Caminan kilómetros hasta La Cocha en busca de alimentos

Caminan kilómetros hasta La Cocha en busca de alimentos

PENOSO PEREGRINAR. Vecinas de poblados rurales del este de La Cocha salen de entre los matorrales por los que caminaron para buscar asistencia. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL PENOSO PEREGRINAR. Vecinas de poblados rurales del este de La Cocha salen de entre los matorrales por los que caminaron para buscar asistencia. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL

Pobladores de La Esperanza, Puesto Los Pérez y El Mistol están sin luz y sin agua potable desde hace una semana. Ayer se instaló un paso precario.

06 Abril 2017
Los matorrales comenzaron a agitarse y de repente Karina Leiva asomó con su hija Nahida, de un año, en brazos. Con rostro cansado y bañada en transpiración, la mujer encabezó ayer un éxodo de 15 pobladores que partieron de La Esperanza, Puesto Los Pérez y El Mistol, al este de La Cocha. Aislados desde hace ocho días, salieron a buscar atención médica y alimentos.

Caminaron entre 6 y 10 kilómetros exponiéndose a las alimañas y mordeduras de víboras. “La asistencia de comestibles que recibimos el domingo a través de dos helicópteros fue escasa para la cantidad de familias que somos”, se quejaron.

El desborde del río San Francisco anegó gran parte de las poblaciones que apostadas a lo largo de la ruta 334, que comunica a La Cocha con Taco Ralo. El camino quedó intransitable, con tramos socavados y puentes destruidos por las correntadas.

“Me largué nomás porque tengo a mi hijita enferma de los bronquios. Estuvo con fiebre y ahora la voy a llevar al hospital. En La Esperanza estamos sin agua, luz, ya casi sin alimentos y rodeados por el agua”, detalló Karina. Según describieron, hay varias familias que están viviendo en ranchos improvisados.

“Aunque venimos sufriendo anegamientos desde hace 20 años, éste fue el peor” aseguró Romina Molina. Además de las viviendas, cientos de hectáreas con cultivos de soja, trigo, zapallo y caña de azúcar, desaparecieron bajo las aguas.

El río San Francisco, que tenía un ancho de 15 metros, se ha engrosado hasta los 100 metros. Los desagües que atraviesan la ruta se transformaron en ríos. Tal es el caso del canal abierto en el kilómetro 10 de la ruta 334, que impide la salida a La Cocha. “Tuvimos que salir a reabastecernos de alimentos, espirales, velas, agua y repelentes, porque ya no tenemos casi nada. Hay gente que ya no tiene nada para comer” agregó Romina.

En ruinas

Las escuelas de Puesto Los Perez y El Palancho, según dijo, quedaron muy dañadas por las aguas. “Es imposible imaginar cuándo volverán a clase nuestros hijos. También es complicada la situación de los que estudian el secundario o el terciario en La Cocha o Taco Ralo. No pueden salir”, advirtió Molina.

Contó, también, que el servicio eléctrico está interrumpido porque varios postes del tendido se desplomaron. “Sin luz ni agua, y en medio de un río... Desde hace una semana vivimos en condiciones deplorables. Es una pesadilla sib fin, porque el agua sigue corriendo”, lamentó Angela Salvatierra. “A Joaquín Farías se le cayó la casa y ahora levantó una carpa cerca de los escombros. Ahí está con sus hijos pequeños, sufriendo una barbaridad. No quiere dejar el lugar” relató.

Los vecinos se quejaron de la escasa respuesta del Gobierno. “Cuando hay elecciones nos vienen a buscar con promesas de que nunca más nos vamos a inundar. Ahora, que estamos tapados por las aguas, no aparecen” se quejó María Viera.

Puente peatonal

Tras la penosa travesía de los pobladores aislados, kilómetro 10 de la ruta 334 arribó un camión de la Municipalidad de La Cocha con tres rieles y tarimas que sirvieron para improvisar un puente peatonal. Los propios vecinos colaboraron para habilitar el precario paso.

“Al puente se lo instala para que los técnicos de EDET puedan verificar en qué estado se encuentra la red eléctrica. No se puede restablecer el servicio, tal como están pidiendo los vecinos, hasta tanto no se reparen los daños”, explicó Leopoldo Rodriguez, actual presidente del Concejo Deliberante y ex intendente de La Cocha.

El puente fue instalado en 30 minutos y de inmediato cruzaron los técnicos de EDET. Enseguida, en una camioneta de un vecino del otro lado del corte, se aborcaron a recorrer el tendido. “Ahora tenemos un cruce que nos va a servir, por los menos, para pasar los alimentos”, dijo contenta Marcela Farías.

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