Estudiantes le hizo la vida imposible a Atlético

El "Decano" se mareó por la picardía del “Pincha” y la pésima tarea del árbitro Espinoza. Video.

INTENTO FALLIDO. Menéndez, el luchador de Atlético, que anoche asistió a Aliendro y marcó el 2-2 parcial, intenta hacer una pirueta cuyo final terminó en Andújar. foto matías napoli escalero (especial para la gaceta) INTENTO FALLIDO. Menéndez, el luchador de Atlético, que anoche asistió a Aliendro y marcó el 2-2 parcial, intenta hacer una pirueta cuyo final terminó en Andújar. foto matías napoli escalero (especial para la gaceta)
12 Abril 2016
¿Cómo se explica? ¿Cómo fue que a Atlético le birlaron la muchacha más linda de la fiesta? ¿Por qué una noche que pintaba para inolvidable se transformó en una madrugada poblada de lamentos por lo que pudo haber sido?

Victoria 3-2 de Estudiantes, en ese final con escándalo, de penal atajado por Cristian Lucchetti en tiempo de descuento y repetido por adelantamiento del arquero y grito postrero de Jonatan Schunke, que encuentra razones en un par de apellidos, Gastón Fernández y sobre todo el juez Fernando Espinoza, más algunos -pocos- pecados del “Decano”, que se vuelve de La Plata con las manos vacías cuando la historia bien podría haber tenido un desenlace diferente.

No lo fue, primero porque apareció un galancito maduro en años pero aún vigente, al que paradójicamente lo apodan “Gata”. Fernández es un seductor nato, de aquellos que flirtean con la pelota y la “chamuyan” para que la redonda haga lo que él le pide. Traducido: que se meta junto al palo izquierdo de Lucchetti dos veces en menos de 30’, para neutralizar aquel lindo gol de arranque de Rodrigo Aliendro: tras el estiletazo de Cristian Menéndez, dejó a Mariano Andújar por el piso y silenció La Plata.

Claro que el “diablo” (el árbitro Espinoza) también metió la cola. Porque Israel Damonte se tiró a la pileta. No hubo falta. Pero Fernández no sintió remordimientos a la hora de cambiar el tiro libre desde ángulo cerrado por golazo, con Lucchetti tapado por más estudiantes que los que se juntan el día de la Primavera.

Y Atlético también hizo lo suyo para que lo dejaran plantado después de haberse puesto la mejor pilcha. Juan Azconzábal hizo bien la tarea. Y su equipo salió sin complejos, sabiendo que en el estadio Único tenía una oportunidad ídem de llegar a la madurez y sacar patente de candidato a todo, al cupo para Copa Libertadores y también para discutirle de tú a tú el liderazgo de la zona a Lanús.

Con Aliendro y González movedizos e imprevisibles, un Rodríguez intermitente y un Menéndez intenso, más el resto que empujaba desde atrás, el pecado del “Decano” fue no aprovechar el amor a primera vista para finiquitar el trámite, consumar su matrimonio con el resultado con un segundo tanto en ese primer cuarto de hora, con el “León” reducido a un felino menor.

Y cuando Carlos Auzqui se hizo expulsar por protestar una falta que no existió, Atlético no apretó el acelerador. Por el contrario, se dejó llevar por delante por un equipo en inferioridad numérica pero en superioridad anímica, como en esa jugada en la que Lucas Viatri peinó la pelota y Pablo Cáceres hizo un despeje contra natura para dejarle servida la novia a la “Gata”, que volvió a encandilarla y la soltó con gracia, con energía, para apartarla del desesperado abrazo de Lucchetti.

El guión de la novela quedó escrito. Vivas hizo su movida, y con Juan Cavallaro por Viatri apostó a blindar mejor la banda. ¿Su estrategia? Esperar en su campo y apostar a alguna contra, aún sin punta de lanza. Se sabe: Estudiantes tiene oficio y mística, a su juego lo llamaron a la hora de defender a la muchachita ante una platea afín y enfervorizada.

El director Azconzábal intentó cambiar el destino en un segundo tiempo en el que no había pasado nada hasta en esos cinco minutos finales. Ya con Zampedri más Govea en cancha, y una superpoblación de delanteros, Atlético inclinó definitivamente la balanza territorial y cobró dividendos con esa definición de goleador del inefable Menéndez para un 2-2 que parecía definitivo, y negocio para Atlético.

Pero Espinoza vio penal sobre Talpone, y el asistente opinó que Lucchetti se adelantó unos centímetros al tapar el tiro de Schunke, y el árbitro cobró lo que casi nunca se cobra: repetición. El segundo disparo, con un incrédulo Azconzábal que ya había dejado el campo de juego, fue gol nomás.

Una lástima, porque la muchachita linda le había hecho un guiño a Atlético apenas comenzada la noche de otoño.

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