Ante la falta de talento y de buenos árbitros en el interior del país, puedo decir que estamos muy contentos por la proyección que tiene Leila. Su crecimiento y el de Pedro Argañaraz nos llena de orgullo. A fin de año ella será árbitro nacional, lo que significa que se le abrirá un abanico de posibilidades en su carrera. Entiende el juego como pocas y en nuestro caso fue pionera para que otras chicas siguieran sus pasos. En Tucumán tenemos a las hermanas Alejandra y Valentina Cruz, a Romina Sánchez, a Luciana Romano y a Romina Reynoso, pero ellas, pese a que ya fueron asistentes en partidos de la Liga, todavía no están listas.
Diferente es el caso de Leila, que tiene -insisto- una capacidad natural para esto. Gracias a Dios, tanto ella como “Pedrito” salieron de nuestra escuela.