El temor a un ataque paralizó a Bruselas

El temor a un ataque paralizó a Bruselas

La capital belga está en alerta máxima, siete días después de los atentados en París; siguen buscando al hermano de uno de los yihadistas suicidas.

LA GRAND PLACE. Soldados patrullan el principal paseo público de la capital belga, donde se instaló un árbol navidad. reuteres LA GRAND PLACE. Soldados patrullan el principal paseo público de la capital belga, donde se instaló un árbol navidad. reuteres
22 Noviembre 2015
Una Bruselas que nadie había visto hasta ahora apareció ayer. En la histórica plaza Grand Place, donde los turistas suelen tomar fotos alegremente, hay vehículos militares. La calle comercial más concurrida del centro, la Rue Neuve, es patrullada por soldados armados con metralletas. Sólo unos pocos transeúntes caminan bajo la lluvia.

El centro comercial City II estaba vacío por la tarde y los negocios tienen sus puertas cerradas. En algunos incluso se veía carteles escritos a mano que decían “cerrado”.

Desde temprano en la mañana las entradas al metro estaba desiertas, las 69 estaciones, las escaleras mecánicas, las puertas, todo cerrado. Cintas blancas y rojas impedían el acceso.

“Bruselas cambió su cara”, decía la radio belga RTBF. Todo lo que suelen hacer sus habitantes un sábado de repente no estaba más: partidos de fútbol cancelados, conciertos -como el de Johnny Hallyday- suspendidos, el gran cine Kinepolis cerrado, la gala de ballet del Cirque Royal fue aplazada para enero. Y el gran símbolo de la ciudad, el Atomium, con sus puertas cerradas.

Fue el nivel de alerta terrorista cuatro, el más alto, el que cambió la vida de los habitantes de la capital política de Europa de un momento a otro. Las autoridades de seguridad dijeron tener indicios de que varias personas planearon atentados en la ciudad, con armas y explosivos.

Entre los posibles objetivos de los terroristas, según el primer ministro Charles Michel, están “centros y calles comerciales, así como el transporte público de cercanías”. De todas formas, la mayoría de las personas que salieron a la calle estaban tranquilas, pese a la fuerte presencia militar. “La vida continúa”, afirmó el dueño de un kiosco de diarios, que cree que las medidas son exageradas. “Es sólo psicosis”.

Para Alain Berlinbalu, de la asociación de minoristas de Bruselas, nunca se habían cerrado tantos negocios. “Nunca quisimos ceder a la presión del miedo, sería una victoria para aquellos que quieren hacernos daño”.

Aunque algunos sí cayeron en la preocupación general. “Queremos mostrar nuestra solidaridad con las víctimas de París, y los partidos son una fuerte señal”, dijo Pierre François, director de la Liga de Fútbol belga. Poco después se cancelaron todos los partidos en la región de Bruselas.

¿Pero por qué está Bruselas en la mira de los terroristas? Muchas huellas conducen a la capital belga. Aún se busca a Salah Abdeslam, hermano de uno de los atacantes suicidas de París. Una hipótesis dice que podría estar escondido en la principal ciudad belga, donde vivió.

Otra dice que los familiares de Abdelhamid Abaaoud, el presunto autor intelectual de los atentados de París y que solía vivir en Bruselas, están planeando actos de venganza. Abaaoud murió el miércoles en una redada de las fuerzas especiales en París. “Podría haber una o varias células terroristas que siguen representando un peligro”, sostiene el experto en terrorismo André Jacob. “Son belgas y conocen muy el lugar”. Bélgica, conocida por su cerveza, el chocolate y la estatua del Manneken Pis, es considerada de pronto un semillero de terroristas islámicos.

La pequeña nación, vecina de Francia, parece ser un lugar ideal de repliegue de los sospechosos de terrorismo de habla francesa. El país está dividido lingüísticamente entre los flamencos y los valones (de habla francesa) y hay una mezcla de competencias entre los distritos policiales. Eso facilita permanecer oculto. El vecindario de Molenbeek, uno de los principales distritos de Bruselas, de donde provinieron varios de los atacantes de París, tiene sus propios y graves problemas.

Un tercio de los que viven allí nació fuera de Europa. Hay una alta tasa de desempleo y muchos jóvenes y familias de inmigrantes son susceptibles a la propaganda violenta de los yihadistas.

El distrito de Molenbeek era constantemente patrullado ayer por grupos de soldados y policías, como otras zonas de la ciudad. Muchos efectivos iban bien abrigados por las calles por la lluvia y los cinco grados de temperatura. Un día gris en todo sentido.

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