Corriéndose de la zona de confort y con otras reglas, el arte contemporáneo se presenta en el MUNT

Corriéndose de la zona de confort y con otras reglas, el arte contemporáneo se presenta en el MUNT

CON TONO POP. Un fotograma del video animado es de Mónica Heller. CON TONO POP. Un fotograma del video animado es de Mónica Heller.
05 Julio 2017

Lúdico, ingenioso y ocurrente, por momentos reflexivo y con exhibición de destreza técnica. Estas características (algunas) del arte contemporáneo están presentes en el Salón del MUNT en los cuatro proyectos y el video seleccionados por el jurado, sobre un total de más de 200 propuestas que se presentaron en la convocatoria.

Cuando se ingresa a las salas de San Martín 1.545, quizá al inicio se advertirá que la primera obra se encuentra en la propia modificación de los lugares, en estos tiempos en el que el durlock todo lo puede. Dos espacios donde antes había uno; ingresos y ventanas cerradas -que hace unos días estaban abiertas- y hasta la creación de un cubículo que no existía. Entonces, pues, lo primero que hizo esta salón fue modificar el edificio del MUNT.

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Por cómo está estructurado, se puede entrar a ver los trabajos sin un orden previo, sea por la tradicional sala Juan B. Terán o por los ingresos laterales. No hay orden ni narración alguna.

Ese “Teatro Mundi” instalado en la sala central, con sus pisos y desniveles y sus decenas de objetos de arcilla se asemeja a una verdadera ciudad, un modo de mirar y estar en el mundo que proponen Ángeles Rodríguez y Giona Bierens de Haan. Este montaje hizo necesario pintar de gris todo el piso de la sala para poder ubicar las estructuras.

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Es una forma de mirar y estar en el mundo, pero también de reflexionar sobre el tiempo y el espacio (cuatro son instalaciones). Esas “estrategias de representación” que menciona Nicolás Pontón para su obra (ver “El arte...”) están asociadas a esas reflexiones, porque basta observar su trabajo para pensar en lo que está presente y en lo que está ausente: ¿esa mancha difusa que nos atrae casi obligadamente, pues, será un resto, una huella?

El “juego” que propone Valentina Díaz es un ejercicio, en rigor, de tensión y de reacomodamientos para permanecer pero igualmente huir de esta presión. Un acto de resistencia.

La tecnología no podía estar ausente: el video de Mónica Heller tiene mucho de edición y construcción robótica en las animaciones de sus personajes pop.

No se sabe qué proyectos quedaron afuera de la selección realizada por el jurado. Pero lo que se exhibe, tanto la proyección del video que ya estaba hecho (es de 2016), como las obras que se montaron en el último par de semanas, dan cuenta de una puesta apropiada, que recupera para los participantes la idea de correrse de la zona de confort en lo que se había quedado hace años atrás.

Se podría adelantar, pues, que es auspicioso este cambio de reglas, que abre y exige más a los artistas.

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