Un Guapo leal y reflexivo, vigente como hace 70 años

En su momento quien dio las instrucciones fue ella. Teresita Terraf, a cargo de la cátedra Historia en la carrera de Teatro, indicó a sus alumnos que leyeran “Un Guapo del 900”, y así fue como Nicolás Aráoz abordó por primera vez el texto de Samuel Eichelbaum. Aquella fue sin embargo una lectura no muy a conciencia, “como se leen las cosas cuando tenés 20 años”, admite hoy Aráoz, que hace unos meses se reencontró con la obra en circunstancias muy diferentes: convocado por el Ente Cultural, dirige el Teatro Estable en su puesta en escena. ¿La perlita? Uno de los roles principales -el de Natividad, la madre del Guapo- es asumido por la propia Terraf, la misma que le dio a conocer el texto.

“Me parecía un desafío interesante”, dice Aráoz cuando repasa la invitación del Ente, efectuada a principios de año. “Debía pensar en una obra de teatro argentino no contemporáneo, que haya marcado alguna época. Como no tengo leídas tantas, pedí recomendaciones a mis amigos teatreros; así, de parte de Rafael Nofal, me llegó ‘Un Guapo del 900’. Fue una de las primeras que leí y me encantó, y aunque luego siguió la búsqueda, volví a esa primera opción. Sentía que había un vínculo con el texto, que tenía que ver conmigo, aunque no sabía del todo por qué”. El delineamiento del proyecto le tomó dos semanas y a eso le siguieron unos tres meses de ensayo.

Lo que se verá, adelanta el director, no es una presentación clásica sino que se trata de una obra adentro de una obra, que juega con los ensayos de los actores y el rodaje de la película homónima (Leopoldo Torre Nilson la llevó a la pantalla grande en 1960). “Siempre me ha interesado la mezcla de ficción y realidad. En el cine tengo referentes muy claros de esto, como Abbas Kiarostami y Werner Herzog. Y en teatro he visto obras como ‘Ensayo de tango’, del grupo Propuesta, que me impactaron muchísimo... También yo hice mis espectáculos así. Paralelamente a esto, Eichelbaum solía definir al suyo como un teatro de introspección. Se refería a sus personajes, pero me gustó ampliar ese concepto y llevar la introspección al autor, al director e incluso al trabajo con los escenógrafos”.

Actual como en el 40

“Un Guapo del 900” cuenta la historia de Ecuménico López, un hombre llegado del campo a la ciudad que trabaja para el político Alejo Garay. En un momento dado, López descubre que la mujer de Garay le es infiel con su candidato rival, Clemente Ordóñez. Por defender la honra de su patrón, el Guapo discute con Ordóñez, lo mata y va preso. La obstinación de su madre y las influencias de Garay permiten que sea liberado, pero este no puede con su conciencia, asume su responsabilidad en el crimen y se entrega.

Lealtad, nobleza, fidelidad, poder, delito, política: la obra de Eichelbaum conjuga estos y otros temas universales y por eso tiene hoy la misma vigencia que en 1940, cuando fue escrita. “El texto está parado sobre las preocupaciones básicas del ser humano -opina el director-. Si bien su formato no es actual (es muy extenso y tuve que acortarlo), la historia sí lo es y funciona perfectamente. Todos podemos sentirnos identificado con las reflexiones del Guapo o de don Alejo... todo es cercano”.

Aráoz -que ya ha dirigido el Estable en 2008, con “Bodas de sangre”- dice que, a diferencia del teatro independiente, estas son oportunidades para pensar y trabajar con un elenco numeroso y un espacio mucho más amplio al habitual. “Por supuesto que, en chiquito o en grande, uno siempre termina por contar lo que quiere contar, pero esas posibilidades están buenísimas”.

VIERNES Y SÁBADOS

• A las 22, en la sala Caviglia (San Martín 251). Hasta el 23 de julio.