Desde la Catedral, la Virgen María sonríe a todos los fieles

Es la patrona de los que sufren soledad, depresión y tristeza. En menos de dos meses de su llegada al templo se multiplicó la devoción

LA IMAGEN QUE DESPIERTA SONRISAS. Cada vez que Mónica Herrera va a tomar gracias de la imagen, le devuelve una mirada sonriente. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio LA IMAGEN QUE DESPIERTA SONRISAS. Cada vez que Mónica Herrera va a tomar gracias de la imagen, le devuelve una mirada sonriente. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio
03 Febrero 2017
Desde el altar de la Catedral una imagen de la Virgen María sonríe a los fieles. Es blanca como si fuera toda de la luz. Su particularidad es que sonríe, sutilmente. Se acercan a ella los que están deprimidos, los que se sienten solos, los que tienen una pena en el corazón, los afligidos, los que ven el vaso medio vacío, los que carecen de esperanza, los que no tienen ganas de vivir, los desanimados, los que no encuentran consuelo, los que no ven una luz al final del camino ... Allá está ella para consolarlos, para alentarlos a seguir y, sobre todo, a encontrar una razón para sonreír.

Aunque no tiene ni dos meses de entronizada, porque llegó el 24 de diciembre al principal templo de la ciudad, ya tiene cientos de devotos. Nuestra Señora de la Sonrisa, así se llama, despierta alegría y calma en Miriam Díaz Iconomovich, abogada, que tuvo “una vida muy difícil”. La mira, se santigua, y sólo exclama: “¡es hermosa!” Miriam llegó por la insistencia de su amiga, la locutora Mónica Herrera, que descubrió la imagen un día, como tantos, que fue al sagrario a rezar una oración. “Traigo acá a mucha gente porque la Virgen hace mucho bien a las personas”, dice. Flanquean la imagen dos cuadros, uno con la oración a la advocación, y otro con la historia.

El origen

Cuenta la tradición que Santa Teresa de Lisieux invocó a la Virgen en momentos en que se encontraba gravemente enferma, pero y sobre todo muy triste, porque había fallecido su mamá. Santa Teresita era apenas una niña. En ese momento vio que la imagen de la Virgen de las Victorias, que era la que había en su cuarto, le sonreía e inmediatamente se curó, dejando para el mundo la historia de esta bonita devoción”, relata el padre Sebastián Sarlo, de la Catedral. Así nació la Virgen de la Sonrisa, que es totalmente blanca porque así la vio Santa Teresita. Actualmente la imagen está colocada sobre el relicario de santa Teresita al costado derecho de la capilla del Carmelo de Lisieux, en Francia.

Santa Teresita es doctora de la Iglesia, nombrada por Juan Pablo II. Sus padres fueron canonizados recientemente por el papa Francisco. El prelado argentino no olvida a la Virgen de la Sonrisa que gracias a su intercesión él puso superar una depresión que padeció cuando era sacerdote jesuita.

El precursor

También la llegada de la imagen a Tucumán es prodigiosa. Un joven salesiano, Ian Nahas, la conoció circunstancialmente hace cinco años, cuando una amiga le comentó que había encontrado casualmente una estampa. “No tenía idea de qué era esta advocación, pero me llamó la atención desde el momento en que la conocí. De inmediato busqué su historia por internet. Me impactó desde un principio, quizás porque la sonrisa es algo que me identifica”, dice el joven abogado 26 años, desplegando una blanca sonrisa. “Hoy en día en la vida la sonrisa es lo único que te abre puertas, tanto en tus relaciones laborales, como en la vida social. ¡Y es justamente lo que nos hace falta en estos tiempo! ¡El mundo necesita sonrisas!”, dice con simpatía.

Rumbo a Tucumán

Cada vez que Ian tenía oportunidad de viajar a Buenos Aires por razones de trabajo, aprovechaba para visitar la imagen de la Virgen de la Sonrisa. Estaba en una parroquia del barrio Agronomía, Santa Teresita. Luego volvía a Tucumán cargado de estampitas que repartía entre sus amigos, conocidos y gente que él intuía que necesitaba la ayuda de la Virgen. “A los que viajaban a Buenos Aires les hacía un mapita para que puedan llegar hasta la parroquia donde estaba la Virgen”, recuerda. Hasta que un día pensó que era hora de traer la imagen a Tucumán. Averiguó cómo habían conseguido la imagen en aquella parroquia y se enteró de que fue el papa Francisco, cuando era el cardenal Bergoglio, quien hizo traer la imagen del molde original de Francia. Entonces hizo lo mismo, encargó otra réplica igual a la de Liseux, y la hizo traer de Francia. La trajo él mismo en avión desde Buenos Aires a Tucumán. El otro paso sería dónde entronizarla. Sin duda una iglesia era el lugar más apropiado para que la imagen pudiera ser a ella. “Me sentía el embajador de la Virgen. Si bien en Tucumán había otra imagen peregrina, que la llevaba Jorge Pablo Rodríguez, no estaba en ninguna iglesia”, razonaba.

Para aumentar la devoción creó una página en Facebook - Virgen de la Sonrisa Tucumán - que en una semana tuvo 55.000 visitas. “La gente me mandaba historias de testimonios increíbles, curaciones”. En Tucumán Ian se puso en contacto con sacerdotes para encontrar una parroquia para entronizarla. Dos años buscó dónde dejar la imagen hasta que el padre Marcelo Barrionuevo se enteró y le abrió las puertas de la Catedral inmediatamente. Su fiesta es el 13 de mayo, pero cada 13 de mes hay misas en su honor y con muchas intenciones porque hasta ahora es la única iglesia en el NOA que tiene esta devoción.

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