“Soy vampira y me alimento de la sangre de la actuación”

“Soy vampira y me alimento de la sangre de la actuación”

Verónica Pérez Luna habla de su trabajo y de Manojo de Calles, el grupo que integra desde hace décadas y que hoy será premiado en el marco de la Fiesta Nacional de Teatro.

SATISFECHA. “Es muy interesante que se haya instaurado el criterio de premiar al trabajo colectivo”, sostiene. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA (ARCHIVO).- SATISFECHA. “Es muy interesante que se haya instaurado el criterio de premiar al trabajo colectivo”, sostiene. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA (ARCHIVO).-

“Nos interesa hacer teatro de grupo, de investigación, de cuestionamiento, de exigencia poética, y político que obligue al pensamiento”.

Verónica Pérez Luna se asienta en esos principios como síntesis histórica y proyección al futuro de su grupo Manojo de Calles, que esta tarde recibirá un premio a su trayectoria como colectivo que se remonta a tres décadas en la escena tucumana, según le confiesa a LA GACETA. Es la primera vez que se entregan estas distinciones, que tienen carácter regional; por ende, la propuesta confirma la trascendencia del grupo en todo el NOA, tanto en sus producciones como en su carácter de formador de decenas de artistas que lo integraron en todos estos años.

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- ¿Qué significa este reconocimiento?

- Es muy interesante que se haya instaurado el criterio de premiar el trabajo colectivo, porque es importante para el teatro que no desaparezcan los valores poéticos y éticos del “teatro de grupo”. Las experiencias colectivas son siempre revolucionarias en un mundo donde rigen las lógicas capitalistas, que en el teatro se reflejan en el divismo, el excesivo ego o en el no reconocimiento de la herencia y del patrimonio teatral que otros nos legaron. Se vienen nuevamente épocas de reconstrucción del tejido teatral y social. El teatro siempre está en riesgo de caer en la trivialización y de olvidar su lugar de rito social, que es desde donde podemos aportar a la transformación de lo que está mal. Manojo siempre ha querido cambiar el mundo, somos rebeldes y tenemos ilusiones. Hicimos escuela sin proponérnoslo.

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- ¿Cómo definirías la estética de Manojo?

- Desde nuestros inicios tuvimos la valentía de romper las convenciones estéticas validadas y seguir el propio deseo mixturando técnicas, aprendiendo en cursos y talleres, tratando de sistematizar por escrito y probando la construcción de procedimientos técnicos y estéticos que nos identificaran. Nuestra poética es frondosa y selvática; muta de obra a obra para no quedarse en un mismo estado; nada lo damos por ya sabido; nos preguntamos qué teatro queremos cada vez que empezamos un proceso y esa permanente búsqueda nos ha mantenido vivos y activos con su raíz inestable, de goce en la inseguridad, de pensamiento débil que a lo mejor tiene que ver con la matriz femenina de un colectivo liderado por una mujer. Eso también nos construye identitariamente.

- ¿Es la misma Calle que cuando comenzaron?

- No, la calle nunca es la misma aunque no cambie de ubicación, va cambiando de paisaje con el día, la noche, las estaciones... Un grupo va teniendo distintos estados a partir de los cambios en su composición, de las relaciones que se establecen, de los conflictos que surgen. La diversidad de calles ha sido nuestro propósito: por eso hay manojos sueltos que ya no son del grupo, pero nos une una historia común. Pienso en César Romero o Celeste Lafuente; una calle fue “Mirando la luna”; otras, “Fiesta 5”, “¿...? ¿qué será?”, “Los ojos de la noche” y otra muy distinta la de hoy, con “Pedro y las Pelonas o Exvotos al Teatro”.

- ¿Cómo es la experiencia que han ido desarrollando?

- Manojo tuvo una primera etapa de indagación en el trabajo técnico del actor. Durante los primeros años desarrollamos un entrenamiento grupal que constaba de ejercicios técnicos integradores del trabajo vocal y muchas lecturas desaforadas. La segunda fue un estallido: ya teníamos 10 años y nos dedicamos a producir vertiginosamente con el Ciclo Fiestas y el surgimiento del Proyecto Fuera de Foco. Y la actual, con la maduración de lo técnico y lo excesivo y exuberante y proyectos definidos desde la natural experiencia acumulada, en diálogo permanente con gente más joven. Más que cambiar nuestro enfoque, cambió el contexto; hay mucho teatro y mucho arte en Tucumán, con diversidad de producciones que llevaron a nuevas formas, algunas fugaces e instantáneas, e incluso hasta casi virtuales de producir hechos. A mí me gusta resguardar el tiempo sagrado de los largos y profundos ensayos, pero a veces debés producir más rápido para no quedarte afuera.

- “Pedro y las pelonas” tira un lazo entre el pasado representado por Pedro Sánchez y el presente y el futuro. ¿Cómo se tienden esos puentes?

- La intertextualidad jugada al máximo nos permite realizar este juego entre el pasado (la memoria), el presente (la realidad) y el futuro (los deseos). La memoria es el lazo entre esos tres momentos y es fundamental para avanzar... Tengo un recuerdo sincero y afectuoso de Pedro Sánchez y soñé con él unos meses después de que murió. Me quedó esa imagen del Pedro-Muñeco, cadáver en escena con una estructura de escultura sobre la que después Eli Cárdenas lo construyó. Durante el proceso de esta obra murió mi mamá y creo que ese dolor me reforzó esta idea de que la muerte definitiva llega cuando ya no te quedan los recuerdos de esa persona. Por eso Pedro está vivo en la escena. El acontecimiento es ese momento en que se tocan pasado, presente y futuro.

- Siempre han llevado al extremo el criterio de teatralidad, ¿cuál será el próximo paso?

- No sabemos cuál será la próxima obra, no somos un grupo demasiado organizado, somos de procesos largos y nos gusta aprovechar y gozarlo hasta que sentimos la necesidad de comenzar algo nuevo. Cosas pendientes no nos quedan, preferimos vivir el día a día... Mis procesos personales tienen que ver con el disfrute por ver actuar a otro/a, me inspiro en mis actrices y actores y en la realidad. La obra aparece cuando siento que el actor ha encontrado su plenitud, nunca la tengo en la cabeza. Me inspiran los cuerpos en escena, soy vampira y me alimento de la sangre de la actuación.

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