Una columna del Ejército de los Andes arrancó en Tucumán

Una columna del Ejército de los Andes arrancó en Tucumán

José de San Martín diseñó la campaña del cruce de los Andes sobre la base de seis columnas perfectamente sincronizadas. Una de ellas, comenzó aquí.

CRUCE DE LOS ANDES. IMAGEN ILUSTRATIVA TOMADA DE CRUCEDELOSANDESCAMINANDO.COM CRUCE DE LOS ANDES. IMAGEN ILUSTRATIVA TOMADA DE CRUCEDELOSANDESCAMINANDO.COM
18 Enero 2017

José de San Martín diseñó la campaña del cruce de los Andes sobre la base de seis columnas perfectamente sincronizadas. Todas las columnas tenían fijados su propósito, las fechas de partida, qué distancia había que recorrer por día y cuándo debían ser atacados los objetivos.

Lo que posiblemente no sepas es que una de las columnas arrancó desde aquí. Nos lo contó el arquitecto Juan Carlos Marinsalda, un especialista en patrimonio que vivió un tiempo en Tucumán y ahora trabaja en el Distrito Cuyo de la Dirección Nacional de Arquitectura.

Nos ubiquemos en tiempo y espacio: no había teléfono ni rutas pavimentadas; tampoco GPS. Las instrucciones de San Martín partían de Mendoza, en el mejor de los casos a caballo. Y sin embargo se cumplieron con suma precisión.

Cuando preparaba la invasión San Martín sabía la importancia de la ciudad chilena de Copiapó, y calculó que en La Rioja no habría suficiente cantidad de hombres, de modo que recurrió a Manuel Belgrano. Este movilizó a dos oficiales de su confianza: Benito Martínez, que se hizo cargo del Gobierno riojano después de declarada la Independencia, y Francisco Zelada, que encabezó la expedición que cruzaría seis meses después los Andes por el norte.

El comandante

Zelada había iniciado su carrera militar combatiendo durante la Invasiones Inglesas a... ¡los 11 años! En 1814 se incorporó al Ejército del Norte y fue uno de los derrotados en Sipe Sipe (que confirmó la teoría de San Martín de que no se vencería a los realistas por el norte).

Zelada estaba acantonado en Tucumán cuando San Martín le pidió los refuerzos a Belgrano, y partió rumbo a La Rioja al frente de 50 hombres de infantería. Mientras tanto, Benítez, junto con el capitán Nicolás Dávila, había reclutado 200 milicianos. Eran casi todos labradores, arrieros o mineros (en su mayoría negros, mulatos, zambos y mestizos, como en todas las tropas patrias) con casi nula instrucción militar vestidos con sus pilchas y armados con lo que tenían, a los que Dávila les había dado alguna instrucción militar. A ellos se sumaron baquianos y rastreadores. Caballos, mulas y alimentos que utilizaron habían sido donados o reunidos por la familia Dávila y por el comandante del Departamento de los Llanos, Facundo Quiroga.

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Hacia Chile

El 12 de enero de 1817 partieron desde Chilecito hacia Guandacol, y cruzaron la cordillera por el Paso de Comecaballos: sendero por el que circulaban con frecuencia los arrieros y su ganado hacia Copiapó. En algunas partes del recorrido, circularon a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar.

Llegaron a territorio chileno el 1 de febrero y, siguiendo las instrucciones de San Martín -que se tomara posesión de todos los objetivos simultáneamente el 12 de febrero- dividieron sus fuerzas. Dávila encabezó las que tomaron Copiapó (donde, gracias a la sorpresa, casi no encontró resistencia) con unos 80 hombres. Allí se organizó el gobierno de la provincia con patriotas que no habían huido tras la reconquista realista de Chile.

Zelada, por su parte, con el resto de las tropas, enfrentó a las fuerzas realistas que habían huido desde Copiapó hacia el sur y las derrotó en el Combate de Huasco, el 16 de febrero.

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