En “Gente de Prensa” añoran los desfiles patrios y piden que se limpie la plaza

Hubo un tiempo en que se organizaban fiestas entre todos y la gente se sentaba en la vereda para conversar. Quejas por la falta de barrenderos.-

DE PASO. Un par de hamacas, un tobogán y el pasamanos en desuso le dan un aspecto desolado a la plaza, ubicada sobre avenida Ernesto Padilla. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.- DE PASO. Un par de hamacas, un tobogán y el pasamanos en desuso le dan un aspecto desolado a la plaza, ubicada sobre avenida Ernesto Padilla. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.-
15 Noviembre 2016
Algunos vecinos todavía recuerdan los viejos tiempos en que la avenida Ernesto Padilla se convertía en peatonal y todo era una fiesta en honor a la Patria. Cada 9 de Julio, los vecinos cortaban el tránsito para celebrar el Día de la Independencia.

La fiesta se hacía con un majestuoso desfile en el que participaban los cuerpos de Bomberos, algunos estamentos de la Policía, estudiantes con sus guardapolvos impecables, docentes y familias del barrio. El barrio Gente de Prensa nació en vísperas de la Navidad de 1968. El 23 de diciembre de aquel año comenzó la excavación de los cimientos y la nivelación de los terrenos en avenida Padilla, entre Las Piedras y La Madrid, a la altura de avenida Mate de Luna al 2.900.

En total se construyeron 126 casas gestionadas ante el Instituto Provincial de la Vivienda, que administraba Alfredo Gerardi y los representantes del consorcio Barrio Gente de Prensa. En aquel tiempo, el Gobierno provincial aportó $ 25 millones para financiar la construcción. La entrega de las viviendas se demoró hasta 1971, según los registros oficiales. Yolanda de Almada, de 78 años, trabajaba en Concepción con su esposo, cuando dejaron todo en el sur y se cambiaron al nuevo domicilio. “Al principio veníamos en tren, que tardaba más de dos horas en llegar a la capital; después pusieron El Trébol, la empresa de ómnibus y era más rápido”, recuerda.

El viejo sindicato de prensa ideó el programa habitacional y logró el respaldo oficial. Por la demora de la entrega, en febrero de 1970, el consorcio visitó al entonces gobernador Jorge Nanclares para que acelere las obras.

Los vecinos se lamentan porque la plaza del barrio está un poco descuidada. Hasta principio de los ‘90 había un cuidador que se encargaba de la limpieza. Hoy en día, en un extremo del paseo hay una gruta con la imagen de la Virgen del Valle. Silvia Patricia Garrocho, de 53 años, llegó al barrio cuando ella tenía 8 años. “En esos tiempos, los vecinos nos sentábamos en la vereda y se festejaba Año Nuevo en la calle con baile y todo -dice con añoranza-. Se hacía el desfile del 9 de Julio y repartían escarapelas; había una convivencia que se perdió con el paso del tiempo”, agrega. La mujer formó su familia y emigró a México, donde reside desde hace dos décadas. Sin embargo, cada tanto regresa al barrio de su infancia para visitar a su madre.

Los residentes tienen sus problemas comunes y que, en algunos casos afectan a un gran número de vecinos. Entre los reclamos de la gente se destaca la inseguridad en la zona de las paradas de ómnibus. La línea 12 presta el servicio en esa zona.

“Mire -dice Jorge Sherriff, mientras señala el cordón de la calle- en mi vida he visto un barrendero en este barrio”. El hombre estuvo entre los cinco primeros propietarios que llegaron al momento de la inauguración del barrio. “Antes venían de las cooperativas a limpiar, pero se acabó la campaña electoral y chau cuadrillas”, agregó. Un problema serio es la falta de alumbrado público. De noche es complicado transitar por las veredas, que se convierten en una boca de lobo para todos.

La ochava de la esquina de General Paz y Ernesto Padilla es tan oscura que terminó siendo la preferida de aquellos que quieren ocultarse. La falta de poda de los árboles hace más peligrosa la esquina no sólo por la noche, sino también por los cables que quedaron atrapados entre las ramas.

El traslado de la que otrora fue la vecina Villa Piolín a El Manantial le dio otra imagen al barrio Gente de Prensa. Ese espacio de una manzana quedó despejado y todavía sin uso determinado. Los niños, a media mañana, juegan en la plaza, bajo la atenta mirada de sus padres. Ya no hay desfiles, ni bailes en la calle; el temor le ganó a la convivencia de aquellos viejos tiempos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios