07 Enero 2016 Seguir en 
EN LO OSCURO. La peste cerca a una niña en la Buenos Aires de 1871.
El cine de terror producido en la Argentina es un territorio todavía fértil. A lo largo de la historia del séptimo arte en el país, hubo un período inicial de gran actividad, con actores fetiche como Nathan Pinzón o Narciso Ibáñez Menta, directores como Mario Soffici y decenas de filmes, pero desde de la década del 70 la actividad decrece considerablemente. En la actualidad, es casi marginal en un momento de auge de estrenos nacionales.
En una cronología desarrollada por el crítico Darío Lavia, se menciona a “El hombre bestia o la aventura del capitán Richard”, como la primera del género. Es una rareza rodada en 1934 en Santa Fe por Camilo Zaccaría Soprani, objeto de un corto documental realizado en esa provincia y titulado “Tras los pasos de El Hombre Bestia”. El género se consolidó entre 1940 y 1960, con numerosos y exitosos trabajos, al punto que sale de la pantalla grande y llega a la televisión con recordados ciclos impulsados por el mencionado Ibáñez Menta.
La violencia callejera de los 70 dejó poco espacio para imaginar el terror en celuloide, y en los 80 y 90 las producciones se inclinaron hacia las llamadas comedias terroríficas, actuadas por Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Juan Carlos Altavista o Juan Carlos Calabró. Algunos realizadores del horror se refugian en el video directamente, sin distribución en salas. Ya en este siglo, lentamente empieza un resurgir (“Habitaciones para turistas, “Penumbras”, “Alguien te está mirando”, “Sudor frío” y “Necrofobia” son algunos ejemplos), aún con tropiezos, y el primer estreno nacional en este año es, precisamente, un filme de terror con todas sus letras.
“Resurrección” está ambientada en la epidemia de fiebre amarilla que golpeó Buenos Aires en 1871 y mató a unas 14.000 personas (alrededor del 8% de la población de la ciudad). Las huellas están vigentes aún hoy, ya que produjo la emigración de la clase alta hacia la zona norte, produciendo así una división social geográfica que continúa.
La historia se centra en el joven sacerdote Aparicio (a cargo de Martín Slipak), que va hacia la ciudad para atender a las víctimas, a partir de su convicción misionera. Antes de llegar, hace escala en la quinta de su hermano y encuentra a toda la familia infectada y a la casa abandonada, mientras que una serie de eventos le impiden seguir viaje y ponen en duda su fe y sus creencias. De fondo, se recorta la lucha del hombre común cuando enfrenta a la muerte.
La producción dirigida por Gonzalo Calzada (antes filmó “Luisa” y “La plegaria del vidente”) es anunciada como una película de género fantástico alineada dentro del llamado terror gótico, con aportes clásicos: casas en ruinas, muertes sospechosas, fantasmas, rituales, sospechas cruzadas y un lugar seguro (la capilla, donde se resguardan la madre y la hija del agonizante dueño del lugar). “El diablo siempre regresa”, se alerta desde el afiche de promoción.
El gran ilustrador Enrique Breccia (integrante de las revistas SuperHumor, D’Artagnan y Fierro, y ganador en 2012 del diploma al mérito Konex como uno de los mejores ilustradores del país) se sumó al proyecto en la secuencia de títulos iniciales.
En una cronología desarrollada por el crítico Darío Lavia, se menciona a “El hombre bestia o la aventura del capitán Richard”, como la primera del género. Es una rareza rodada en 1934 en Santa Fe por Camilo Zaccaría Soprani, objeto de un corto documental realizado en esa provincia y titulado “Tras los pasos de El Hombre Bestia”. El género se consolidó entre 1940 y 1960, con numerosos y exitosos trabajos, al punto que sale de la pantalla grande y llega a la televisión con recordados ciclos impulsados por el mencionado Ibáñez Menta.
La violencia callejera de los 70 dejó poco espacio para imaginar el terror en celuloide, y en los 80 y 90 las producciones se inclinaron hacia las llamadas comedias terroríficas, actuadas por Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Juan Carlos Altavista o Juan Carlos Calabró. Algunos realizadores del horror se refugian en el video directamente, sin distribución en salas. Ya en este siglo, lentamente empieza un resurgir (“Habitaciones para turistas, “Penumbras”, “Alguien te está mirando”, “Sudor frío” y “Necrofobia” son algunos ejemplos), aún con tropiezos, y el primer estreno nacional en este año es, precisamente, un filme de terror con todas sus letras.
“Resurrección” está ambientada en la epidemia de fiebre amarilla que golpeó Buenos Aires en 1871 y mató a unas 14.000 personas (alrededor del 8% de la población de la ciudad). Las huellas están vigentes aún hoy, ya que produjo la emigración de la clase alta hacia la zona norte, produciendo así una división social geográfica que continúa.
La historia se centra en el joven sacerdote Aparicio (a cargo de Martín Slipak), que va hacia la ciudad para atender a las víctimas, a partir de su convicción misionera. Antes de llegar, hace escala en la quinta de su hermano y encuentra a toda la familia infectada y a la casa abandonada, mientras que una serie de eventos le impiden seguir viaje y ponen en duda su fe y sus creencias. De fondo, se recorta la lucha del hombre común cuando enfrenta a la muerte.
La producción dirigida por Gonzalo Calzada (antes filmó “Luisa” y “La plegaria del vidente”) es anunciada como una película de género fantástico alineada dentro del llamado terror gótico, con aportes clásicos: casas en ruinas, muertes sospechosas, fantasmas, rituales, sospechas cruzadas y un lugar seguro (la capilla, donde se resguardan la madre y la hija del agonizante dueño del lugar). “El diablo siempre regresa”, se alerta desde el afiche de promoción.
El gran ilustrador Enrique Breccia (integrante de las revistas SuperHumor, D’Artagnan y Fierro, y ganador en 2012 del diploma al mérito Konex como uno de los mejores ilustradores del país) se sumó al proyecto en la secuencia de títulos iniciales.
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