El respeto por las ideas y las creencias de los otros

LA  GACETA
Por LA GACETA 16 Noviembre 2016
Siempre es un desafío llegar a ella. Algunos la alcanzan, para otros es una desconocida o se la nombra con frecuencia, pero poco o nada se la practica. Es el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Se afirma también que es esa sensación molesta de que al final el otro pudiera tener razón. “Aunque toda sociedad está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia”, sostenía el escritor George Bernard Shaw.

El 12 de diciembre de 1996, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió por resolución que el 16 de noviembre se celebrara el Día Internacional para la Tolerancia, cuyo objetivo es enseñar tanto a los niños como a personas mayores en qué consiste la tolerancia y llevarla a cabo con todas las personas que nos rodean. La Unesco señala que la tolerancia es el respeto y la aceptación de la gran riqueza cultural del mundo, así como el reconocimiento de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. El organismo internacional propone reflexionar en este días sobre estas ideas: diversidad en la comunidad; derechos humanos; un programa individual de tolerancia; el no a la violencia; la diversidad ecológica y diversidad humana; la tolerancia religiosa; deportes y tolerancia, y creatividad en el trabajo.

“La tolerancia es mucho más que la aceptación pasiva del ‘otro’. Lleva consigo la obligación de actuar, y debe enseñarse, alimentarse y defenderse. La tolerancia exige que los Estados inviertan en las personas y en la realización de todo su potencial por medio de la educación, la inclusión y la creación de oportunidades, lo que implica la construcción de sociedades fundadas en el respeto de los derechos humanos, en que el miedo, la desconfianza y la marginación son sustituidos por el pluralismo, la participación y el respeto de las diferencias”, señaló Ban Ki-moon, secretario general de la ONU.

Vivimos en un mundo cada vez más violento, en el cual Tucumán no es precisamente la excepción. Con cierta frecuencia se conocen episodios en los que padres han atacado a un docente, enojados porque ha reprobado a su hijo, el acoso escolar entre los mismos alumnos que se ha vuelto moneda corriente. Los brotes de intolerancia se han vuelto cotidianos desde hace años en la política: dirigentes que se descalifican mutuamente usando los peores epítetos en forma pública. La falta de tolerancia genera discriminación, los que poseen una pizca de poder segregan a quienes no piensan como ellos. En muchos casos, puede convertirse en una enfermedad social, que se sobrelleva con naturalidad y salta a la vista cuando ocurre una desgracia.

La escasez de tolerancia genera violencia física e intelectual, el sometimiento de los más débiles, las mujeres golpeadas son reflejo de ello. La intolerancia se gesta en la ausencia de diálogo y solo se combate con educación, generando conciencia desde la niñez. La mediación puede resultar muy útil para que los chicos aprendan a resolver sus problemas a través de la comunicación y a ponerse en el lugar del otro. Es un punto de partida para entender que nadie es dueño de la verdad. “Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio”, reflexionaba Mahatma Gandhi. A mayor intolerancia, más violencia.

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