20 Diciembre 2015
FAMILIA DE MÚSICOS. Al igual que sus antecesores, Javier Avelino toca el saxo desde niño.
Muy lejos estaba en Trancas Carlos Abel Gómez de transformarse en el maestro Avelino, el saxofonista más célebre de Tucumán. Sus primeros pasos como músico se truncaron cuando quedó huérfano e ingresó a la Colonia de Menores de la capital, donde los celadores descubrieron su facilidad con la música y lo inscribieron en el Conservatorio. En medio de la desgracia se recortó la fortuna: así empezó el mito.
El 20 de diciembre de 1999, pocos días después de cumplir 70 años, el maestro falleció y la provincia enmudeció. En los bailes faltaba un irremplazable. “Varias generaciones lo tuvieron como referente de la música popular bailable. Era un simpático morocho con sombrero que solía danzar en el escenario con pasitos cortos, y que había roto con lo típico de artistas sentados. Se había formado desde los 15 años en la banda de música del Ejército, donde lanzó su primera orquesta: Las Doce Estrellas del Ritmo. En 1954 vino La Bandita de Avelino”, recuerda su hijo Carlos, que está al frente de su propia agrupación.
Carlos Avelino (h) recuerda que su padre obtuvo 15 discos de oro, cinco de platino y tres de doble platino, con un inconfundible sello de calidad y prestigio hasta su última presentación, cinco días antes de su muerte. No pasó demasiado tiempo hasta que se formó Los Avelinos, integrada por sus hijos Carlos y Abel y los músicos que integraban la exitosa banda.
Ahora se abre una nueva etapa. Con Javier Avelino, nieto del fundador de la dinastía y quien toca el saxo desde los 13 años, comenzó Los Avelinos Tercera Generación, con nueve integrantes y el proyecto de llegar a Buenos Aires y de allí a todo el país con su nuevo material discográfico: “Seguimos de pie”.
“Tenemos pensado hacerle un gran homenaje en algún espacio público antes de fin de año, en reconocimiento a todo el amor que le brindó la gente en sus 45 años de músico. La idea es que sea con entrada libre y gratuita para que todos puedan disfrutar”, señaló Carlos.
El 20 de diciembre de 1999, pocos días después de cumplir 70 años, el maestro falleció y la provincia enmudeció. En los bailes faltaba un irremplazable. “Varias generaciones lo tuvieron como referente de la música popular bailable. Era un simpático morocho con sombrero que solía danzar en el escenario con pasitos cortos, y que había roto con lo típico de artistas sentados. Se había formado desde los 15 años en la banda de música del Ejército, donde lanzó su primera orquesta: Las Doce Estrellas del Ritmo. En 1954 vino La Bandita de Avelino”, recuerda su hijo Carlos, que está al frente de su propia agrupación.
Carlos Avelino (h) recuerda que su padre obtuvo 15 discos de oro, cinco de platino y tres de doble platino, con un inconfundible sello de calidad y prestigio hasta su última presentación, cinco días antes de su muerte. No pasó demasiado tiempo hasta que se formó Los Avelinos, integrada por sus hijos Carlos y Abel y los músicos que integraban la exitosa banda.
Ahora se abre una nueva etapa. Con Javier Avelino, nieto del fundador de la dinastía y quien toca el saxo desde los 13 años, comenzó Los Avelinos Tercera Generación, con nueve integrantes y el proyecto de llegar a Buenos Aires y de allí a todo el país con su nuevo material discográfico: “Seguimos de pie”.
“Tenemos pensado hacerle un gran homenaje en algún espacio público antes de fin de año, en reconocimiento a todo el amor que le brindó la gente en sus 45 años de músico. La idea es que sea con entrada libre y gratuita para que todos puedan disfrutar”, señaló Carlos.







