A la par de uno de los cientos de arbustos petisos que hay en el paisaje de El Brete, estaba él. Con la firmeza de los árboles altos que no abundaban en la zona, su fisonomía robusta proyectaba su larga sombra sobre el suelo tapado de polvo y piedras pequeñas. Era Walter Arroyo, un hombre de Trancas que en su mano portaba la bandera argentina. El que pasaba cerca era atraído por los pequeños agujeros que delataban largos años de tenencia.
¿Alienta a algún piloto argentino en especial? “No, no es para eso. Es para que nos alentemos nosotros y sepamos que somos argentinos”, explicó Arroyo. Así comenzó su razón de ser junto al Dakar. Un motivo que iba más allá de la velocidad, de las tácticas de navegación y hasta del triunfo mismo que buscan los más de 300 competidores de la prueba más dura del mundo.
“En el Dakar tenemos que dar testimonio de que somos argentinos”, dijo con convicción, esa con la que debe haber entonado cientos de veces el himno nacional argentino. Este ex marino, con tono pausado y calmo, hizo oír a los mortales su mensaje que él intenta sea inmortal cada vez que porta su bandera. “La tengo desde 1985”, reveló y dio el motivo de esos agujeritos que marcan la vejez del “trapo” que no sólo conoce tribunas naturales en territorio argentino como la de El Brete. “Diría que tiene parte del mundo porque adonde yo iba, la bandera venía conmigo. Y tengo muchos viajes en la Fragata Libertad”, dijo orgulloso Arroyo sobre su paso por el buque que pertenece a la flota de la Armada Argentina.
“Tengo fotos en la Torre Eiffel con la bandera”, tiró como mejor recuerdo. “¡Qué bien! En la tierra de Sébastien Loeb que acaba de pasar”, le apuntó alguien que seguía el interesante relato. “Yo poco entiendo de los autos”, reconoció entre risas. “A mí me gusta la previa, con los muchachos”, afirmó ante la mirada atenta de esos que le hacen feliz la vida en medio del polvo, el sol hiriente, la conservadora y el clásico sillón de playa reclinable, de tela alpillera rígida.
Esos muchachos, con pinta de buenos como Walter, se suman al mensaje refundacional que quieren darle al Dakar. “Somos argentinos y lo sentimos así; esto le hace bien al país. Es un momento para sentir la bandera. No como unos que dicen ser algo, pero no lo son”, envía Martín, el hermano de Walter, el mensaje sin destinatario concreto. El tranqueño propone más todavía. “Tendría que estar todo lleno de banderas y escarapelas. Creo que no nos sentimos argentinos; somos egoístas, no malos. Tendríamos que hacer flamear la bandera más que nunca”, sostuvo casi como una orden.
Como su hermano no dio nombres, pero quizás sea al pueblo que vio nueve veces consecutivas el paso de la caravana que concentrará la atención del mundo hasta el 14 de enero.