“Quiero perseguir a las damas, pero soy muy lento”

“Quiero perseguir a las damas, pero soy muy lento”

El taficeño Roberto Zamorano cumplió 100 años y centró su vida en el trabajo y la familia

LA EXPERIENCIA. Roberto, emotivo, al ver un retrato de su juventud. la gaceta / foto de inés quinteros orio LA EXPERIENCIA. Roberto, emotivo, al ver un retrato de su juventud. la gaceta / foto de inés quinteros orio
08 Febrero 2017
“Yo llegué a esta edad porque supe cuidarme. Tuve una vida de mucho sacrificio y trabajo, pero no metódica”, revela Roberto Zamorano, en su cumpleaños número 100. Es un día de muchas emociones para el agasajado, por más de que su familia diga que él ni siquiera recordaba la fecha. Está lúcido, interpreta correctamente todas las preguntas y no para de rememorar y contar cosas. “Me siento bien, la mente está perfectamente. Sólo me falta fuerza para caminar: quiero perseguir a las damas, pero soy muy lento”, sorprende, y arranca la risa de todos sus familiares.

El “Negro”, como le dicen sus cercanos, es el centro de atención, pero no sólo por la ocasión especial, sino porque deleita a todos con sus historias. Trabajó desde los 19 años en los talleres ferroviarios de Tafí Viejo, pero antes de ser mayor de edad trabajaba en los depósitos de las máquinas, después como foguista y finalmente como maquinista.

Recorrió el país, vivió momentos inolvidables, se enamoró y formó una familia gracias a sus 30 años de profesión en los trenes. “Tengo muchísimos recuerdos buenos de la época. Le mandaba cartas y fotos a mi esposa para mostrarle los lugares que conocía. Gracias a Dios no tuve ningún accidente”, recuerda.

Roberto y resalta la importancia que le dio al amor y al sacrificio a lo largo de su vida. “Podíamos pasar Año Nuevo, Navidad o cualquier fiesta tirando leña en el horno mientras hacíamos un asado en el silbato de la máquina. Los trenes eran muy importantes en esa época”, destaca.

Gracias a sus bisnietos lleva una vida saludable y entretenida; ellos son su principal público. “Todos los días nos cuenta historias diferentes, muchas de cuando trabajaba. Por ejemplo de cómo conoció a nuestra bisabuela, Dorotea: pasó en los ferrocarriles. Además, siempre está pendiente de nuestros estudios, nos hace pruebas y nos pregunta las tablas de multiplicar”, señala su bisnieta mayor, Agustina Álvarez, de 16 años. “Hace poco también andaba en bicicleta con nosotros, pero lo mejor es que siempre nos sorprende con chupetines o alguna golosina”, añade su hermano de 14 años, Leonardo Álvarez.

La celebración

No puede escuchar muy bien, así que sus nietos con mucha paciencia le repiten algunas preguntas al oído, pero eso no evita que Roberto se emocione hablando de un siglo lleno de memorias.

Se siente orgulloso y feliz de sus años de experiencia. Pero eso no lo distrae del presente y está muy actualizado. ”Leo LA GACETA todos los días, es predilecto para mí”, asegura.

Celebrar un cumpleaños de tres cifras no es para nada común y eso agiganta los festejos, que para el agasajado comenzaron desde temprano. “Empiezo este cumpleaños, primero con la visita de LA GACETA. Después con los familiares: tengo dos hijos, cinco nietos y ocho bisnietos, no se puede pedir más. Pero a la noche habrá una gran fiesta”, anuncia ansioso.

Sus nietos lo alientan a que baile y a que disfrute de su noche y él responde con otro recuerdo: “me gusta muchísimo el baile, antes bailaba el pasodoble a todo ritmo y era muy popular con las señoritas”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios