Estos son los yuyos de tu jardín que podés comer

Estos son los yuyos de tu jardín que podés comer

El INTA publicó una guía sobre las hierbas que son aptas para consumo humano y que poseen beneficios para la salud.

-EXPERTA. La doctora Eva Bulacio posa en los jardines del Lillo, donde crecen muchas de las plantas de esta nota. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO. -EXPERTA. La doctora Eva Bulacio posa en los jardines del Lillo, donde crecen muchas de las plantas de esta nota. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.
Yuyos, malezas, malas hierbas.... Cambios culturales, de uso de suelo y del mercado hicieron que muchas plantas silvestres pasaran a ocupar la categoría de invasoras, amenazas de los cultivos y de plagas a las que hay que combatir. Un claro caso es el de la ortiga: nadie la quiere en su jardín y a los niños les advertimos que no se le acerquen. Quizás, si supiéramos que no sólo es comestible sino que posee proteínas, hierro, calcio y vitamina A, la miraríamos con otros ojos. Además, favorece la producción de glóbulos rojos, y ayuda en casos de cistitis, diabetes y dolores reumáticos. Con estos datos la cosa cambia, ¿no?

Huerta de malezas

El programa Pro Huerta, que depende del INTA, funciona desde hace 25 años y entrega gratis bolsas con semillas. En su seno nació “Yuyos bien comidos”, de Ricardo Ledesma y Cecilia Nava, dos técnicos del programa, en el INTA Rafaela. La obra va por su cuarta edición, y es una compilación de datos sobre hierbas que crecen en canteros, en baldíos, en el borde de rutas y caminos, y que no sólo son aptas para el consumo humano, sino que brindan diversos beneficios.

“Yuyos bien comidos” puede descargarse en versión PDF o consultarse en la web (inta.gob.ar/documentos/yuyos-bien-comidos). En la guía aparecen el diente de león, la ortiga, la verdolaga, la cerraja y el taco de reina, entre otros. Se completa con un recetario para preparar ensaladas, tortillas y cremas con las especies que hay en nuestros jardines.

“Pensamos este libro para las poblaciones rurales y trabajamos con los chicos del departamento Castellanos, con la idea de ver qué podíamos comer cuando en la huerta no hay verduras de hoja”, explicó Ledesma en una conversación telefónica con LA GACETA.
 
Herencia de abuelas 

Lo más interesante es que esta guía no es un descubrimiento en sí. Viene a desempolvar usos y costumbres que poseían abuelas y bisabuelas. Y podemos ir más atrás: algunos yuyos fueron muy utilizados por pueblos originarios. De hecho, lo primero que aclara la guía es que “yuyo”, proveniente del quechua yuyu, significa hortalizas. Por lo tanto, no posee la carga peyorativa que le damos en la actualidad. “La comodidad y el avance del cemento hicieron que nos olvidáramos de estos conocimientos, como si no tuviésemos cultura. Nos fuimos a comer cosas que son basura y perdimos el equilibrio con la naturaleza”, destacó Ledesma.

Algunos cuidados

“Estas plantas se llaman advenedizas. No son nativas, sino que llegaron con la inmigración, probablemente entre otras semillas para cultivo y encontraron en estos suelos un sitio propicio para crecer”, explicó Eva Bulacio, doctora en Ciencias Biológicas del Laboratorio de Taxonomía Vegetal de la Fundación Miguel Lillo. La mayoría son plantas de invierno -añadió-; crecen cuando el resto de la vegetación no lo hace.

La naturaleza es sabia y nunca dejará al hombre sin alimento, reflexionó Bulacio durante un paseo por los jardines del Lillo, donde aparecieron algunas especies como la cerraja (de dos variedades), la santa lucía (usada para molestias en la vista) y las lágrimas de virgen (de la familia de las cebollas).

“Considerarlas malas hierbas o no es una cuestión subjetiva. Para el que posee un campo cultivado, quizás sean malezas. Para quienes las pueden aprovechar, no”, puntualizó. Advirtió también que no todo lo que crece en el suelo es comestible y que es necesario ser cuidadoso con las cantidades que se consumen. “Siempre hay que estudiarlas para saber si se pueden comer o no. Lo ideal es ajustarse a las que ya están probadas, y se sabe que no son tóxicas”, señaló.


Tres recetas para experimentar
 
Verdolaga 
BENEFICIOS:

Se utiliza para el tratamiento de quemaduras, acidez estomacal y problemas del aparato excretor. Es diurética y calmante del organismo.

ENSALADA VERANIEGA:

Elegir los brotes tiernos, aderezar con sal, pimienta, aceite, vinagre o limón y ajo. Se puede comer sola o acompañada con verduras de sabor fuerte, como la achicoria o rúcula, ya que el sabor de los brotes es muy suave. Otra forma es prepararla con zapallito verde (crudo) y pepino rallados.

Diente de León 
BENEFICIOS:

Su principal acción es depurativa y diurética. A diferencia de la mayoría de los diuréticos, no reduce el potasio, ya que es fuente de este mineral. Las hojas estimulan el metabolismo, bajan la presión y mejoran las funciones del aparato urinario y la vesícula biliar. Las flores son buenas para las vías respiratorias.

TORTILLA DE DIENTE DE LEÓN:

5 a 10 plantas de diente de león dependiendo del tamaño (hojas y alguna raíz), 2 huevos, sal y pimienta, tomillo, 1 cebolla, queso rallado, aceite, 1 diente de ajo.  Dorar la cebolla picada en el aceite y agregar las raíces finamente cortadas. Cuando estén tiernas, añadir las hojas. Luego batir los huevos junto con el queso rallado, tomillo, ajo, sal y pimienta. Verter sobre las verduras y preparar la tortilla a gusto.


Lengua de Vaca
BENEFICIOS:

Estimula la producción de glóbulos rojos por su alto contenido en hierro. Es ligeramente diurética, da apetito, regula la función del hígado y la vesícula.

ÑOQUIS DE LENGUA DE VACA

1 atado grande de lengua de vaca, 2 o 3 huevos, taza y media de harina, condimentos a gusto, queso rallado. Hervir por no más de 5 minutos la lengua de vaca con un poco de sal. Escurrirla bien y picarla. Agregar la harina, los huevos, el queso y los condimentos. Mezclar bien, formar los ñoquis y hervirlos.


Compendio de malezas 
 
Para quienes deseen sumergirse en este mundo silvestre, existe un estudio muy completo llamado “Malezas comestibles del Cono Sur” realizado por Eduardo Rapoport, Ana Ladio, Estela Raffaele, Luciana Ghermandi y Eduardo Sanz, investigadores del Conicet. Allí explican que muchas de estas especies han servido de sustento a la humanidad desde el Paleolítico. “La agricultura, sin embargo, se ha concentrado en unas pocas -algo más de 100- especies comercialmente redituables”, explican.  

Ellos calculan que hay más de 13.000 especies comestibles, que son las que han sido catalogadas. “En una estimación conservadora, un 10% de las 260.000 especies conocidas de plantas en el mundo, tendrían que ser alimentarias. Es decir que, posiblemente, deben de existir, por lo menos, 26.000 especies comestibles, ya que aún no se conoce la totalidad de la flora de nuestro planeta. El comercio internacional sólo utiliza el 0,04% de esa riqueza”, señala otra parte del libro.

Consejos para identificar los yuyos:

1. No hay que juntar los yuyos si no los conocemos. Algunos pueden ser venenosos.

2. Sólo hay que juntar los que vamos a consumir. Debe quedar en el lugar una cantidad suficiente de ejemplares.

3. Hay que elegir plantas sanas y sin defectos.

4.  Evitar los yuyos exuberantes que crecen en suelos ricos en nitrógeno (contienen nitratos en gran cantidad).

5. Evitar los lugares cercanos a caminos con mucho tránsito o aguas residuales y espacios tratados químicamente. Hay riesgo de contaminación.

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