Por Manuel Cardozo
07 Octubre 2015
FOTO PARA EL RECUERDO. David Barcos junto al rosarino Leonardo Senatore.
En las últimas semanas, cientos de tucumanos desembarcaron en Inglaterra para asistir al máximo evento del rugby, cada uno con su propia historia a cuestas. La de David Barcos, por ejemplo, es una de esfuerzo y perseverancia. Como a muchos, y a diferencia de otros tantos, llegar a la cuna del deporte ovalado le costó mucho tiempo de ahorro y planificación a este jugador de Corsarios. Pero el sacrificio valió la pena, y el muchacho pudo colgar la bandera de su querido club en el Leicester City Stadium, donde Los Pumas golearon a Tonga y prácticamente aseguraron su plaza entre los ocho mejores del Mundial.
“La bandera es de mi club y de mis amigos. Por suerte pude traerla para que flameara junto a todos los argentinos que estamos acá”, cuenta con los ojos llenos de lágrimas este “corsario” con alma “pirata”.
Al igual que su club, “El Abuelo” la pelea desde abajo y tuvo que juntar peso por peso para cruzar el Atlántico. Sin embargo, no hay viento favorable para el que no sabe adónde va, y él lo tenía muy claro. “Todo empezó el año pasado cuando estaba en Río de Janeiro, durante el Mundial de fútbol. Allí comencé a soñar con venir a Inglaterra”, recuerda.
Por supuesto, del dicho al hecho es tan largo el trecho como del peso a la libra esterlina. “Los números no me cerraban y casi doy un paso atrás. Después de cinco meses de investigar y consultar con gente que alguna vez viajó a Europa, decidí que costara lo que costara tenía que hacerlo”
Un clic aquí, otro allá, y la casilla de correo de David comenzó recibir ofertas de pasajes y hospedajes. “La intención estaba, pero sin dudas no lo hubiese logrado sin el apoyo de mi señora, Mónica. Ella sabía que uno de mis grandes sueños era estar en un Mundial de rugby”, agradece.
Quienes han viajado alguna vez, saben que armar el itinerario no es ninguna pavada. Un pequeño descuido y los costos se disparan. Además, está el tema del idioma, que no es menor. No dominar el inglés en estas cuestiones es como caminar a ciegas: “cuando me hablan, lo único que sé decir es hello (hola), good morning (buenos días) y sorry (perdón). Pero eso no me impide disfrutar. Los Pumas son unos genios. También Maradona, cuando coreaba a Nicolás Sánchez. Me cuesta creerlo. Antes era sólo un sueño. Hoy es real”.
“La bandera es de mi club y de mis amigos. Por suerte pude traerla para que flameara junto a todos los argentinos que estamos acá”, cuenta con los ojos llenos de lágrimas este “corsario” con alma “pirata”.
Al igual que su club, “El Abuelo” la pelea desde abajo y tuvo que juntar peso por peso para cruzar el Atlántico. Sin embargo, no hay viento favorable para el que no sabe adónde va, y él lo tenía muy claro. “Todo empezó el año pasado cuando estaba en Río de Janeiro, durante el Mundial de fútbol. Allí comencé a soñar con venir a Inglaterra”, recuerda.
Por supuesto, del dicho al hecho es tan largo el trecho como del peso a la libra esterlina. “Los números no me cerraban y casi doy un paso atrás. Después de cinco meses de investigar y consultar con gente que alguna vez viajó a Europa, decidí que costara lo que costara tenía que hacerlo”
Un clic aquí, otro allá, y la casilla de correo de David comenzó recibir ofertas de pasajes y hospedajes. “La intención estaba, pero sin dudas no lo hubiese logrado sin el apoyo de mi señora, Mónica. Ella sabía que uno de mis grandes sueños era estar en un Mundial de rugby”, agradece.
Quienes han viajado alguna vez, saben que armar el itinerario no es ninguna pavada. Un pequeño descuido y los costos se disparan. Además, está el tema del idioma, que no es menor. No dominar el inglés en estas cuestiones es como caminar a ciegas: “cuando me hablan, lo único que sé decir es hello (hola), good morning (buenos días) y sorry (perdón). Pero eso no me impide disfrutar. Los Pumas son unos genios. También Maradona, cuando coreaba a Nicolás Sánchez. Me cuesta creerlo. Antes era sólo un sueño. Hoy es real”.
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