Hipotecario, una década para construirlo

Manuel Riva | LA GACETA

EN EL PRESENTE. Así luce la sucursal en la esquina de San Martín y Junín, aunque con sus puertas cerradas ya que la entidad se mudó de allí. EN EL PRESENTE. Así luce la sucursal en la esquina de San Martín y Junín, aunque con sus puertas cerradas ya que la entidad se mudó de allí.
14 Febrero 2016
En 1886 el Congreso Nacional aprueba la creación de un banco de fomento para la construcción de viviendas para hacer frente a la necesidad de la población en cuestiones habitacionales. La entidad financió a lo largo de su historia cientos de emprendimientos habitacionales en todo el país y en Tucumán. La importancia de nuestra provincia está demostrada en que apenas al año siguiente de la creación nacional, más precisamente el 22 de enero de 1887, abre sus puertas una oficina en Tucumán que pocos años después pasa a ser sucursal y que se instala en la esquina de Salta y Las Heras (hoy San Martín).

Durante largo tiempo funcionó allí, hasta que en 1930 y por decisión del gobierno de Hipólito Irigoyen se compra el terreno de Junín y Las Heras (San Martín) para la construcción de una sucursal acorde a las necesidades de la provincia. Se dieron comienzo a los replanteos y primeros paso de la obra. Llegó el golpe de Estado de 1930 y la construcción se detuvo.

Abandonado

El lugar quedó abandonado, las fundaciones preparadas, los hierros plantados y una empalizada delimitaba la zona de obras de la vista del público. Esta situación se extendió por varios años y hasta nuestro diario se hizo eco del hecho de que una esquina céntrica estuviera desaprovechada.

El 13 de febrero de 1936 nuestra edición titulaba “Desde hace seis años se encuentra paralizada la construcción del edificio del Banco Hipotecario”; una noticia con cuatro fotos sobre el estado de los restos de la construcción detenida que además impedía el tránsito peatonal.

Podía leerse en el artículo: “Han transcurrido poco más de seis años desde que se inició la construcción del Banco Hipotecario Nacional. El proyecto que en aquel entonces se dio a conocer al público anticipaba una obra arquitectónica magnífica, que estaba llamada a embellecer un barrio céntrico, al propio tiempo que colaborar a la representación local de la citada institución de crédito a la altura que corresponde a su importancia”.

En el relato se hace un poco de historia al recordar que apenas se habían alzado algunas columnas y vigas cuando estalló la Revolución de Setiembre del 30 que detuvo las obras por cuestiones económicas. “Desde entonces han transcurrido seis años y al esqueleto de metal… no se ha agregado más que algunos matorrales espontáneos. Creció también una morera convertida hoy en árbol frondoso, cuya copa sobresale entre las vigas que debieron sostener un techo”, sigue la crónica, en referencia a cómo creció la especie perteneciente al género Morus y de la familia de las Moráceas que puede verse en la nota gráfica de entonces.

Pero la noticia no se queda en el anecdótico hecho que la morera haya crecido en el lugar sino critica las pérdidas económicas que significaba tener ese lugar abandonado. “Veamos entre tanto el resultado de la economía realizada. Entre los intereses que se pierden por el dinero invertido en el terreno hoy semi-abandonado y los gastos de alquiler del local que actualmente ocupa la sucursal, se redondea anualmente una suma aproximada de 12.000 pesos. En seis años, pues, se han pérdido lamentablemente más de 70.000 pesos”. Esta situación, de acuerdo al artículo, es contradictoria tratándose precisamente de una entidad de préstamos para edificación; y plantea que con el dinero del alquiler se podrían haber costeado los gastos de construcción.

Ante esta inacción por parte de la entidad nacional y recordando que se supo con desilusión que se pretendía reducir el presupuesto primitivo en forma considerable para realizar una construcción de un solo piso, cuyo costo alcanzaba solo 140.000 pesos se consideró la posibilidad de buscar una empresa constructora que usara los fondos del alquiler como forma de pago.

También destaca que la representación parlamentaria tucumana se opuso a la reducción de los fondos porque debía hacerse un edificio como Tucumán anhela.

Y al parecer primó el criterio de no hacer nada.

Hecha realidad

La nota y los demás esfuerzo de representantes tucumanos dieron sus frutos porque poco tiempo después, hacia 1937 comenzaron las obras nuevamente. Culminaron en 1939, quedando inaugurada la nueva sucursal el 31 de octubre de ese año.

Sin embargo y trás varias décadas de funcionar allí con eficiencia y en benficio de los tucumanos la elegante construcción de San Martín y Junín permanece cerrada desde hace años tras su paso a manos privadas, siendo sus paredes usadas como cartelera de publicidad, aunque la entidad mantiene su sucursal en nuestra ciudad cerca de este edificio y abrió otras en el interior de la provincia.

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