te vas a encontrar con la muerte... después de tanta preparación física. La última instancia a vencer está en la mente, en olvidarte de que estás sostenido de una cuerda y un mosquetón; vas soltando el cuerpo en la medida en que dejás de escuchar las preguntas en tu cabeza; y te entregás al placer de sentir que volás... y aceptás que si existe la posibilidad de caer, va a pasar, pero si no tenés que disfrutarlo porque no sabes cuándo volverás a sentir tantas cosas que te revelan cuán vivo y aferrado a la vida estás. Y los dolores van cediendo a medida que te relajás. Me impongo hacer estas cosas; en realidad empecé a hacer acrobacias aéreas para combatir mi miedo a las alturas”, cuenta Sergio Domínguez.
“Llamo combinado aéreo tucumano a este grupo que se conformó y que ya es como una linda familia. Gratificante, refrescante y alentador, así es trabajar juntos, algunos somos artistas de mucha trayectoria y otros recién comienzan, unidos en un mismo espacio. Incluso se les dio la magnífica oportunidad a algunos que jamás se habían colocado un arnés”, afirma Noé Andrade.
“Fue una tremanda emoción. Son impecables desde la técnica hasta el trato, me hicieron tremendo regalo de vida no sólo por la oportunidad de la experiencia al sumarme al proyecto sino por ser tan fraternos y buenas personas”, comenta otra de las bailarinas-actrices, Fernanda Saravia. Naty Díaz escribió en un posteo en las redes sociales que le costaba mucho “aterrizar” luego de esta experiencia.
Sea como fuera, el hecho es que miles de personas pudieron admirar el show y quedar impactados. Podría decirse que los artistas tucumanos tienen una preparación indiscutible y que va siendo hora de que las autoridades respalden sus proyectos, aunque más no sea prestando la grúa cada vez que la precisen para exhibir sus talentos.