Los desafíos que dejan las palabras de Pineda

LA  GACETA
Por LA GACETA 30 Julio 2016
Un reguero de emociones profundas y sanas conmovió y contagió por estos días a buena parte de la opinión pública tucumana, especialmente a los miles de tucumanos que escucharon o tuvieron contacto directo con una de las personalidades más impactante que visitó San Miguel de Tucumán en los últimos tiempos: el maestro, conferencista, escritor y actor español con Síndrome de Down, Pablo Pineda Ferrer. Carismático como pocos, apasionado por su mensaje, directo, sensible, optimista, Ferrer se ganó el corazón y el apoyo de miles de personas por su lucha y experiencia a lo largo y ancho del mundo: se ha propuesto tirar abajo los prejuicios y la discriminación social y promover el conocimiento y el respeto a las personas con alguna discapacidad.

Les habló a funcionarios municipales y provinciales, ha disertado a sala llena en el Teatro Alberdi, también dejó su mensaje al mundo universitario, pero especialmente se reunió con lo que él mismo define “los míos”, el colectivos de personas con Síndrome de Down y sus familiares.

Su impresionante curriculum da cuenta de una formación, habilidades y cultura que sobresalen: nació (en 1974) y vive en Málaga, España; es el primer ciudadano europeo con Síndrome de Down que obtuvo una licenciatura universitaria (es diplomado en magisterio); incursionó en el cine y como actor fue galardonado con la Concha de Plata -edición 2009-, el principal premio que otorga el Festival Internacional de Cine de San Sebastián por su participación en la película “Yo, también”, que en condición de escritor publicó los libros “El reto de aprender”, en 2013 y “Niños con capacidades especiales: Manual para padres”, en 2015, además de haber trabajado como presentador de la televisión española, entre varias tareas y actividades. Desde 2010, Pineda dicta conferencias y cursos por todo el mundo con las fundaciones “Lo que de verdad importa”, y “Adecco”, impulsando tareas de sensibilización y formación para empresas, familias y público en general.

Con un libreto didáctico y a la vez profundo y valiente, el conferencista español se esmeró en reiterar en todos los actos que la Municipalidad de nuestra capital y la asociación Down is Up le preparó que no hay que sobreproteger a los niños y jóvenes nacidos con esa particularidad genética, al tiempo que interpeló a las dirigencias políticas y empresarias para que les abran espacios en el mundo del trabajo. Y lanzó lo que sería el mensaje que bien podría servir como de ejemplo y camino para las familias que enfrentan una situación como la que vivieron sus padres y hermanos: “A mí, mis padres, mi familia, no me sobreprotegieron, no me cuidaron; me ayudaron a construir mi autoestima; me han educado para la relación con los demás; confiaron en mí”.

Pineda dejó múltiples enseñanzas personales que sacudió los auditorios por donde estuvo, y especialmente, en Tucumán logró reinstalar el debate respecto de la deuda inveterada que tiene la sociedad para con las personas con capacidades especiales en el aspecto laboral y la necesidad de promover la inclusión de ellos en todos los espacios y ambientes. Los gobiernos y los distintos actores sociales tienen ahora el reto de responder a ese reclamo y asumir -de una vez por todas- la responsabilidad de aplicar leyes laborales que -incluso- ya prevén esas coberturas y para que la idea integración se transforme en hechos virtuosos, y no sólo palabras, que posibiliten el desarrolle de las capacidades de todas las personas.

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