Aún hoy, Edith Piaf representa el espíritu de París

A la famosa cantante la vida no la trató bien: creció entre el maltrato, el desamor y el alcoholismo. Trascendió el mito.

INCONFUNDIBLE. En sus presentaciones siempre utilizó un vestido negro. abc.es INCONFUNDIBLE. En sus presentaciones siempre utilizó un vestido negro. abc.es
19 Diciembre 2015
“La vie en rose”, “Non, je ne regrette rien” o “Milord”: sus canciones son himnos dedicados al amor. En cientos de temas Edith Piaf les canta a las facetas más bellas y más dolorosas de la vida. Sin embargo, las baladas y chansons del “gorrión de París” son más que melodías conocidas en todo el mundo. Sus canciones son simbólicas. Piaf, que nació un 19 de diciembre hace 100 años, representa hoy en día el espíritu de París.

Acompañada sólo por una guitarra, la “reina del pop”, Madonna, cantó a mediados de noviembre en uno de sus conciertos en Estocolmo “La vie en rose” en honor a las víctimas de los atentados de París. Con el mismo propósito, Céline Dion cantó “L’hymne à l’amour” en los American Music Awards en Los Ángeles, informa la agencia DPA. Canciones que, al igual que la “Marsellesa”, sirvieron para manifestar solidaridad con Francia en todo el mundo tras la masacre.

Piaf se convirtió en un símbolo. Sin embargo, según Joël Huthwohl, que curó este año la muestra “Non, je ne regrette rien” en la Biblioteca Nacional de París, representa el espíritu parisino, más que el francés. En la muestra se exhibieron fotos, cartas, afiches y algunos extractos de películas de la particular carrera de Piaf, así como el vestido negro que siempre usaba en sus actuaciones.   

Robert Belleret también es especialista en Piaf. En 2013 publicó bajo el título “Un mythe français” (“Un mito francés”) una de las biografías más completas sobre la cantante. Allí describió a una Piaf que representa la vida libre. Según muchos estudiosos de su historia, ella fue una mujer que se entregó apasionadamente a la vida y al amor.

Para Piaf no hubo tabúes ni convenciones. La vida no la trató con guantes de seda. Nacida en un humilde barrio, fue abandonada cuando tenía dos años por su madre, una cantante de cafés. Su padre, un acróbata y contorsionista, llevó a la niña a vivir con su propia madre, dueña de un burdel. A los cuatro años sufrió una infección en la córnea que la dejó ciega. Sin embargo, según contara ella misma años después, se curó más tarde gracias a una peregrinación hacia Santa Teresa.

La violencia y el alcoholismo marcaron la vida de la cantante, que medía apenas 1,47 metros. Su padre, que la entrenó como artista callejera, bebía mucho y la golpeaba. Ella también se sumió en el alcohol. Como escribiera más tarde en sus memorias -un libro llamado “Mi vida”- su abuela le daba de beber todas las mañanas una botella de vino tinto con algo de agua para diluirlo. Trataba de dejar atrás el mal de amores y las crisis con borracheras, pero no pudo.

Piaf tuvo además muchos hombres en su vida y sus relaciones siempre fueron la comidilla de la prensa del corazón, como la que entabló con el cantante de chansons Georges Moustaki. Murió con sólo 48 años, en octubre de 1963.

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